MUNDIAL BRASIL 2014

¿Qué nos pasa?

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Roberto Trevesse (*)

“Los cinco sentidos del periodista no coinciden con los de cualquier otro mortal: estar, ver, oír, compartir y pensar”. Ryszard Kapuscinski.

Terminó el Mundial de Fútbol número 20 que nos deja un sinfín de interrogantes, no desde el punto de vista estricto de lo deportivo, sino -concretamente- en lo que atañe a nosotros como sociedad “organizada”.

¿Qué nos pasa a los argentinos que consideramos -o nos inducen a ello- una causa nacional ser campeones mundiales de fútbol, “pasión de multitudes”?

¿Es la meta más importante que tenemos en nuestras vidas los argentinos?

¿Por qué en este tema y con un año de antelación, coincidieron en materia comunicacional de características desmesuradas los multimedios de peso excesivo oficialista, pro oficialista y los claramente antagónicos?

A esta política de crear un clima superlativo en pos de una causa común que nos haría sentir los mejores del mundo, no sólo en el fútbol, se replicaron los medios audiovisuales regionales y locales.

¿Qué y cuántas incapacidades o ambiciones se escondieron detrás de toda esta campaña montada a caballo de la selección nacional?

¿Cómo país emergente hemos logrado que lo primordial es ser campeones mundiales?

¿El fútbol que la Televisión muestra -año a año-, con los estadios vacíos y algunos a medio llenar, pero que la TV pública se empeña en convencernos que es para todos, genera un sentimiento que va más allá del sentido común?

Paso a paso en el Mundial de Brasil, fuimos llegando a la instancia final, siendo el periodismo en general y el deportivo en particular quienes iban redoblando la apuesta, a tal punto que fue el principal fogonero de este “patrioterismo” deportivo.

Le hicimos creer a cientos de miles de jóvenes que somos superiores, que somos el centro de la tierra, la euforia fue creciendo, de una forma que la consigna era ir al lugar de los acontecimientos en tierras brasileñas, con entradas o sin entradas al estadio. El despliegue televisivo superó -como nunca hasta aquí- todo lo conocido.

Escuchamos reiteradamente frases altisonantes como “El partido más importante de nuestras vidas”, “Para volver a ser”, “Vamos a entregar todo para que la Argentina sea campeón”, “Daría cualquier cosa por ser campeón del mundo” o “En una final del mundial, tenés que transpirar sangre”.

Nos abrumaron con avisos de Presidencia de la Nación que mezclaban los goles argentinos con los logros del gobierno.

Los días previos a la final nos querían convencer de que “Hoy somos todos iguales” como si existiera un mandato divino de equipararnos unos a otros porque íbamos a ser los campeones.

¿Somos todos iguales para abajo o para arriba? ¿A qué se refieren con que somos todos iguales? ¿En el aspecto social, educativo, cultural, laboral, en salud, vivienda propia, seguridad, justicia y tantos otros etcétera?

Cuando ingresamos a octavos de final, pero fundamentalmente cuando pasamos a cuartos, casi todos los argentinos sólo hablaban de fútbol y comenzaron a soñar con la Copa del Mundo. Los últimos 10 ó 12 días a casi nadie le importaba Ciccone, los fondos buitre, el default, la inflación, la inseguridad, el autoritarismo y la soledad con que transita el gobierno nacional.

Esto que ocurrió en la Argentina es como un arrebato de populismo, tan enraizado en nuestro país y en varias naciones del mundo, pero que a mi juicio nos enferma la mente.

Loris Zanatta, académico y escritor, autor -entre otros- del libro “El Populismo”, nos dice que “... el populismo es algo mucho más amplio y profundo que un mero fenómeno político y social: es una cosmología antigua, típica de épocas dominadas por lo sagrado, para lo cual las sociedades son como organismos vivientes en los que cada órgano contribuye al buen funcionamiento del cuerpo, y el “pueblo” es un conjunto unitario e indivisible”.

Para ser un país serio deberíamos desterrar el ultrapersonalismo, el hiperpresidencialismo, afianzar la división de poderes e intentar amigarnos los argentinos, más allá de banderías políticas, de colores partidarios y diferencias ideológicas.

Esto sí que sería una verdadera causa nacional, pero los medios de todo tipo (incluyo los diarios) y fundamentalmente los audiovisuales no están haciendo periodismo. Están haciendo otra cosa, más cercana al entretenimiento y a la banalización de los hechos y acontecimientos.

¡Ah! me olvidaba comentarles que merecimos ser campeones en la cancha, pero igual estoy muy contento por cómo se brindaron los jugadores argentinos.

(*) Periodista, ex corresponsal de El Litoral en Paraná; licenciado en Periodismo y Comunicación. [email protected].

Para ser un país serio deberíamos desterrar el ultrapersonalismo, el hiperpresidencialismo, afianzar la división de poderes e intentar amigarnos los argentinos, más allá de banderías políticas, de colores partidarios y diferencias ideológicas.