Mesa de café

¿Otra vez en default?

por Remo Erdosain

Marcial mantiene su habitual calma, pero quienes lo conocemos sabemos que está nervioso. Fue el primero en llegar al bar, pidió su habitual taza de té y se puso a leer los diarios. Cuando llegamos nosotros estaba anotando unos números en su libreta. Apenas nos vio dejó de escribir, nos saludó con su habitual amabilidad y mirándolo a José le dijo:

—Se dieron el gusto; nos metieron en otro default; no les alcanzó con Rodríguez Saá, ahora viene el segundo en poco más de diez años.

—No es un default -responde José.

—Si no es un default, ¿qué mierda es? -pregunta Abel.

—Nosotros -anuncia José- no vamos a ponernos de rodillas ante los fondos buitres y no vamos a hipotecar el futuro de los argentinos. La dignidad nacional está en juego.

—Dignidad con Boudou, Lázaro Báez -comenta Abel.

—El problema -digo- es que la declaración del default es una hipoteca para todos los argentinos.

—Antes resistimos a Braden -recita José-, ahora resistiremos a Griesa.

—¿Vos hablás en serio o en joda? -pregunta Marcial.

—Nunca hablé tan en serio. Esta es una epopeya latinoamericana contra el imperialismo y el capital financiero. Toda América Latina nos apoya, como en Malvinas -completa José.

—Así nos fue en Malvinas -comenta Marcial, en voz baja.

—Yo no me voy a meter con Braden, porque eso ocurrió hace casi setenta años y ninguno de nosotros habíamos nacido. Pero comparar a Braden con Griesa me parece un delirio propio de ustedes -digo.

—La historia en los países coloniales siempre se repite en su antinomia fundamental: Patria o colonia.

—Dios mío -suspira Marcial.

—Griesa es el enemigo del pueblo argentino -insiste José.

—Te recuerdo que es un juez que en su momento tu líder Néstor lo consideró apropiado; es más: él fue el que aprobó que los problemas del canje se deciden en un tribunal de Nueva York.

—Lo extraño -dice Abel- es que el New York Times y el propio presidente Obama están en contra de Griesa.

—Griesa no es Oyarbide -observa Marcial.

—Extraño es para nosotros -digo- siempre acostumbrados a que el presidente o algún factor de poder condicione a un juez. Pues bien, en Estados Unidos esto no ocurre. Aunque a Obama no le guste, Griesa falla según su leal saber y entender.

—Yo creo que está pagado por los buitres -acusa José.

—Lo que acabás de decir es un disparate.

—La cosa es muy sencilla -explica Marcial-, si vos tenés una deuda la tenés que pagar y si encima fuiste a la Justicia y el juez te falló en contra, no queda otra alternativa, salvo que te declarés delincuente o algo parecido.

—Yo creo que la cosa es más grave -digo- el fallo es de Griesa, pero en primer lugar es un fallo de la Justicia norteamericana. No nos olvidemos de que Griesa fue ratificado en todas las instancias, así que no nos enojemos con Griesa, enojémonos con Estados Unidos o con la Justicia norteamericana.

—Estados Unidos no tiene ninguna culpa, la culpa la tienen los que hacen las cosas mal, los que se pasan de vivos y los incompetentes de nuestro gobierno.

—Ustedes digan lo que se les ocurra, lo que yo les digo es que los peronistas sabemos muy bien quiénes son nuestros enemigos.

—¿Y quiénes son en este caso?

—¿Les cabe alguna duda?, Griesa -responde José.

—Yo creo -dice Marcial guiñándome un ojo- que Griesa hace rato que es enemigo de los peronistas.

—¿Por qué decís eso? -pregunta José.

—Haciendo memoria, te recuerdo que el hombre es juez desde 1972 y a los pocos meses de estar en funciones condenó a los principales jefes mafiosos de la familia Genovese.

—¿Y eso qué tiene que ver con nosotros?

—No te apurés que ya vamos a llegar. De la familia Genovese, Griesa pasó a Michele Sindona.

—Me suena ese apellido -dice Abel.

—Banquero mafioso, operador financiero, hombre de confianza de Marcinkus, el banquero de Dios y mano derecha de Licio Gelli. Pues bien, a ese nenito del poder, a ese lobbista de las finanzas internacionales, Griesa lo metió en cana. Veinticinco años de condena, condena que cumplió apenas cuatro años, porque tuvo la mala suerte que en lugar de ponerle azúcar al café le puso cianuro o le pusieron cianuro para ser más preciso y murió en el acto.

—Sigo sin entender qué tenemos que ver nosotros.

—Ya llego. La condena de Griesa desató la persecución a la logia de Licio Gelli. En la volteada cayeron diputados, funcionarios, oficiales del ejército italiano, sacerdotes. Pasado en limpio: los fallos de Griesa desarticularon a la organización mafiosa más importante de los últimos años.

—¿Y los peronistas qué tenemos que ver?

—Elemental Watson: Licio Gelli, un hombre que se inició en el fascismo, fue entre otras cosas un íntimo amigo de Perón. Tan amigos fueron que acompañó a Perón en el viaje del retorno. Y por si ello fuera poco, en su momento el general le entregó a Gelli la Orden del Libertador, la orden honorífica más importante que puede entregar la Argentina. Como frutilla del postre, Gelli fue designado embajador de Argentina en Italia, cargo que mantuvo después de 1976. Lo cierto es que en los años del peronismo la logia P2 se transformó en esos años en una suerte de unidad básica. Allí estaban López Rega, Lastiri, Vignes, por mencionar los más conocidos. Después vinieron Massera y Suárez Mason. O sea que Griesa sabe muy bien lo que es tratar con peronistas.

—Me parece un argumento absolutamente rebuscado.

—Para vos es rebuscado, para mí es transparente.

—Lo que yo no entiendo -dice Abel- es por qué se dejó todo para lo último, por qué no se tomaron recaudos para impedir que nos pase lo peor.

—Porque son incorregibles -agrega Marcial.

—Yo lo que sé -digo- es que hubo muchas oportunidades para arreglar en buenos términos, pero la Señora prefirió hablar para la tribuna, creerse una suerte de heroína popular enfrentada a los imperialistas esquilmadores.

—Ustedes una vez más nos dejan solos -reprocha José-, una vez más somos los peronistas los que debemos enfrentar a los enemigos de la patria aliados con los cipayos de adentro.

—Esas palabras me pareció haberlas escuchado hace muchos, muchos años -dice Marcial con tono zumbón.

—Lo que yo creo -insisto- es que otra vez se produce el efecto inverso. El gobierno dice que no va a hacer nada que comprometa el futuro de los argentinos, pero de hecho, con su conducta condena a los argentinos a vivir las consecuencias deplorables de un default.

—No seamos tan negativos -dice Abel-, a lo mejor les queda un conejo en la galera.

—Yo creo que a los conejos se los comieron a todos, como se comieron las cuentas del país -dice Marcial.

—El problema -digo- es el default, pero sobre todo lo son las condiciones en las que se va declarar este default: sin reservas, sin inversiones, con recesión, con inflación y una economía postrada. El default va a agravar todos los problemas y, por supuesto, los que más lo van a sentir son los sectores sociales más desprotegidos, es decir, los pobres.

—No comparto -concluye José.

MESADECAFE.tif