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Ulises en el mundo moderno

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“El regreso de Ulises”, de Giorgio De Chirico.

Más allá de la visión que nos presenta la Odisea, el relato por antonomasia y más completo que haya llegado a nosotros sobre Odiseo-Ulises, múltiples son las referencias que contamos sobre él, que diseñan un retrato a veces contradictorio (su carencia de escrúpulos, sus artes del engaño, sus mentiras y artimañas traicioneras aparentemente en conflicto con su carácter heroico). José Emilio Burucúa en El mito de Ulises se ocupa de las revisitaciones y reconstrucciones del mito en los tiempos modernos, anotando ya en la introducción dos aclaraciones referidas a ese carácter contradictorio en los retratos de Ulises: “La primera, que ninguna mitología, salvo quizá la cristiana, se ha planteado la coherencia entre las diversas historias que se cuentan acerca de los dioses y los hombres. La segunda, que precisamente esas oposiciones en la conducta y en la vida íntima de Ulises forman el diseño peculiar y característica de este héroe, lo que lo diferencia de los otros personajes poderosos del ciclo homérico”.

Burucúa comienza su estudio presentando una síntesis de la Odisea, sustentando la exposición con referencias que existen del teatro griego, pinturas en vasos, el arte mural, incluyendo la poesía y la prosa que sobre el tema aportaron los latinos. También ofrece un panorama sobre las fantasías que la Edad Media cultivó alrededor de la figura de este héroe. Se detiene así en el teatro ateniense del siglo V, en las apropiaciones latinas (como las Metamorfosis de Ovidio), el mito en vasos y frescos romanos, Ulises y las alegoría de los Padres de la Iglesia, el Ulises dantesco, las lecturas de los humanistas, para progresivamente llegar a la revalorización de Homero en Fénelon, Vico, Goethe y los románticos.

En la literatura y la pintura contemporáneas, desde luego, la presencia de Ulises es riquísima. Burucúa se detiene especialmente en los textos de Joyce, Kazantzakis, Haroldo de Campos, Borges y Anita Desai, en los ciclos pictóricos de Marc Chagall y en la ópera de Luigi Dallapiccola.