llegan cartas

¿Cocheras, máquina de impedir, santafesinos?

JORGE MÁNTARAS CULLEN

DNI. 6.214.031

Con motivo del proyecto de la Municipalidad sobre la construcción de cocheras en el parque Alberdi, se ha generado un movimiento opositor por el daño a los árboles y al medioambiente. Varios lectores se expresaron a favor y en contra y creo que debemos analizar con objetividad el problema.

Pienso que los que se agrupan en contra, más que decir no queremos que se hagan, deberían agruparse para controlar que se cumplan rigurosamente los beneficios que propone el proyecto municipal.

Según noticias periodísticas, se han juntado 5.000 firmas en oposición; recordemos otros reclamos a otras obras similares y que fueron más beneficiosas que perjudiciales (caso de Av. Alem).

Si queremos crecer como ciudad, tenemos que ocupar nuestros esfuerzos en cosas que realmente nos proyecten. Por ejemplo, no he visto en nuestra ciudad un movimiento popular o ciudadano para la construcción del nuevo puerto en aguas profundas, que viene siendo postergado desde varios años atrás, a pesar del enorme impulso que daría a la ciudad y a toda la zona centro y norte de la provincia. A nadie se le ocurrió juntar firmas para apoyar su concreción, como tampoco se agrupó nadie para exigir la terminación del centro médico de calle 27 de Febrero o del nuevo Hospital Iturraspe o de la ruta a Rincón, todos proyectos en ejecución que llevan varios años y varios gobiernos, ante la pasividad de los santafesinos, entre los que me incluyo y me hago cargo.

Tributo

JOVITA GIMENEZ BARQUÍN Y FAMILIA

L.C. 2.413.399.

Hoy, cuando una confianza benigna inunda nuestro corazón, un júbilo incontenible nos conduce al encuentro de un conspicuo profesional de la salud: el doctor Mario Albiñana, quien fuera durante muchos años nuestro irreemplazable médico de cabecera.

Un halo hipocrático nimba su frente e ilumina su acervo científico, como así también la pericia de su labor. Supo honrar la vida con noble intención altruista, y nos impulsa con su humildad a tributar este homenaje a su trayectoria en el campo de la medicina y en el contexto humano.

Siempre supo añadir, a lo prescripto en la imprescindible receta, el aditamento de su bondad personal, a inyectar en sus pacientes el componente de la fe, que suele ser muchas veces la mitad de la salud.