Literatura y cine

“Bajo la misma estrella”

“Bajo la misma estrella”

Shailene Woodley y Ansel Elgort son los protagonistas del exitoso filme, que sigue en cartel en Cinemark. Foto: 20th Century Fox

 

María Celia Rocchetti

“Bajo la misma estrella” es el título de una película que se estrenó el 6 de junio en EE.UU., el 26 en la Argentina y sigue con su serie de presentaciones en diferentes países con un gran éxito. Es una historia de cáncer y amor: dos adolescentes enfermos se conocen en un grupo de apoyo, se enamoran, hacen un viaje juntos para cumplir un sueño y uno de los dos muere.

La película está basada en la novela del mismo nombre que se publicó en 2012 y que es un best-seller, con 9 millones de copias vendidas, siendo el más vendido en lo que va del año en Amazon, entre otros méritos. John Green la escribió inspirándose en las experiencias que tuvo con niños enfermos mientras era capellán en un hospital. Sin embargo, no hay que etiquetar la historia como una típica novela sobre cáncer. Como Hazel Grace Lancaster, la protagonista, dice “los libros de cáncer apestan” y siempre tratan de una obra de beneficencia y de solidaridad. Si su definición de libro de cáncer es correcta, entonces “Bajo la misma estrella” no lo es. Sí podría ser, en cambio, una novela de amor, o de adolescentes. Hay drama, romance, ironía, incluso humor. Pareciera tener la dosis justa de resignación ante lo inevitable y la esperanza. No es cursi, ni morbosa. Aun así, tiene toda la estructura de una tragedia, en la que no se puede impedir un final triste, porque desde el principio sabemos que la protagonista tiene un cáncer terminal.

Volviendo al filme, es fácil asumir que los millones de lectores hayan ido a verlo al cine, de ahí su éxito. Pero no todas las adaptaciones han sido exitosas y la mayoría de las veces los espectadores salen de las salas alabándolo o criticándolo de acuerdo con si fue o no fiel al libro. Pero ¿qué es ser fiel? Algunos teóricos y críticos piensan que cuando se hace una adaptación hay que olvidarse de la fidelidad, o más bien, que hay que traicionarla de cierta manera para ser fiel a ella. Es decir, que la fidelidad pasa por otro lado.

Viendo este caso podemos decir que es muy fiel al libro. Obviamente hay diferencias, partes que se quitaron, personajes que no aparecen, pero aun así es muy fiel. Incluso los diálogos, muchos fueron tomados textualmente de la novela. Esos detalles no bastan para volver “infiel” la película. Por alguna razón las adaptaciones que se permiten un poco de libertad terminan pagándolo con los números de taquilla. Y en cambio otras que se alejan aún más del libro, gustan. En esos casos, el público no espera la dichosa fidelidad, porque tiene conciencia de que sólo son otra versión de la misma historia. Eso pasa, por ejemplo, con la película “Maléfica” de Disney. Nadie dice: “No, esto está mal. Maléfica es mala”. Todos saben que es otra versión del cuento clásico, que no necesita seguir la historia original. Aun así, cuando no está tan claro que la película es algo diferente, separado de la novela, las críticas llegan.

Qué se busca

A la hora de hacer una adaptación, hay que plantearse qué es lo que se busca: hacer una lectura semejante a la de la mayoría o una lectura propia y original.

Son dos cosas distintas. Dos obras terminadas, en distintos formatos, en distintos medios, en distintos ámbitos artísticos. Digo artísticos porque en esta era digitalizada ya no se duda del valor artístico del cine, aunque al principio se veía con malos ojos que se lo llame así. Aunque es de saber común que está muy relacionado a las tendencias del público, al comercio, a la industria y al espectáculo, hoy en día ya nadie objeta que el cine sea arte, porque el concepto mismo de arte ha cambiado. Aunque también sería válido decir que hay diferentes líneas en el cine, algunas que buscan hacer arte y otras que sólo quieren vender. Pero ¿no pasa lo mismo con la literatura?

Generalmente las novelas de las que se hacen adaptaciones cinematográficas son clásicos o best-sellers. Hay también, por supuesto, libros más modestos de distinto nivel de éxito (¿y de qué depende el éxito, de todos modos?) pero no nos detengamos en ellos. A los best-sellers suele relacionárselos con el comercio, con darle al público lo que quiere, lo que ya se sabe que le gusta, sin poner mucha creatividad en la empresa, sin innovar. Lo importante es que a muchas obras de la literatura se las acusa de lo mismo que a obras del cine, de ser solo comercio.

Otro tema son las adaptaciones, un importante punto de cruce entre ambas artes. Permiten ver cómo una misma historia puede ser contada por diferentes medios: la palabra o las imágenes, y así entender lo que es propio de cada uno. ¿Qué es lo que importa en la adaptación? Como ya dijimos, muchos piensan que hay que olvidarse al ver la película de que es la adaptación de un libro y que sólo hay que tomar el valor de la película en sí misma. Para otros, esto sería ignorar que la película en realidad no existe sola sino en un contexto y que tiene un valor también como adaptación. Entonces, ¿cómo se determina si una adaptación cinematográfica es buena? Hay que juzgar el resultado fílmico en sí, y no como adaptación. Y luego, en tanto adaptación, hay que analizar si la película tiene la misma calidad estética que el libro, si produce el mismo efecto. Alli residiría la fidelidad: en la calidad del producto, en el efecto final.

En este caso, como ya manifestamos, hay fidelidad del primer tipo. Pero ¿la hay del segundo? ¿Y qué implica esta fidelidad que busca no alejarse del libro? Es la misma historia pero con algunas partes, escenas e incluso personajes omitidos, y con algunos detalles alterados, detalles que los espectadores que leyeron el libro extrañan. Es inevitable. Esto implica hacer una adaptación cinematográfica de un libro porque incluso siendo fiel es imposible ponerlo todo. La adaptación termina siendo un gran recorte del libro, es decir, un resumen. Por eso los espectadores, incluso cuando alaban la fidelidad de la adaptación, siempre dicen que no llega a la altura del libro. Un resumen nunca puede tener la calidad de un original. Por eso los teóricos dicen que hay que traicionar al libro para serle fiel, para ser fiel a su valor estético, como obra de arte.

Aunque la película sea un resumen del libro, crea un efecto similar en los espectadores, aunque su valor en cuanto al uso de la palabra esté en detrimento. Para crear un efecto similar la película debe ser bastante fiel también en lo que los lectores en general entienden por fidelidad. Pero la historia no solamente pierde al pasarse a película, también tiene muchas cosas que el libro no. Es decir, todo aquello que es propio del cine: imágenes, sonido, e incluso conserva los diálogos. Quizás sea bueno que se hayan omitido ciertas partes a cambio de poder apreciar con los sentidos, con la vista y con el oído: los rostros, las voces, los paisajes, los gestos, la música. Como si fuera un contrato. De eso se tratan las buenas adaptaciones, de no perder en el intercambio. Es difícil saber si lo que pierde “Bajo la misma estrella” al cambiar de formato se recupera con lo que éste tiene de nuevo. Dejemos que los lectores lo decidan.