Es la hora del campo

Esta semana en Santa Fe, enriquecedores debates y ponencias demostraron la necesidad de avanzar en temas de fondo para consolidar el camino de la agroindustria nacional.

Federico Aguer

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Habituado a los eventos de capacitación, no supe valorar el alcance del evento que ideó la Municipalidad local. Sin embargo, a lo largo de cada disertación de las “Jornadas Nueva Agroindustria y Transformación Territorial. La opción estratégica para competir en el mundo”, quienes tuvimos la fortuna de asistir, pudimos deleitarnos con un espacio donde aprendimos a valorar en su justa medida la necesidad de salir de la vorágine para planificar el largo plazo.

El temario y la diversidad de los disertantes permitió cuantificar -por ejemplo- el lucro cesante que provocan instituciones extractivas como las retenciones a las exportaciones en el interior productivo; el peligro de poner en riesgo nuestro mayor capital diferenciador: el suelo y el agua; el impacto recesivo que tuvo la política intervencionista en el mercado de la carne (sobre todo para el centro y norte santafesino); la multiplicidad de destinos para el agregado de valor en la producción de granos, explorando realidades concretas en usos industriales, energéticos y alimenticios; y saber hasta dónde nuestra realidad cotidiana está atravesada por la producción de granos (el 80% de los productos envasados de la góndola contiene algún grado de soja, aunque sólo el 6 % lo dice en su etiqueta).

Tristemente, reveló la urgente necesidad de ponernos al día en materia de consensos públicos y privados para alcanzar al resto de los países del mundo, focalizando conceptos como las cadenas de valor, que permitan dejar atrás dicotomías absurdas y arcaicas como campo-ciudad o agro vs. industria.

Hubo disenso, opiniones encontradas. Algunos propusieron un cambio desde el pie, como dice Zitarrosa. Otros reclamaron que baje desde el gobierno nacional. Pero todos estuvieron de acuerdo en el fin común: una nueva oportunidad que nos regala la demanda mundial, que por enésima vez nos tiende la mano, y el enorme potencial para aprovecharla. ¿La dejaremos pasar?