Ayer por la tarde

Brutal asalto en barrio San Lorenzo

Un técnico radiólogo, de 52 años, fue atacado por delincuentes en la esquina de Entre Ríos y Santiago de Chile. Había llegado al lugar para buscar a un compañero para festejar el Día del Amigo.

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Aníbal Tomey trabaja desde hace 25 años en el hospital Cullen, adonde ayer terminó internado por la cantidad de “culatazos” que recibió en la cabeza. Foto: Archivo

 

Joaquín Fidalgo

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Aníbal Tomey tiene 52 años y hace 25 que trabaja en el hospital José María Cullen de nuestra ciudad. Es técnico radiólogo y vive en barrio Sur, con su familia. Ayer por la tarde, cerca de las 16, salió de su casa a bordo de su automóvil Suzuki Fun gris y puso rumbo al oeste. Era el “Día del Amigo” y ya había “arreglado” con uno de los suyos para buscarlo y festejar juntos, pero imprevistamente todo terminó en una pesadilla.

Este profesional estacionó su vehículo cerca de la esquina que forman las calles Entre Ríos y Santiago de Chile, en una zona dominada por la histórica gavilla de delincuentes conocida como “Banda del Pasillo”. “Nunca los ví llegar. Bajé del auto y caminaba por la vereda cuando sentí un fuerte golpe en la nuca. Eran cuatro o cinco chicos, todos armados. Me pegaron con las culatas por toda la cabeza, la cara. No me resistí, pero igual me molieron. No me dieron chance de nada. Mientras tanto, uno de ellos me sacó la documentación, la billetera, el celular y el estéreo. Luego, se fueron corriendo, no pude ver hacia dónde. Yo nunca me caí, aunque estaba muy mareado. Sólo atiné a subir otra vez al automóvil y manejé como pude hasta el hospital”, recordó esta mañana Tomey.

Por los severos politraumatismos, los médicos -sus compañeros de trabajo- decidieron dejarlo internado en observación por algunas horas. Cerca de las 10 de hoy le dieron el alta. Salió de la guardia tambaleante, acompañado por su esposa. Una venda blanca rodeaba su cabeza, que llevaba las marcas del infierno sufrido. El rostro del hombre estaba desfigurado, lleno de moretones, y la hinchazón en pómulos y párpados le dificultaban la visión. Le costaba hablar. “Todavía estoy mareado. No puedo creer lo que me pasó, la violencia con la que me agredieron”, manifestó antes de retirarse a su hogar, caminando despacio.

Las actuaciones del caso, caratulado como robo calificado y lesiones, son seguidas por las autoridades de la Subcomisaría 10a, por razones de jurisdicción. Hasta el momento, no se produjeron novedades en la investigación.