Así como te ven, así como te tratan

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El sociólogo porteño Ernesto Meccia brindó una conferencia en Santa Fe, en la que realizó una aproximación a los mitos y realidades del mercado gay. Aquí, fragmentos de su presentación.

TEXTO. NATALIA PANDOLFO ([email protected]). FOTOS. PABLO AGUIRRE. ILUSTRACIÓN. LUCAS CEJAS.

 

“Así como te ven, así como te tratan. Una aproximación sociológica a los mitos y las realidades del ‘mercado gay” fue el título de la conferencia que desarrolló Ernesto Meccia en la Facultad de Humanidades de la UNL, basada en investigaciones que viene realizando sobre la temática y que, según confesó, le han dado “mucho trabajo”, ya que no existen datos sobre mercado gay, ni qué hablar de mercado lésbico, en Argentina.

“Pareciera que este campo disciplinar de las Ciencias Sociales (los estudios de género y sexualidad), a veces demasiado obsesionado por algunos objetos de investigación, tiene miedo de preguntarse ciertas cosas. Por ejemplo, sobre el mercado gay, o por cómo la ciudad de Buenos Aires se fue transformando a medida que se transformaba el mercado gay, un mercado que en 1996 tenía 18 puntos distribuidos, muy concentrados en el mapa de la ciudad, y en 2009 tenía 139 lugares”, dijo.

“Me obsesiona, como objeto analítico, el cambio social de la homosexualidad. Y en este marco es interesante preguntarse por el ‘mercado’ gay. Desde que empecé a estudiar Sociología, me impactó la Escuela de Chicago y la noción de ‘ghetto’, libro de Louis Wirth de 1928; y después la idea de ‘región moral’ de Robert Park de 1925”.

“Ni bien inaugurada la democracia, en 1983, en Buenos Aires, la sociabilidad homosexual tenía como escenario un quasi ghetto o región moral, una zona en la que se congregaban espíritus afines. Allí había un circuito de ocio y de recreación con claros efectos socializadores. “Con el tiempo, el circuito mercantil se fue diversificando; entonces teníamos, en las revistas de la comunidad, un montón de bienes y servicios ofrecidos. En los primeros años 90 teníamos una sola revista: allí se comenzaban a ofrecer tratamientos estéticos, capilares, servicios de idioma, de peluquería y los míticos servicios de plomería a domicilio, por ejemplo. Luego, tímidamente comenzaron a aparecer algunos sex shops y emprendimientos comerciales, todo en una notable pequeña escala”.

“Éste es un tema tentador para correr por izquierda al expositor, ya que es lógico pensar que todo lo que está mediado por el dinero siempre es malo. Pero yo voy a tratar de tensionar los datos para generar lecturas contrastantes. Sostendré que en un principio el mercado operó un efecto comunitarizante, en una relación de complementariedad y retroalimentación con el movimiento LGTB; y que, luego, esa relación se quebró y cada uno, el mercado por un lado y el movimiento LGTB por otro, hicieron, en gran medida tareas autonomizadas”

CULTURA MATERIAL

“No es fácil pensar el consumo y el mercado. Entre las posturas que ven algo negativo desde el inicio, tenemos a Zygmunt Bauman que señala el tránsito de la sociedad de los productores a la sociedad de los consumidores con todas las deficiencias identitarias y de seguridad ontológica que ello supondría, o a un psicólogo como Alain Ehrenberg, que expone el síndrome del ‘seísmo’, es decir, del imperativo de ‘sé tú mismo, hazte a ti mismo, de cualquier forma, pero ya”.

“Se presume que el consumo podría colaborar ilusoriamente en la construcción de ese yo, el cual, al fracasar en el intento de ser por sus propios medios (monetarios) sentiría depresión originada en la conciencia de no haber hecho todo lo posible. Así, el consumo estaría promocionando lo que nunca cumple. Para Pierre Bourdieu, el consumo se asocia con eso que llamaba la ‘distinción’: un fenómeno que genera la ansiedad identitaria. Tenemos la ansiedad de distinguirnos cuando se producen (imaginaria y/o realmente) situaciones de vecindad social: piensa que cuando el otro se parece bastante al vecino, entonces el vecino intentará distinguirse acopiando emblemas y signos de distinción, por ejemplo, consumiendo bienes y servicios que le den rentabilidad social y reputación”.

“En esta carrera reputativa, los individuos se ponen a consumir. Bourdieu sugiere que efectivamente, el consumo nos ayuda a diferenciarnos; pero esta diferenciación implica desigualación. La cuestión es muy seria. La gramática del consumo no es inocente: cuando los otros consumen algo que no nos gusta no es infrecuente que uno piense ‘qué asco’, ‘es un vómito’. La intolerancia estética que originan ciertos consumos está en la base de otras intolerancias mucho más profundas. Entonces, la gran pregunta que se nos plantea es: ¿puede el consumo diferenciar sin desigualar?”

“Yo respondería que, por necesidad teórica, no; ahora, si vamos a ejemplos concretos, vamos a ver cómo miles de veces, empíricamente, la diferenciación acarrea desigualdad; y me parece que tenemos que darnos esa discusión en el campo gay, en el último tiempo”.

“Ésta es una visión densa del mercado y del consumo. Si empezamos a buscar información alternativa sobre estos temas encontraremos a Daniel Miller, un antropólogo inglés, que nos interpela: ¿Qué pasa que no nos hacemos cargo de nuestra cultura material? ¿Por qué tenemos tanto prejuicio en hacernos cargo de los bienes y objetos que consumimos? Siempre supimos que los objetos valen menos por lo que cuestan y más por lo que simbolizan; entonces: ¿por qué si vamos a las islas Trobiand pensamos unilateralmente lo último y si nos quedamos acá, en nuestra sociedad, pensamos unilateralmente que somos los materialistas más recalcitrantes?” “Otra clave para pensar el consumo está indirectamente en la obra de Erving Goffman, quien piensa que la realidad social es una cuestión de reivindicación, de alegato: yo me presento ante otra persona y le ofrezco mi imagen. Le ofrezco un quantum de información. Una información la doy a la persona diciéndola, y otra (la ‘expresión emanada’), la doy con el aura, despertando sensaciones con la ropa, la bijouterie, determinado jean o una pulsera de cuero negra. El interactuante está interesado en su exhibición, en que se lo relacione a esos objetos. Si se pone una pulsera de cuero con tachas, tal vez pensará ‘así como me ven, así como me tratan’; y ese producto que le ofreció el mercado le permitió legibilizarse como el sujeto sadomasoquista que quiere ser”. “No es un dato menor cubrirnos de objetos (o practicar consumos) que nos identifican como gays. ¡Mucho menos treinta años atrás! Si lo vemos así, el consumo tiene que dejarnos pensar también que es un anticipador de relaciones sociales. Hagámonos cargo de ésto. De lo contrario, nosotros (sociólogos, antropólogos, historiadores) le estaríamos regalando el análisis del consumo a la ‘ciencia’ empresarial”.

MA NON TROPPO

“¿Qué significa legibilidad social? Que puedo verme en el mundo. A contrapelo de lo que se cree, la visibilización primera de la homosexualidad no tuvo que ver solamente con decirle a los padres que soy gay, sino que también tenía que ver con esto: hacerme ver y hacerme valer en situaciones de interacción pública. Y que te traten acorde a esa imagen que vos das: ése es el summum de la visibilización”.

“Desde el advenimiento de la democracia, tenemos tres períodos para pensar en Buenos Aries la homosexualidad: el período propiamente homosexual, el pre-gay y el gay”. “En el primer período, el imaginario preponderante era el de comunidad sufriente: había un colectivo de personas que no estaban orgullosas y que estaban inmersas en una temporalidad muerta: no se podían pensar a futuro, no tenían recursos para narrarse”. “En la era pre-gay comienza, a partir de los años 90, a hablarse sobre lo que antes era un relato imposible. Se comienza a hablar, con todo lo que eso implica, el inédito lenguaje de la discriminación por orientación sexual. La colectividad discriminada trajo el lenguaje del coming out, una discursividad liberacionista: significa ‘rompé con las cadenas del silencio y de la invisibilidad, date a conocer y sé feliz’: una especie de imperativo que comenzó a incorporarse al imaginario social”.

“En el período gay, el colectivismo comienza a menguar y, merced a la sensibilidad social cambiada, aparece el lenguaje de los individuos. A mí no me hace la colectividad, yo no debo que sea así a la colectividad gay, ni de ningún tipo. En la era gay, la temporalidad está desnuda. Tenés noticias sobre esto todos los días. A partir de 2000, prendés la tele y a la homosexualidad la rige el mismo calendario que al resto de los mortales”.

“¿Cuánto hay en esto de conquista? Tendremos que seguir investigándolo. Antes había una especie de celo distintivo respecto del drama homosexual; ahora estamos en un proceso de desdiferenciación: somos diferentes ma non troppo, somos iguales ma non troppo”.

DEL GHETTO A BROADWAY

“La sociabilidad de los homosexuales en Buenos Aires, hasta mitad de la década del 80, respondía a una lógica de semi-ghetto o de región moral. En los estudios sobre homosexualidad, Martin Levine (en ‘Gay Ghetto’ de 1979) y Néstor Perlongher (en ‘O negocio do miché. Prostitucao viril em Sao Paulo’, de 1987) abrevan mucho en esta forma de pensar la ciudad y los grupos marginalizados”.

“Un ghetto o una región moral tienen cuatro atributos. El primero es la concentración institucional: cuando en el territorio de la ciudad se van concentrando instituciones que congregan esos espíritus que son más o menos iguales y se buscan. El segundo atributo es que funcione como un área cultural: que todas las clases de homosexuales transiten por ahí y se comporten como tales (que ‘mariconeen’ a viva voz, podríamos decir). Es tan alto el nivel de tolerancia que tiene el ghetto hacia esas personas, que todo tipo de esas personas circula por ahí”.

“Esos lugares también, a veces en determinadas horas del día o de la noche, permitían vislumbrar el tercer atributo: el aislamiento social. A partir de, por ejemplo, las 12 de la noche, por Santa Fe y Pueyrredón circulaban homosexuales (de todo tipo, pero sólo homosexuales). El cuarto es la concentración residencial: claramente eso, en lo que era la región moral de los gays de Buenos Aires, no se dio; pero sí la concentración institucional”.

“Por otra parte, tenemos que comprender por qué la noción de ghetto despertaba tanta controversia política: en el caso del ghetto gay, la gran controversia era: el ghetto era un espacio ganado a la ciudad, una porción de ciudad que nosotros le arrancamos a la policía y que está sujeta a nuestra gestión. No existía internet, en la tele no se hablaba de esto, por lo tanto la política homosexual y lesbiana se hacía en el ghetto, en el circuito comercial. Yo tengo imágenes todavía: eran las 12 de la noche y vos podías ir al Olmo y ahí estaban Carlos Jáuregui y todos los referentes célebres del activismo homosexual en Argentina”.

“En la era homosexual, para ser más claros, lo comercial de la homosexualidad comenzó sirviendo a la política de la homosexualidad: dónde, si no en el ghetto, podían encontrarse las bases del movimiento”.

“Esta relación de simbiosis entre movimiento y circuitos de ocio y recreación gay fue estudiada en forma profunda e incisiva por la antropóloga Isadora Lins Franca en el escenario de la multitudinaria ciudad de San Pablo (Brasil). Si bien la escala de ambas ciudades las vuelve incomparables, la investigación de Isadora es rica en hipótesis”.

“No casualmente a diez años de la democracia existía una veintena de organizaciones políticas que venían actuando bastante bien. Ahora sí, podríamos decir que existía un mercado un poco más armado, que comenzaba a traer nuevas ofertas de ocio y recreación propias de la ‘civilización gay’ como los saunas y los video cruising. Si vemos las revistas de la época, veremos cómo tímidamente empiezan a aparecer ofertas de productos y servicios. Tenías libros o VHS, imagínense lo que era empezar a ver Visconti, Passolini. Y Santa Fe y Pueyrredón, después de diez años de democracia, ya no era el centro del ghetto o de la región moral, sino que se convirtió en el ‘Broadway’ homosexual porteño, en el sentido de la luminosidad y la visibilidad”.

“Sin embargo, pronto iban a empezar a manifestarse ciertas tensiones: a medida que se va armando el campo político LGTB, van a comenzar a aparecer, sobre todo a partir de la irrupción del colectivo travesti, ciertas tensiones. Una de las primeras críticas que realiza el movimiento trans tiene que ver con la segmentación: el discurso de las militantes trans de principios de los 2000 señala con énfasis la sospecha de que puedan colaborar el movimiento y la movida comercial. Luego, con la enorme crisis del 2001, la discursividad trans se radicaliza y afecta la representatividad política de todo el universo LGTB, tanto que por allá por el 2003 (creo), se produce la primera contramarcha del orgullo”.

“Pero esta disputa, este caldo de cultivo de conflictividad se va confinando en otros ámbitos, se corre a disputas más académicas. Se va corriendo de la escena pública ya que con el gobierno de Néstor Kirchner, a la militancia LGBT se le abren ventanas de oportunidades de acción política sin precedentes. La activación real del Inadi y la gestión de la ley del matrimonio civil separaron a la militancia de sus acciones políticas tradicionales. Concomitantemente, se produjeron cambios en la política cambiaria, y Buenos Aires comenzó a convertirse, súbitamente, en una ciudad que recibe grandes contingentes de turismo gay”.

“Creo que ahora es cuando es dable hablar de ese mercado que no sirve tanto para legibilizar identidades sino más en el sentido de legibilizar desigualando y clasificando identidades sexuales: en muy poco tiempo, comienzan a aparecer un montón de emprendimientos empresarios -inmobiliarias, iniciativas gastronómicas, hoteleras, de turismo interno- que tratan de hacerle una logística a ese turismo externo que llega”.

“La prueba más palmaria de lo que estoy exponiendo está conformada por unos cuantos fenómenos concurrentes (entre los años 2007 y 2010, aproximadamente): la primera exposición gay ‘Gallery G’, celebrada en Costa Salguero; la inauguración del hotel Axel (un hotel 5 estrellas), la creación de la Cámara Argentina de Comercio Gay Lésbico y la edición de la Guía Gay de la Ciudad de Buenos Aires en la que funcionarios del Gobierno de la Ciudad expresan que quieren estar a la ‘vanguardia’ (sic) en servicios para este ‘segmento’ (sic) de la población”.

“Como dijimos, paralelamente, por la coyuntura política, a la militancia LGTB se le abren posibilidades de gestionar leyes importantes. Ahí la relación de complementariedad entre el mercado, el circuito de ocio y consumo y la militancia gay ya no tendría más razón de ser: se autonomiza la política por una parte, y el mercado por otro”.

“Sin embargo, esa Buenos Aires gayfriendly o, mejor, esa promesa de vanguardia de consumo para ese segmento parece haberse quedado menos que a mitad de camino. A diferencia de otras ciudades, pareciera que semejante segmentación no se acopla con facilidad a la sensibilidad de muchos gays y lesbianas. Pero para desarrollar esta afirmación, tendríamos que escribir otra nota”.

RECORRIDO

Ernesto Meccia (1968) es sociólogo, magister en Investigación en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires. Es profesor estable en las Maestrías de Investigación en Ciencias Sociales de la UBA y de la UNL.

Escribió dos libros: “La cuestión gay. Un enfoque sociológico” (2006) y “Los últimos homosexuales. Sociología de la homosexualidad y la gaycidad” (2011).

Es columnista del suplemento “Soy” de Página 12 y de Caras y Caretas; y fue distinguido en 2010, por el Consejo de Profesionales en Sociología, por su defensa de los derechos humanos y designado socio honorario por la Asociación Argentina de Sociología.

Sus principales temas de interés son las metodologías cualitativas de investigación social, la sociología de la sexualidad, la sociología de las dinámicas de la discriminación, la microsociología y la obra de Erving Goffman.

Así como te ven,  así como te tratan

Meccia es profesor en las Maestrías de Investigación en Ciencias Sociales de la UBA y de la UNL.

“Me interesa pensar en el consumo como el gran legibilizador social y pensar en los objetos como signos, como portadores, como anticipadores de vinculaciones sociales”.

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POLÍTICAS SEXUALES

La charla tuvo lugar en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la UNL. Fue en el marco del ciclo “Políticas sexuales” organizado por el Programa de Género, Sociedad y Universidad y realizado en el marco de la Cátedra Abierta de Estudios Latinoamericanos José Martí, con apoyo del Departamento de Sociología de la FHUC.

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“Antes había una especie de celo distintivo respecto del drama homosexual; ahora estamos en un proceso de desdiferenciación: somos diferentes ma non troppo, somos iguales ma non troppo”.