editorial

  • La preocupación por posibles pérdidas de fuentes laborales creció en la Argentina, a partir de la acumulación de señales recesivas en la economía.

Temor al desempleo

Según la consultora Diagnóstico Político, durante el primer semestre de este año se produjeron en todo el país 3.499 piquetes, mientras que a esta altura del año pasado se habían registrado 2.605 protestas. Esto significa que el acumulado parcial de 2014 equivale al 61% del total de cortes de calles y rutas registrados en todo 2013.

Pero más allá de estos datos globales, el análisis minucioso de la información permite detectar un dato relevante: entre todos los que realizaron piquetes en junio, el sector que mostró mayor crecimiento con relación al mes anterior es el que se compone por “Desocupados y cesanteados”.

Esta información no parece casual. Hace tiempo que en la Argentina no existe un incremento real de los puestos de trabajo y, la gran amenaza frente a los síntomas recesivos que se profundizan, es que comience a producirse un fenómeno de pérdida de fuentes de empleo.

El 23 de junio, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) ratificó que el PBI argentino registró una caída por segundo trimestre consecutivo, lo que confirma la recesión tan temida. Poco después, el organismo informó que en abril la actividad económica cayó 0,5% en forma interanual y que el índice que mide la actividad de la construcción también refleja una caída del 4,6% en mayo, con respecto a igual mes de 2013.

Según el último informe elaborado por el Observatorio del Centro Comercial de Santa Fe, en junio, el 74% de los comerciantes facturó menos que en mayo, a pesar de la inflación y de las expectativas que estaban puestas sobre el Mundial de Brasil. En tanto, el 57% de los encuestados dijo que vendió menos que en igual mes de 2013.

Frente a este contexto macroeconómico, hace menos de una semana el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina dio a conocer su último informe sobre la situación del país. Y en consonancia con lo que reflejan los piquetes y protestas producidos en junio, el relevamiento detectó que el temor a perder el empleo también se incrementó. De esta manera, afecta ahora al 26,1% de la población, mientras que en 2013 preocupaba al 24,1% de los argentinos.

Uno de los sectores más comprometidos en este sentido es el de la industria automotriz, donde en los últimos meses se produjeron suspensiones de trabajadores. Esta situación volvió a poner en escena el reclamo por políticas que tiendan a impedir la pérdida de empleo.

El planteo de instrumentar mecanismos para contener una posible ola de despidos retrotrae la situación a momentos de crisis económica profunda que vivió el país. Sobre finales de 2008 -año marcado por la recesión internacional y el conflicto con el campo en la Argentina- la provincia de Santa Fe aprobó la Ley de Emergencia Laboral, una norma que creaba medidas tendientes a frenar por seis meses los despidos injustificados en las empresas.

Perder el empleo no sólo significa dejar de percibir la remuneración mensual, sino que además repercute también en la pérdida de la cobertura médica de todo el grupo familiar. Además, no es lo mismo quedar sin trabajo en tiempos de economía dinámica, que tener que hacerlo en momentos de recesión como los que atraviesa.

Por el momento, la situación es delicada pero, afortunadamente, no se han producido pérdidas masivas de fuentes laborales. Sin embargo, el país atraviesa un punto de inflexión y, si la economía no repunta, el fantasma del desempleo podría volver a sobrevolar sobre la Argentina.

El país atraviesa un punto de inflexión y, si la economía no repunta, el fantasma del desempleo podría volver a sobrevolar.