mesa de café

¿Defender a la patria o defender a los irresponsables?

Remo Erdosain

Regresó el frío. A mí personalmente me gusta estar en el café, arropado y cómodo, compartiendo con los amigos los chismes del día. Sin embargo, otros maldicen el frío, añoran los días de calor, las cervezas heladas, la promesa de la playa. No es mi caso, pero es el caso de ellos. De todos modos, con frío o con calor, el vicio de conversar no se pierde.

—Dentro de unos días la Argentina resuelve su destino -dice Abel con tono fatalista.

—¿Se puede saber por qué? -pregunta José.

—No es ser o no ser, sino default o no default -responde Abel.

—Yo soy más explícito para plantear las contradicciones -dice José-, la opción es muy sencilla: patria o colonia.

—Ya llegó la hora de la pavada -comenta Marcial en voz baja.

—¿No te parece medio anacrónica tu consigna? -pregunto.

—Para nada, por el contrario, está más actualizada que nunca, es la que mejor expresa la realidad nacional.

—Ya sabemos que para ustedes esta opción está vigente desde antes del 25 de mayo de 1810 -observo-, con la diferencia de que entonces sus historiadores simpatizaban más con los españoles que con los criollos.

—No es así -responde José.

—¿Cómo que no? Ustedes están enojados con los ingleses, pero en nombre de ese enojo concluyen cómplices de España.

—Recuerdo al historiador que dijo que los libros de los revisionistas peronistas podrían leerse como las quejas de un viejo español contra la Revolución de Mayo -señala Marcial.

—Es la primera vez que escucho semejante disparate.

—Harías bien en prestar más atención y en destaparte un poco los oídos -dice Marcial-, porque ustedes en nombre del nacionalismo y el odio a los anglosajones no sólo le hicieron el juego a las corrientes hispanistas y reaccionarias, sino que objetivamente están en contra de cada uno de los logros patrios.

—¿Como ser? -pregunta enojado José.

—Te nombro algunos al pasar: el Congreso de Tucumán, al que ustedes impugnan porque estaban con el sabotaje de Artigas, motivo por el cual al acto más audaz de la Revolución de Mayo que nunca terminaron de digerir, ustedes lo desconocen y lo atacan. ¿Otro ejemplo? Niegan la identidad criolla del Ejército de los Andes y, por supuesto, niegan que San Martín sea argentino, porque para ustedes es latinoamericano, una manera elegante de disolverlo en el aire. ¿Querés otro ejemplo?: la guerra del Paraguay.

—No me digás que vos estás con la Triple Alianza...

—Estoy del lado argentino. No sé qué pasa con vos, pero cuando la Argentina está en guerra yo estoy del lado de la Argentina -responde Marcial- mientras que ustedes, que dicen ser muy nacionalistas, están del lado del ejército que mataba soldados argentinos.

—Volvamos a la deuda -digo- para que la charla no se disuelva en el aire.

—Estábamos hablando de Griesa -aclara Abel.

—Lo que yo digo -aclara José- es que Griesa es el típico juez del imperio defendiendo los intereses de los buitres.

—¡Qué fácil es para vos explicar las cosas! -exclama Marcial.

—Lo que no va a ser fácil es el destino que le aguarda al país con estos irresponsables -apunta Abel.

—Repito -insiste José-, esta deuda no la inventamos nosotros, el default tampoco es cosa nuestra.

—Más o menos -observa Marcial.

—¿Por qué?

—Por la sencilla razón de que el default fue declarado y festejado por los peronistas. Salvo que vos me quieras hacer creer que Rodríguez Saá es del Partido Liberal de Finlandia o que los legisladores que aparecen en la célebre foto festejando el default pertenecen a la coalición republicana de Suiza.

—Nosotros los kirchneristas somos otra cosa -responde José.

—Más o menos -retruca Marcial-, son los mismos haciendo macanas diferentes que siempre terminan provocando los mismos resultados.

—¿Podés explicarte un poco mejor?

—No es necesario -responde Marcial con una sonrisa desganada, mientras le hace señas a Quito para que le sirva otra taza de té.

—Sinceramente -digo-, yo creo que el gobierno de la Señora manejó pésimamente esta crisis, pero se me ocurre que la cosa se va a arreglar a último momento.

—¿Y si no se arregla?

—No va a pasar nada -responde Abel-, no va a pasar nada más grave que lo que ya nos está pasando. Recordemos que cuando se declaró el default tampoco sufrimos serias represalias. Es más, Kirchner llegó al poder y la economía empezó a repuntar con default incluido. Después vino el arreglo con Lavagna y, convengamos, que su primer mandato concluyó en 2007 con los mejores auspicios.

—Pero ahora un default sería una tragedia -observa Abel.

—No estoy tan seguro -digo-, no quiero decir con esto que da lo mismo una cosa que otra, pero admitamos que este supuesto default no tiene punto de comparación con el de Rodríguez Saá y no creo que sus consecuencias sean mucho más graves que las que padecimos en 2001.

—Yo no creo que sea así -observa Marcial- aunque comparto con vos que una mancha más al tigre no le hace nada.

—Yo lo que les pido a ustedes -dice José- es que por una vez en la vida, aunque más no sea por un ratito, dejen de pensar en contra de la patria y acompañen al gobierno en esta patriada contra los capitales buitres.

—Yo ya te dije -contesta Marcial- que nunca voy a dejar de ser un salvaje unitario.

—Yo estoy dispuesto a acompañar al gobierno -dice Abel- si hacen las cosas bien, pero si se ponen en mártires del imperio, o creen que hay que luchar contra Griesa como si estuviéramos recuperando las Malvinas, yo me abro, porque no quiero ser cómplice de todos los disparates de nuestros populistas.

—Yo lo que espero -digo- es que este gobierno, que por suerte se va el año que viene, no le deje al próximo una hipoteca ilevantable.

—Es lo que mejor saben hacer los populistas -dice Marcial-, dejarle al que viene una bomba atómica para después presentarse ellos como socorristas.

—No sean injustos en sus acusaciones -dice José-, estamos haciendo lo imposible por dejar las cosas en orden.

—Lo que pasa -apunta Abel- es que la crisis llegó antes de lo que ustedes esperaban y, por lo tanto, el país les está por estallar en las manos. Eso explica que ahora estén haciendo buena letra.

—Para ustedes todos lo que hacemos nosotros está mal.

—En eso tenés razón -corrobora Marcial- es como dice el epitafio de Richelieu: “Todo el mal que hicieron lo hicieron bien y el poco bien que hicieron lo hicieron mal”.

—¿Y la renovación de la Corte Suprema?, por ejemplo.

—Reforma de la que seguramente se arrepintieron.

—¿Y los derechos humanos?

—Allí están los resultados. Hebe Bonafini y Schoklender son la fruta del postre de su genial política de derechos humanos.

—No comparto -concluye José.

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