70 años de Bretton Woods

De las ruinas de la guerra al bienestar

Marco Mierke - DPA

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La Segunda Guerra Mundial aún no había terminado, Europa estaba en ruinas, la paz y el bienestar parecían inalcanzables.

Pese a ello, representantes de 44 países occidentales se atrevieron a trabajar juntos en un ordenamiento económico para el futuro.

El objetivo fue formulado por el entonces presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt: libre comercio y regímenes cambiarios estables iban a liberar al mundo de su miseria económica.

La forma exacta de hacerlo fue discutida por políticos y economistas a partir del 1 de julio de 1944 en la localidad turística de Bretton Woods, en el estado norteamericano de New Hampshire.

Tras 22 días de negociaciones en un lujoso hotel, acordaron una solución y alrededor de un año después se firmó el histórico acuerdo.

A partir de entonces entró en vigor un sistema de regímenes cambiarios fijos con el dólar como moneda de referencia. Para respaldar el sistema se crearon el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM).

Los años siguientes registraron un aumento sin precedentes del bienestar. Tras la hiperinflación, la Gran Depresión y la prolongada guerra, volvió la confianza en la economía mundial. El comercio estaba en auge y ante todo en Europa y Japón el nivel de vida subió rápidamente.

En retrospectiva, todo suena muy fácil. Pero Bretton Woods fue en realidad una dura lucha de poder entre los aliados Estados Unidos y Reino Unido.

Del lado británico, el economista John Maynard Keynes, entonces asesor de la Secretaría del Tesoro, presionó por el fin definitivo del patrón oro de cambio y la creación de una especia de banco central mundial con moneda propia.

Del otro lado, el jefe de la delegación negociadora estadounidense, Harry Dexter White, quería poner en el centro el dólar, cuyo valor estaba atado al oro desde hacía años.

El estadounidense logró imponerse. Todas las otras monedas fueron atadas al dólar, por lo que indirectamente también tenían un precio fijo en oro.

Estados Unidos se comprometió a cambiar los activos en dólares de otros países por oro.

Ambos sistemas tenían una diferencia importante: Keynes quería lograr que los países, con ayuda de la revaluación y devaluación de sus respectivas monedas, equilibraran sus balanzas de pago.

En tanto, el plan de White, cuyo país era entonces una potencia exportadora, permitía sólo a las naciones importadoras devaluar sus monedas. El FMI debía respaldar y supervisar las adaptaciones necesarias.

Resultados de la Cumbre

El resultado fue un sistema rígido, unilateral, que no pudo seguir los rápidos cambios en la economía mundial. Mientras los países aumentaban sus exportaciones, la balanza de pago de Estados Unidos cayó y alcanzó números negativos por los enormes costos de la ayuda al desarrollo y las misiones militares. El país inundó al mundo con un dólar sobrevaluado y los receptores se quejaron de la “inflación importada”.

Eso no anduvo bien durante mucho tiempo. En 1960 se registró la primera ola de desconfianza frente al dólar con una breve pero fuerte especulación en el mercado del oro.

En 1965, el presidente de Francia, Charles de Gaulle, atacó directamente el predominio del dólar. El Banco Central en París cambió millones de dólares por oro. Otros países hicieron lo mismo.

Entre 1948 y 1971, las reservas de oro en Fort Knox se derrumbaron y cayeron a menos de la mitad.

En agosto de 1971, el presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, suprimió la convertibilidad del dólar en oro. Su objetivo era que fuera una medida temporal. La intención de Nixon no era crear un sistema de regímenes cambiarios flexibles, pero los intentos por volver a atar el dólar al oro fracasaron.

En marzo de 1973, esta parte del sistema Bretton Woods se derrumbó. Pero el FMI y el BM sobrevivieron. Actualmente tienen 188 miembros y celebran su 70 aniversario.

Los organismos hoy

A más tardar desde la crisis del euro el FMI es considerado de nuevo una de las organizaciones más poderosas que vigila el sistema financiero mundial para intervenir en países con graves dificultades económicas. En general, sus créditos dependen de fuertes condiciones, como el saneamiento de las finanzas del Estado.

También el BM, el mayor acreedor para ayuda al desarrollo, pone estrictas reglas antes de otorgar fondos para proyectos de infraestructura, de lucha contra la pobreza o de protección del medio ambiente.

Ambas instituciones siguen siendo dominadas por Estados Unidos, el principal contribuyente, por lo que en realidad, en la actualidad, el principal resultado de la conferencia de Bretton Woods sigue vigente: Washington tiene, con gran ventaja, la mayor influencia en la economía mundial.