NICO SARA

Pintar lo que imaginamos

  • La muestra “SaraLand”, formada por pinturas y objetos, quedará inaugurada el viernes 1º de agosto a las 20, en las salas de Bv. Gálvez 1578.
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Se trata, según el artista de “ideas sacadas a luz desde la observación de lo cotidiano, objetos y situaciones que remiten a lo humano, al cuerpo, que funciona como límite físico con los demás”. Fotos: GENTILEZA PRODUCCIÓN

 

De la Redacción de El Litoral

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El Museo de Arte Contemporáneo de la UNL alojará durante este mes la exposición “SaraLand”, del artista plástico Nico Sara.

Curada por Stella Arber e integrada por pinturas y objetos, se podrá visitar hasta el 31 de agosto, de martes a viernes de 9 a 13 y de 17 a 20 y sábados y domingos de 17 a 20.

Depurado lenguaje simbólico

“Pinturas y objetos en las salas del MAC nos muestran que el Neo-pop no es sólo la actualización o versión nueva del Pop-art de los 60, sino que va más allá, debido a las múltiples variables de los medios masivos de comunicación, las imágenes mediatizadas y las maneras de utilizarlas, sus combinaciones, posproducciones y aplicaciones a las obras actuales”, consignó Stella Arber, directora del museo.

“Nico Sara es el protagonista que ejecuta en sus obras un tratamiento pictórico depurado, desde el lenguaje figurativo de su Neo-pop, donde representa objetos con intensión de realismo, con apariencia de ser parte del contexto gracias al empleo de imágenes fácilmente reconocibles, teniendo en cuenta sus cualidades formales, combinándolas con recortes y agregados es decir, cualidades abstractas, intrínsecas, que aparecen por hibridación y le imprimen ese carácter a cada imagen”, agregó.

“Sus recursos vinculados también a las técnicas gráficas y publicitarias son sumatorias de fragmentos netos y absolutos de cada figura en escena. Los colores puros y saturados enfatizan los brillos propios de la manufactura industrial y la producción masiva, convirtiendo a las obras de este artista en verdaderos objetos al límite, al máximo del detallismo, evidenciando una resolución procedimental entendida sólo desde un espacio simbólico de purificación acética, que los vuelve surrealistas de tanto conceptualizar el realismo.

“Sin crear una atmósfera puntualmente, la logra por la limpieza de las formas, por los tratamientos gélidos de sus figuras recortadas en el plano. Tanto que todas parecen ser parte de un universo creado en la volumetría primero, con una corporeidad material auténtica, para ser retratados después con un diáfano preciosismo depurado hasta límites insospechados de gran impacto visual en el plano.

“Monumentales animales alados con sus extremidades asentadas sobre el piso de la escena pertenecen al universo Sara, que utiliza los reflejos sobre sus piezas como parte de un mapeo de distorsiones sobre ellos como recurso de simulación. También plantea a sus objetos como protagonistas centrales flotando en el plano y sin interactuación con el fondo, fluctúan entre una gravedad inexistente y una neutralidad espacial absoluta, que le da una apariencia volumétrica de características únicas a cada imagen producida”.

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Elogio al vacío

“En el tratamiento de figura fondo, hay un elogio al vacío, una dinámica y una inclusión en la materialidad pulida del bloque de cada elemento pintado en el hueco, en la ausencia, en el vacío, como si el positivo y el negativo tuvieran la misma fuerza expresiva y casi una mítica existencia desde lo simbólico.

“Aquí hay una fuerza que hace que las cosas sean. Con partes ciegas como estrategias visuales, la falta está metaforizada y actúa como dotación de sentido de lo presente. Entre la apariencia y la realidad de cada imagen, una dialéctica transversalizada por el lleno y el vacío, una construcción imposible que atrapa, rodea y se apropia del espacio para valorar inmediatamente los opuestos.

“Definir a Sara como modelador del plano, o escultor de imágenes, parece una contradicción, no es posible catalogar fácilmente su accionar visual, ni siquiera es fácil comprender sus búsquedas que aparentan altamente tecnologizadas pero son en realidad de una impecable factura manual.

“En toda la iconografía surreal de este artista hay una constante, sumirse incansablemente en su propio universo de ideas, de intuiciones, de presencias enigmáticas, de irrealidades impuestas en una tridimensión que sólo se representa en el plano y que a veces deja que alguna cosa tome corporeidad y se multiplique en el espacio escénico visual”, destacó.

Lo lúdico y lo necesario

Por su parte, Daniel Molina sostiene que “las imágenes de estas pinturas mezclan un perro con un diamante o una cara con una plancha metálica agujereada o una caja con unas alas. Esa mezcla se produce bajo el signo de lo onírico. Freud habló del ‘trabajo del sueño' como condensación en una imagen de fragmentos de otras. Sara lleva eso más lejos: el deseo es visto en sus telas como una recopilación de mutilaciones encastradas.

“Estas obras híbridas mezclan lo concreto con lo ilusorio, lo pasional con lo racional, lo lúdico con lo necesario. Son híbridas y contradictorias: a lo inmóvil le surgen alas. El mundo de Sara no puede existir más que en la mente (es decir; en la memoria de su computadora). Allí viven esos seres que el artista genera digitalmente y que luego traslada a la tela. La pintura termina dotando de cuerpo a lo que nació como lenguaje binario”.

“Sara pinta como imagina. En sus cuadros, el mundo se reduce a la interacción de un objeto con un horizonte, una superficie en la que apoyarse o un aire que la rodea. Ese fondo o superficie es siempre plano, casi siempre estridente y por lo general difuso. ¿Dónde está lo que vemos? Está en lo inconsciente. Sara no pinta lo que vemos, sino lo que imaginamos”.

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