EL BUQUE DEJA SANTA FE LUEGO DE 39 MESES

Un marinero santotomesino se va mañana con el Sampan

Se llama Marcelo Acosta: era el sereno del buque y desde hace un mes es uno de sus marineros. Mañana zapará hacia India, en una travesía de 45 días hasta el puerto de Bombay.

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Experiencia. “No lo hago por la plata sino por la experiencia: creo que nunca voy a volver a tener esta oportunidad”, explicó Marcelo Acosta.

Foto: Guillermo Di Salvatore

 

Florencia Arri

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Olor a hierro, a nafta y a grasa. Eso fue lo que sintió Marcelo Acosta la primera vez que subió al buque Sampan. Fue hace un mes, cuando llegó para ser su sereno. Hoy dice que ese olor es parte de él: se unió a la tripulación como marinero, y mañana partirá con el navío hacia Bombay en una travesía de 45 días de olor a hierro, nafta y sal.

La decisión fue una invitación del nuevo dueño del buque, Santosh Biswas, un magnate hindú de trato sencillo que hace un mes pasó por Santa Fe para conocer su inversión y a la tripulación que lo llevará a destino. Con su inglés rudimentario, Marcelo Acosta fue el nexo entre la ciudad y los extranjeros que no hablan español. La tarde del jueves 26 de junio, mientras hacían compras en un supermercado, Acosta escuchó una propuesta que cree no va a olvidar: “¿Querés venir a Bombay?”.

Dice que no lo dudó. Que pensó en su papá, un prefecto retirado que navegó siempre en aguas nacionales y no llegó a altamar. Imaginó timonear un buque de gran porte y, más que nada, “el momento de llegar allá”. Si bien la paga es menor a lo que ganó como sereno, firmó contrato como Marinero de cubierta por 8 meses. “No lo hago por la plata sino por la experiencia -explicó sonriente-, creo que nunca voy a volver a tener esta oportunidad”.

Un argentino entre hindués

Acosta tiene 27 años. Es de Santo Tomé, de barrio Villa Adelina, ya es marinero y estudia Biodiversidad. Llegó al buque hace un mes, como sereno de relevo de Marítima Maruba SA, antes de que se vendiera, y sus nuevos dueños le pidieron que se quede en él.

Con sus pocas herramientas de inglés, entabló amistad con los veinte hindúes que este mes poblaron el barco y lo pusieron en condiciones. “Son sencillos y trabajadores, cada uno tiene su humor y educación, son buena gente”, destacó.

Enfundado en su mameluco naranja, Acosta es una de las tres personas que tomará el timón del buque en altamar, en turnos de 8 horas. “El desafío será aprender los comandos en inglés, porque hablo poco; pero va a ser también lo más lindo”, explicó. A bordo no tendrá Internet: espera conectarse con su familia en las dos paradas que el buque hará en Montevideo y en la isla Maurice del sur de África.

Al mirar hacia adelante, imagina como desafíos “conocer otra cultura, sus comidas y tradiciones; hacer la experiencia de navegar hasta India y quizás conocer un poco al llegar”. El regreso está asegurado: como parte del contrato, ya tiene su pasaje aéreo.

La partida del “Sam”

  • Luego de tres años amarrado en el Dique I del Puerto de Santa Fe, mañana se irá el Sampan. Antes de partir, fue vendido por la agencia Marítima Maruba SA al grupo indio Best Oasis con sede en Bombay. Cambió su nombre por “Sam” y su bandera por la de la República de Palau, ubicada en Oceanía.

Las maniobras comenzarán a las 8.30, cuando lleguen los dos remolcadores que lo asistirán en su partida: “Madrugador” de Buenos Aires y “Tumbador primero” de San Lorenzo. Los trabajos llevarán entre dos y tres horas “porque hay que soltar todos los cabos y remolcar el buque hasta la rada de Santa Fe, el espejo de agua que está fuera del canal”, explicaron fuentes portuarias. Para hacerlo, el buque Sam contará con la asistencia de pilotos: un práctico de puerto lo ayudará a salir al río, y otros dos prácticos de río asistirán la navegación desde Santa Fe hasta La Plata. Por sus dimensiones -tiene 198,58 metros de eslora y 27 metros de manga-, el buque será remolcado “de popa”: por el modo en que está amarrado no tiene espacio para maniobrar y girar, y recién lo hará al llegar al río.

Vale recordar que el navío amarró en el Dique I del Puerto el 11 de abril de 2011, y al anclar despertó sorpresa: hacía años que un buque de este tamaño no entraba a la estación fluvial. Su ingreso fue gestionado por el Ente Administrador y la Subsecretaría de Puertos y Vías Navegables de la Nación. Si bien en principio su estadía se definió en 90 días, se prolongó a los 39 meses.