Roberto Passucci, una de las glorias de 1989...

“Durante años tuvimos las puertas de Unión cerradas”

Dijo que lo de anoche fue emocionante y que siente que “por fin se respetó la historia del club”.

“Durante años tuvimos las  puertas de Unión cerradas”

Roberto Aníbal Passucci, un duro del fútbol, un “5” de enorme personalidad que jugaba con el cuchillo entre los dientes. Gran referencia de ese equipo del 89. Foto: Flavio Raina

 

Enrique Cruz (h)

Daría la impresión que muchos de estos muchachos que ya, en la gran mayoría de los casos, han pasado los 50 años largamente, sienten que lo de anoche fue una reivindicación y hasta se sienten más reconocidos ahora que en aquél momento, hace 25 años, cuando llegaron a la gloria. No por la gente, claro. Por eso, fue inevitable para Roberto Passucci, por ejemplo, dejar traslucir la emoción esta mañana, cuando desayunó con El Litoral en el Hotel España antes de regresar a Buenos Aires y continuar con su trabajo en Boca.

—¿Qué tal lo de anoche?

—Emocionante, nunca nos imaginamos ver tanta gente, tanta alegría y reconocimiento. Me gustó mucho.

—¿Sentís que hubo una especie de revalorización, para ustedes, de aquél logro siempre presente en el hincha por haberle ganado nada menos que a Colón?

—Lo que sentí fue que ayer se respetó la historia del club y el sentido de pertenencia. Cuando un club tiene sentido de pertenencia, empieza a ser grande. Para nosotros fue un mimo maravilloso.

—¿Sentís que en algún momento te cerraron las puertas de Unión?

—Durante muchos años, las puertas de Unión para los campeones del 89 estuvieron cerradas. Llegó gente que no entendió la historia ni la respetó. Entonces, aquellos que conseguimos algo tan valioso para el club no pudimos volver. No sé por qué habrá sido, lo bueno es que a partir de anoche hay una apertura hacia los hombres que hicieron historia y este es un mensaje para los directivos, en el sentido de que pueden respaldarse en los hombres que hicieron historia porque tenemos la espalda ancha.

—Por lo que Unión va a jugar en los próximos meses, ¿considerás que es un momento clave?

—Unión tiene que entender que no hay salvadores individuales, sino un equipo que te va a salvar. Sólo los equipos bien conformados son los que te llevan al éxito. Anoche lo hablamos con Leo Madelón: este es un torneo muy importante, pero a la vez el más difícil. ¿Sabés por qué?, porque todos están convencidos de que se puede ascender, eso te genera una obligación tremenda y salir entre los cinco primeros no será fácil.

—Lo que decís, de los salvadores, es algo típico en club como Unión, en dónde se piensa que uno solo, ya sea dirigente o entrenador, y no es por Spahn y Madelón, pueden con todo...

—Eso no te lleva a nada. Fijáte lo que pasó con nosotros en el 89. Eramos unos leones que nos pusimos codo a codo sin que uno solo se apartara, ni para ir más al frente ni para bajar la guardia. Fuimos un equipo, sin figuritas.

—Y eso que en ese plantel había algunos pesos pesado importantes...

—Yo venía de Boca, Madelón de San Lorenzo, Pepe Castro de jugar la final del mundo con Argentinos, Gustavito Tognarelli de Newell’s, Toto García de River... Y fuimos todos iguales. El secreto del éxito pasa por la humildad y la conformación del grupo.

—Vos estás trabajando en Boca, pero todos hablan en este país del proyecto de Lanús y de Vélez. ¿Es así?

—Nosotros, en Boca, estamos haciendo un laburo increíble; Newell’s también, Estudiantes, Banfield... Están dentro de una línea de juego, le enseñan al jugador a ser protagonista dentro del juego. Nosotros en Boca trabajamos en líneas altas, o sea en presionar arriba y para eso hay ejercicios específicos. El jugador llega con muchos conceptos aprendidos.

—En tu época de jugador, eso no existía...

—Por supuesto. Hoy el jugador tiene que llegar a Primera sabiendo cómo presionar en cada uno de los sectores, sabiendo de qué manera se puede obligar a que el rival vaya hacia el costado para meterle presión en ese sector y recuperar allí la pelota... Eso se trabaja, no se habla. Lo está haciendo River, Boca, Estudiantes. Los que no se sumen a ese cambio, en tres años se quedan afuera de todo.

—Siempre se dice que jugar en la cancha de Unión no es fácil. ¿Cómo pensás que va a influir eso en este equipo, teniendo en cuenta la obligación de ascender?

—Dependerá de los jugadores. Nosotros fuimos muy fuertes en 1989 porque hacíamos presión alta, apretábamos en tres cuartos de cancha y obligábamos a los rivales a tirar pelotazos y nuestros defensores se divertían. Eso generaba mucho entusiasmo en la gente y la presión fue siempre positiva, aún en los momentos malos, que los tuvimos.

—Qué tema el de Riquelme, ¿no?

—Es un tema difícil, caliente. Llega un momento en que son como los amores, que no sabés si al final te hacen bien o mal. El tiempo lo transformó en nocivo para Boca. Y lo que viene para adelante es lo que nos va a responder si Boca acertó o se equivocó en el manejo de esta situación.

—¿Cambió el fútbol en 25 años?

—Hay una camada de entrenadores que siguen insólitamente con un sistema que no va más, el de trabajar como lo hacíamos nosotros, con un día fuerte de entrenamiento en la semana, fútbol el jueves, algo más el viernes, pelota parada el sábado y a jugar el domingo. Hay que abrir la cabeza a lo que se viene, el fútbol cambió mucho en los últimos diez años. Y algunos se creen protegidos por la chapa, el nombre y los logros.

—¿Cómo se juega hoy?

—El jugador tiene que llegar sabiendo cuáles son todas las variantes que le permita llegar al arco rival, porque hay que ser ofensivo. El “5” en mi época quitaba y la daba para el costado. Yo lo hacía y me fijaba en Altamirano o en Humoller, y esto no va más. Ahora el “5” tiene que saber meter una pelota entre líneas, quebrando la línea de volantes rivales. El “5” le mete la pelota al enganche o al delantero, de espaldas a los defensores rivales, para que gire y ataque. ¡Andá a hacerle entender esto a un tipo de 65 o 70 años que viene con la vieja enseñanza!

—¿Eso se trabaja, se perfecciona?

—Obviamente, nosotros tenemos un trabajo específico. A mí nadie me enseñó a meter pelotas entre líneas en mi formación como futbolista, sin darse cuenta de que es un arma mortal para los defensores rivales.

—En algún momento se dijo que desaparecían los wines, luego los marcadores laterales y ahora los enganches...

—Nada debe desaparecer. Un esquema que se utiliza mucho es el 4-2-3-1. Jugando así, tenés un doble cinco que le tiene que meter la pelota a los tres de más arriba. En este método, los tres que juegan arriba del doble cinco, son wines y un enganche. Además, debés tener alguien que termine la jugada. El enganche no puede desaparecer.

—¿Te vas contento de Santa Fe?

—Sí.

—¿Te gustaría volver?

—Sí.

—¿Ves que ahora la puerta ya no está cerrada?

—Después de lo que ví ayer...

 

Desde la policía departamental de San Francisco se informó que no se permitirá el ingreso de hinchas de Unión o neutrales al partido del domingo, tal como se especuló en un principio.

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“Brasil se quedó en el tiempo y están jodidos. Ellos creen que tienen que jugar como en 1970. No se dan cuenta de que hoy el fútbol se juega con una intensidad que no existía en esa época”.

Roberto Passucci

Actual entrenador, ex jugador de Unión

Las “patadas” y los árbitros...

“Uy, el hincha pelota de Passucci”

Enrique Cruz (h)

—¿Terminaste peleado con todos los árbitros?

—Cuando jugaba sí...

—Eras fuerte, jugabas con el cuchillo entre los dientes pero sin mala intención. ¿O me equivoco?

—La única patada con mala intención fue la que le pegué a Ruggeri... Y hay una acá...

—¡No me digas!

—... Había un payador en una radio de Santa Fe, en ese tiempo, que me bautizó cuchillo o algo por el estilo, no me acuerdo bien... Fue un partido contra Chacarita, cuando vino un chiquitito llamado Lugo. ¡Me acuerdo que le pegué una patada en el traste...!

—¿En el trasero?

—Sí, sí, en el trasero... El estaba de espaldas y yo le quise tirar una patada para sacarle la pelota...

—...¡Y pegarle!

—... Bueno, sí, y pegarle también... Pero creo que no fue con mala intención... Pegó un grito tremendo... ¡Creo que todavía le debe estar doliendo!

—¿Qué era lo que te molestaba de los rivales?

—Yo tenía un instinto de recuperación de pelota y eso era lo que me molestaba, cuando no la podía recuperar. Entraba en ebullición y por ahí a alguien se la ponía... ¡Ni hablar si me metían un caño o un sombrero!... Pero estas cosas funcionaban como una mojada de oreja, porque a partir de ahí arrancaba.

—¿Qué árbitro te bancaba?

—Lamolina, Abel Gnecco, que dirigió la segunda final... Tuve problemas con Ithurralde y con Demaro... Con Demaro tengo una linda anécdota.

—¿Podés contarla?

—... Yo era un tipo jodido, hablaba mucho y enloquecía un poco a los árbitros. Jugaba para Boca un partido en la Bombonera y lo volví loco diciéndole cosas. Veía que el tipo tenía pánico y no me decía nada. Cuando vengo a Santa Fe, nos toca un partido contra Banfield y dirige Demaro. Entonces le dije a los muchachos: ‘No se hagan problema que a este tipo le podemos decir de todo’. En la primera que le protesto, me mostró la tarjeta... Ahí me dí cuenta de que era la cancha... Estoy seguro de que cuando un árbitro me dirigía, pensaba antes del partido: “Uy, está el hincha pelota de Passucci...”.

“Durante años tuvimos las  puertas de Unión cerradas”

Passucci junto a Gustavo Tognarelli, el arquero de ese equipo de la hazaña del ascenso ante Colón, desayunando con El Litoral esta mañana.

Foto: Flavio Raina