Todo a mano

Todo a mano

Resuelta la situación de la comida y de los necesarios tips para la bandeja que llevamos a la cama o al sillón, hay que solucionar las otras cuestiones que hacen al manejo de una casa, de una familia y de una vida. Es decir todas. Tenés que lograr accionar y que los demás accionen desde un radio no mayor al alcance de tus brazos. El área en cuestión es de un metro a tu alrededor. Y no jodan.

 

TEXTOS. NÉSTOR FENOGLIO ([email protected]).

DIBUJO. LUIS DLUGOSZEWSKI ([email protected]).

Ustedes ya saben que, con alguna interrupción de una hora o a lo sumo dos, ahora tenemos partidos por el mundial desde las 13 hasta las 21. Eso implica una organización ajustada para que las cosas sigan sucediendo (suceden igual, a pesar de la suspensión temporal que un mundial postula cada cuatro años y por un mes).

Hay que salvaguardar dos objetivos básicos: que vos veas todos los partidos es el primer objetivo. Y que vos veas todos los partidos es el segundo. Luego hay ideas asociadas: deben ir las criaturas a la escuela, vos y tu pareja al trabajo, y todo lo que ya saben.

En tu caso, ya aposentado en los aposentos, ya asentado en tus asentaderas, ya enancado en tus ancas, ya encamado en tu cama, ensillado en tu sillón (bueno, ya entendieron), tenés que asegurarte de contar con los controles de todo. No te podés levantar porque sí con un tiro libre de Mongolia o de Sri Lanka a punto de ejecutarse. Así que hay que tener ahí mismo (es decir: aquí mismo; aquí y ahora, el famoso hic et nunc latino) el control de la tele, el teléfono, el del aire acondicionado; hay que tener a mano también la notebook (hoy se pueden pagar impuestos, comprar en el súper, escribir y laburar desde ahí mismo). No le erres nomás a los controles, porque hoy son varios, parecidos y distintos.

Otro capítulo importante es el manejo del mute o silencio. Es absolutamente probable que debas en algún momento reclamar (desde ahí, desde aquí) la presencia amable de tus hijos (como si te fueras a morir y a dictar tu testamento) o tu pareja, todo sin levantarte. Y el mute es necesario para que tu grito se escuche y te traigan unos manicitos salados y repongan la cerveza en tu jarra preferida. Los más organizados, ya se sabe, tienen la conservadora al lado del sillón o la cama, y gritan menos.

Es difícil manejar al mismo tiempo grito imperativo (¡vengan guachos, sordos de miércoles!) con seducción y suavidad, una vez que se apersonaron: vos que sos tan buenita, ¿no me traerías...?

Los más alevosos llegan en su organización de la ingesta ininterrumpida de fútbol mundial a llevarse una pelela o un recipiente para hacer pis y no atravesar la dura estepa hasta el baño, porque ello implica perder tiempo y temperatura. Y no pongas cara de asquito: antes, en todas las cosas, eso era normal, y hasta había delicadas pelelas de porcelana con finas florecillas del campo. Hay que mandar órdenes al cuerpo para que otras cuestiones, como el popó o la desagradable ducha diaria, se hagan en horarios extrapartidarios. A la mañana, en el laburo, o a la noche, después del último encuentro de la jornada.

Probablemente esta suerte de acumulación de cosas en tu entorno inmediato, complique un poco la circulación normal, cambie la estética de tu casa, acumule cosas en un punto, pero en todos los casos son medios para lograr el objetivo básico: que puedas ver todos los partidos sin moverte.

Puede ocurrir que tengas quejas familiares, en el laburo, en tus relaciones cotidianas, pero nunca olvides el objetivo de patear para adelante: así ya pasó una semana, ya nos metemos en octavos, después en cuartos (yo ya estoy metido en mi cuarto desde el principio y voy a estar así hasta el y la final); quiero decir que mientras te semi disculpás, el tiempo pasa y nadie va a ser tan cretino de que todo se pudra justo cuando ya se termina.

Y me voy, pateando para adelante, ofensivo (lo siento, lo siento), con pelota dominada. No sé cómo les va a ustedes, si ya fueron eliminados o siguen en competencia. Creánme que por ahora yo tengo todo bajo control.