Esta mañana

Atrincherado en el centro

Un muchacho con problemas psiquiátricos, armado con una pistola de grueso calibre, causó momentos de extrema tensión en un edificio de pasaje Zamaro al 3100. Se trata del hijo de un comerciante que fue asesinado tiempo atrás, durante un asalto en Barranquitas.

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Todo pasó a metros de la Escuela Industrial, en pasaje Zamaro, entre Junín y Suipacha. Fotos: Danilo Chiapello

 

Joaquín Fidalgo

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El 8 de enero de 2009 se produjo un sangriento asalto en barrio Barranquitas, en calle Pedro Zenteno al 3600, en la casa de una familia que se dedicaba a la venta de artículos electrónicos. En horas de la tarde de ese día, llegaron hasta el lugar dos supuestos clientes, que apenas ingresaron al hogar revelaron sus verdaderas intenciones. “Esto es un asalto”, gritaron mientras sacaban a relucir sendas armas de fuego. Américo Luis Filippi tenía 17 años en ese momento, mientras que su padre había cumplido 47. Ambos se trenzaron en una lucha desigual con los delincuentes y terminaron baleados. El hombre murió en el lugar, mientras que el hijo logró recuperarse, pero resultó con profundas secuelas psicológicas. Esta mañana, Américo (ya con 23 años) sufrió una crisis en su departamento céntrico y, armado con una pistola de grueso calibre, mantuvo en vilo por aproximadamente una hora a familiares, vecinos y policías.

Fue su propia madre la que hoy, cerca de las 9, llamó a la Central de Emergencias 911. Advertía que el joven tenía en sus manos una pistola calibre 11.25 y estaba fuera de sí. Rápidamente, las autoridades de la Unidad Regional I dispusieron un operativo, con el mismo jefe Sergio Vergara a la cabeza. El muchacho estaba en el interior de su departamento, en avenida Zamaro (ex Almafuerte) al 3100, entre Junín y Suipacha, a pocos metros de la Escuela Industrial.

“Hablaba incoherencias y estaba armado. No sabíamos qué actitud podía tomar y decidimos intervenir de manera inmediata. Su madre nos explicó que estaba bajo tratamiento psiquiátrico. Entonces, se hicieron presentes efectivos del Grupo de Operaciones Especiales para cualquier eventualidad y un negociador. Cuando logramos que abra la puerta, rápidamente fue reducido y desarmado para su propia seguridad y la de todos”, explicó pocos minutos después el comisario Vergara.

Américo Filippi fue asistido en la escena por un profesional y luego trasladado hasta el hospital Mira y López, donde iba a recibir ayuda, tal cual fue dispuesto por la Fiscalía.

Los dos criminales que asesinaron al padre de este muchacho fueron atrapados. Uno de ellos fue condenado a prisión perpetua. El otro, por su edad, quedó a disposición de la Justicia de Menores.

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Fue necesaria la intervención de policías de elite para evitar que el episodio termine en tragedia.