editorial

  • Según la ONG Red Solidaria, en estos momentos hay 502 familias a lo largo y ancho del país que buscan a personas desaparecidas.

Desaparición de personas

El hecho de que se cumplieran diez años desde la desaparición de Fernanda Aguirre -ocurrida el 25 de julio de 2004 en la localidad entrerriana de San Benito- reavivó el debate sobre la sorprendente cantidad de personas perdidas o desaparecidas, a lo largo y ancho de la Argentina.

El caso de Fernanda es paradigmático. El principal sospechoso del secuestro, Miguel Ángel Lencina, fue detenido después de la desaparición de la adolescente. Sin embargo, a los pocos días apareció ahorcado en su celda de la comisaría 5a. de Paraná.

Tres años después, la Justicia condenó a la esposa de Lencina a cumplir 17 años de cárcel, acusada de haberse comunicado telefónicamente con la familia de Fernanda para exigirle un rescate. Pero en los últimos días, esta mujer logró el beneficio de la libertad condicional, gracias a una ley por la cual se reduce la pena de aquellos presos que estudian en prisión.

El destino hizo que la libertad condicional de la esposa del secuestrador se produjera durante la misma semana en que se cumplía una década desde la desaparición de Fernanda. Pero no fue ésta la única coincidencia: en estos momentos el país sigue con atención el caso de Magaly, una niña de apenas 12 años que durante 18 horas estuvo desaparecida de su domicilio, en la ciudad de Buenos Aires.

La ONG Red Solidaria viene trabajando desde hace años en la problemática, poniendo a disposición de la ciudadanía distintas herramientas tendientes a facilitar el hallazgo de las personas desaparecidas y bregando por instalar la problemática en la opinión pública del país.

El titular de la organización, Juan Carr, reveló que actualmente existen 502 familias en la Argentina que están buscando personas. Del total de desaparecidos, 380 son jóvenes o adultos. Los restantes 122 son menores de edad.

Las estadísticas indican que, cuando se trata de niños o adolescentes, en el 90 por ciento de los casos los chicos aparecen. Sin embargo, existe un remanente del 10 por ciento que difícilmente llegue a tener un final feliz.

La provincia de Santa Fe y la ciudad capital no son una excepción frente a este flagelo. Las fotografías de personas buscadas aparecen con sorprendente frecuencia en los medios de comunicación. Durante los últimos años, el sistema de alerta mejoró gracias al trabajo de la Secretaría de Derechos Humanos, el Poder Judicial y otras entidades públicas y privadas.

Sin embargo, aún existen prejuicios que atentan contra el éxito en la búsqueda de personas. Uno de ellos es la errónea creencia de que debe transcurrir un “tiempo prudencial” antes de que los mecanismos tendientes a encontrar al desaparecido se pongan en funcionamiento.

El otro prejuicio -quizá el más grave- es creer que, en todos los casos, los chicos desaparecidos regresarán tarde o temprano, porque fueron ellos mismos los que decidieron ausentarse de sus hogares. Si bien esta hipótesis es muy factible, los especialistas advierten que siempre se debe actuar con premura y profesionalismo. Las primeras horas después de la desaparición de una persona resultan cruciales para incrementar las posibilidades de éxito en la búsqueda.

En definitiva, se trata de una problemática acuciante. Sin embargo, pocos son conscientes de la gravedad de la situación.

Se trata de una problemática acuciante. Sin embargo, pocos son conscientes de la gravedad de la situación.