“El crédito”

Con humor chirriante

Con humor chirriante

Jorge Marrale y Jorge Suárez se sacan chispas sobre el escenario de El Picadero. Foto: Gentileza producción

 

Héctor Puyo

Télam

Los actores argentinos Jorge Marrale y Jorge Suárez, dirigidos por Daniel Veronese, dignifican “El crédito”, una comedia del catalán Jordi Galcerán que se estrenó en la sala Picadero de Capital Federal.

Todo comienza del modo más naturalista, con un insolvente (Suárez) que concurre a un banco a solicitar un crédito y es atendido con cierta condescendencia por el gerente (Marrale), quien le explica que sin garantías el trámite es imposible.

El visitante no atiende razones ni se somete a aquella máxima que explica que para solicitar un crédito bancario es necesario demostrar que no se lo necesita, por lo que la pieza deriva en una situación absurda que, entonces sí, acelera su dinámica.

Al parecer, el texto de Galcerán -autor de la exitosa y mucho más agria “El método Grömholm”, también dirigida por Veronese- tiene su origen en hechos concretos de la crisis española actual, pero el asunto abarca de todos modos lo universal.

De ahí, la sensación de seguridad que exhibe el gerente, acorazado detrás de su imponente escritorio, frente al intruso mal vestido y de apariencia frágil, en una confrontación que el dúo explota a fuerza de oficio y evidente complicidad.

La relación de fuerzas termina invirtiéndose finalmente y el absurdo se apodera de la escena cuando el solicitante timorato se convierte en un psicótico convencido de su seducción ante las mujeres y amenaza con invadir el hogar del funcionario para llevarse a la cama a su mujer.

En simultáneo, el gerente comienza a mostrar sus debilidades personales donde sus desavenencias conyugales salen a la luz después de haberlas negado, al tiempo que lo agobia la situación de su propio hermano, engañado por su esposa y caído en desgracia económica.

No se sabe quién es el responsable de la adaptación porteña de la obra, que seguramente ubica el destino de ese hermano en caída libre en algún lugar periférico y poco glamoroso de Barcelona y que aquí, en la traslación porteña, se supone que es el barrio de Barracas.

Lo que sí se da a entender es que ése es el destino de gerente y solicitante si las cosas se siguen complicando, por lo que el funcionario accede blandamente a que el solicitante seduzca a su esposa, aunque como las cosas se salen de madre, el segundo se transforma en asesor sentimental del primero.

Grandes actuaciones

Lo que salva ese previsible pasaje es el humor chirriante y no exento de ironía que aporta el texto, que los intérpretes encaran con entusiasmo, aunque la situación se vuelve conocida y repite el manido mecanismo de Oscar Viale -que lo había tomado de viejos comediógrafos-, donde un experto instruye en el amor a un neófito.

El disparate radica en que Suárez, ese gran actor que supo imponerse y ganar premios en la piel de Sigmund Freud y Homero Manzi, juega con su imagen de individuo desgarbado que sin embargo se siente un inexpugnable “sex symbol”, como si el ridículo le resbalara.

Marrale cumple un papel raro en él, inclinado a la farsa, y se luce con su manejo del escenario y esa voz espléndida y bien modulada que lo caracteriza, en tanto Veronese maneja sin dificultades a sus criaturas -la ocupación de los espacios es clave- en un trabajo que a esta altura puede lograr de taquito.

“El crédito” se ofrece en el teatro Picadero, Enrique Santos Discépolo 1857, de miércoles a viernes a las 20.30, sábados a las 20.30 y 22.30 y domingos a las 20.30.