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“El fractalista”

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En las profundidades del conjunto de Mandelbrot. Foto: De “El fractalista”. Metatemas Tusquets.

 

Georg Cantor (1845-1918) estableció que “la esencia de las matemáticas reside en su libertad”. Sus seguidores llevaron a las matemáticas hacia una huida de la naturaleza. Cincuenta años más tarde, con la ayuda de las computadoras Benoît Mandelbrot buscó dar configuración geométrica a las formas llamadas “monstruos” por aquellos matemáticos, a las formas irregulares como las de las montañas o los remolinos de las turbulencias. Y los logros de Mandelbrot lo llevaron a la respuesta de muchas cuestiones insolubles desde la antigüedad.

En El fractalista, que acaba de publicar Tusquets, se presentan las memorias de este científico inconformista, nacido en Varsovia en 1924 y fallecido en Massachusetts en 2010. Fue autor de libros de matemáticas como Los objetos fractales y La geometría fractal de la naturaleza, en los que aplica el universo de los fractales en campos de la ciencia y el arte. En estas memorias, cuenta especialmente su trabajo durante 35 años en los laboratorios de IBM, y cómo aplicó su método incluso en el campo de las finanzas, tal como lo presenta en Fractales y finanzas, libro de 2004.

En las memorias de El fractalista, Mandelbrot cuenta sus peripecias y su carrera con agilidad y humor, pasando revista también a los personajes a quienes conoció a lo largo de su vida, como Margaret Mead, Claude Lévi-Strauss, Noam Chomsky, John von Neuman o Claudio Abbado. Sobre todo se detiene en las investigaciones que le dieron fama mundial como creador de la geometría fractal, una disciplina diseñada para estudiar entidades tan esquivas e irregulares como las costas marítimas, las nubes o los rayos.

Dentro de las matemáticas más puras, escribe Mandelbrot, “una forma exquisitamente compleja, conocida ahora como conjunto de Mandelbrot, ha sido descrita como el objeto más complejo de las matemáticas. He sido pionero en el examen de multitud de imágenes, de las cuales extraje muchas conjeturas abstractas que demostraron ser extremadamente difíciles, provocaron arduo trabajo y dieron buenos réditos”.

“Dentro de las ciencias naturales, inauguré el estudio de numerosísimas formas familiares, entre ellas las montañas, las costas... Dentro del estudio de las obras del hombre, comencé por una rareza: una ley para la frecuencia de las palabras. Mi mayor logro fue un asunto extremadamente práctico: el ‘mal comportamiento' observado en la variación de los mercados especulativos. Y añadí mi grano de arena al estudio del arte visual”, destacó.