El jueves en LOA Espacio Proarte

Cerrar etapas

Ginkgobiloba regresa a su ciudad para presentar “La tostada y el gato”, su nuevo disco.

Cerrar etapas

Pancho Larpín, Demian Pozzo, Memo Beltzer y Jorge Mockert, reunidos para mostrar creaciones anteriores a su receso.

Foto: Gentileza Nahuel Beade

 

Ignacio Andrés Amarillo

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Este jueves desde las 21, en LOA Espacio Proarte AGM (25 de Mayo 1867), Ginkgobiloba regresa a los escenarios para presentar “La tostada y el gato”, su nuevo disco. Las entradas anticipadas cuestan $ 30, y hay una promoción de entrada y disco a $ 70, sólo por mensaje privado a www.facebook.com/ginkgoweb. En puerta, costarán $ 40.

Esta presentación se da después de la que hicieron en Paraná junto a Argentino Bordolino, y antes de la que brindarán el sábado en Buenos Aires junto a ChauCoco! y Virulana en La Quince Espacio Cultural.

Teorías

De vuelta de Australia, país en el que reside, Emiliano “Memo” Beltzer (cantante y bajista), dialogó con El Litoral sobre el disco y el show.

—Es un reencuentro para ustedes, ahora cuatro, con Pancho (Larpín, percusionista) que entró justo cuando se cortó...

—En realidad con Pancho tocamos como dos años, pero este disco es la primera grabación con él. Grabó timbales en el primero, en un tema llamado “Frase larga”. Cuando nos mudamos a Buenos Aires vivíamos con él, tocaba con Jorge (Mockert, baterista) en cuerdas de candombe y fue natural incluirlo. Este disco es el primero que lo tiene como integrante estable.

—¿Por qué “La tostada y el gato”?

—Siempre jugábamos con qué pasaría si le ataras una tostada con manteca en la espalda a un gato. Por fuerza una de las dos teorías (que el gato cae parado y la tostada del lado de la manteca) tiene que ser errónea.

Tiene que ver con poner a prueba ciertas teorías. En el caso de Ginkgo siempre ha sido un poco así: buscar formatos alternativos, a lo que por ahí anda sonando o a lo que primero se nos hubiera ocurrido hacer.

—Correrse de cierta obviedad...

—E incluso ir en contra de algunas normas: como por ejemplo después de un año y medio de no tocar editar un disco, con lo devaluado que hoy está el disco como formato (risas).

Distancias

—¿En qué momento se escribió el disco?

—En esos años que tocamos con Pancho salieron canciones nuevas, y antes de que me fuera grabamos en lo de Ramiro Genevois, El Pote (que es ya como el segundo hogar de Ginkgo). Quisimos dejar grabados los temas, como para tener un registro. Todos en un día, microfoneamos y tiramos en directo. Ahí quedaron las bases.

Después Australia, conexión con Buenos Aires, conexión con Rincón (donde están viviendo Jorge y Pancho) fuimos haciendo las sobregrabaciones: algunas en estudio, otras en casa. Y lo mezcló Demian (Pozzo, guitarrista) que tuvo la mano del Tano Farelli (voz y guitarra de Parteplaneta) que ha sido un colaborador y un amigo.

En los últimos momentos surgió un tema nuevo que se llama “Los deseos ya son recuerdos”. Era una música que tenía Demian, le escribí la letra. En el disco hay seis temas nuevos y tres reversiones de temas que ya estaban muy diferentes: “Mundo sobre mundo” del primer disco, “Melancolemia” de “Las reglas del juego”, y “La semilla”, que apenas sacamos “Las reglas...” lo sumamos a Pancho y se convirtió en una cumbia. Daba para grabarlo de nuevo.

—Ahora se puede trabajar a la distancia...

—Sí, son increíbles las cosas que se puede hacer con We Transfer y un par de cosas en tu casa. Siempre lo más importante es un buen sonido de batería y percusión, porque ese ambiente es difícil de lograr artificialmente. Después grabar guitarras, voces o el bajo se puede. Estamos hablando de un disco de bajo presupuesto (risas).

Hicimos esa grabación para escuchar cómo sonaban los temas, porque a algunos los veníamos tocando en vivo y a otros nunca. Y quedó bueno, estamos contentos. El tema nuevo no tiene baterías ni percusiones, es un poquito más chiquito, íntimo.

Reencuentro

—Hay que sacarse el óxido, más allá de que cada uno siguió tocando.

—Lo que tiene Ginkgo es que nos mantuvimos juntos, desde la primera vez que ensayamos hace más de 12 años, con cortes en el medio. Entonces hay cierto entendimiento que ya está dado, no tenés que encontrar una manera de trabajar, ya está dada, con sus virtudes y defectos. Por ahí cuando uno arranca una banda de cero necesitás estar respirando todos juntos.

Es un reencuentro entre amigos pero también para cerrar una etapa, que tiene que ver con la incorporación de Pancho y dejar registrada esa energía (que nunca es la misma que la banda en vivo, que vuela más, porque está la improvisación). Un poco para los amigos y para los que nunca escucharon Ginkgo y para los que lo conocen y les gustó.

—¿Y qué se abre?

—Una espera un poco más larga supongo, porque estoy viviendo afuera y no sé cuándo volveré a venir. Acá todos están con proyectos diferentes: Demian tocando en una banda buenísima de Buenos Aires, La Posta, en la que hay santafesinos como Matías Schurjin y Guillermo Ibáñez. Jorge y Pancho que tocaban en esa banda ahora están en Santa Fe, en otro montón de proyectos como el Emparche, y los encontró la paternidad. Los caminos se van abriendo, así que también por eso es un cierre de etapa, hasta que volvamos a juntarnos a producir algo, si es que ocurre.

El disco quedará a la venta en El Arca del Sur y La Torre de Babel. Tiene un arte muy interesante a cargo de Valentín Gatti, el hijo de Ruy Gatti un conocido músico y actor de Santa Fe. Es un capo total, y va a estar haciendo visuales en vivo en el show, lo que le agrega una nueva dimensión al espectáculo, algo que tratamos de agregarle.