mesa de café

De Cavallo a Kicillof

MESADECAFE.tif
 

Remo Erdosain

El retorno del calor nos sorprende a todos. Abel hace un comentario acerca de los caprichos de agosto y los prolongados calores santafesinos; José asiente y lo llama a Quito y le pide un liso. Marcial, por su parte, insiste en su té de todos los días; yo aprovecho para pedir mi consabido cortado mitad y mitad.

—La compañera presidente estuvo brillante por cadena nacional -anuncia José.

—Tanto brillo encandila -murmura Marcial.

—¿Y se puede saber qué fue lo que te deslumbró tanto? -pregunta Abel.

—Es una jefa de Estado de primer nivel, una política excepcional... las futuras generaciones se lo van a reconocer...

—De las futuras generaciones, es decir, de nuestros bisnietos y tataranietos, lo único que sabemos es que no los vamos a conocer -acota Marcial.

—Ellos tampoco nos van a conocer -replica José-, pero es muy probable que según sean nuestros actos, deban sufrir sus consecuencias.

—Todo depende del punto de vista que se mire -digo- y sobre todo del país que le dejemos.

—A eso me refiero precisamente -dice José-, porque nosotros le vamos a dejar un país desarrollado, con inclusión social, con políticas exteriores independientes...

—O sea que le van a dejar el “relato”, que traducido a buen castizo, podría decirse el “verso” -observa Marcial.

—No entiendo lo que querés decir.

—No entendés o no te conviene entender, pero te lo explico con pocas palabras: ustedes han suplantado la consigna “la única verdad es la realidad”, por la de “la única verdad es el relato”. Puede que les dé buenos resultados por el momento, pero no sólo no son la misma cosa, sino que en la mayoría de los casos son exactamente lo opuesto.

—Los números no mienten.

—Pero confunden, sobre todo cuando se los usa de mala fe. Cualquier duda, preguntarle a los muchachos del Index. Somos todos grandes en esta mesa como para que nos vengas a correr con los numeritos que le dan a leer a tu presidente.

—Es la presidente de todos.

—Lo será jurídicamente, en lo personal yo no tengo nada, pero nada que ver con esa mujer -refuta Marcial.

—Se debe admitir de todos modos -digo- que en la última aparición en cadena nacional la señora estuvo bastante sobria.

—Lagrimeó sobriamente -reconoce Marcial.

—Ustedes como siempre se quedan en los detalles.

—Alguien dijo que Dios está en los detalles -dice Abel.

—No lo creo -observa Marcial- yo postulo que el diablo es el que suele estar en los detalles, motivo por el cual hay que prestarles más atención.

—No se vayan por las ramas y vamos a lo que importa. Vamos a cumplir con nuestros compromisos internacionales, pero los vamos a cumplir imponiendo nuestras condiciones -declama José.

—Entonces no los van a cumplir -corta Marcial.

—Los vamos a cumplir, pero defendiendo el interés nacional, es decir, vamos a pagarles a los bonistas que se acogieron al canje aquí, en la Argentina y bajo jurisdicción argentina.

—Te recuerdo que en cualquier parte del mundo, cumplir con los contratos significa cumplir con lo que se firmó.

—¿Y entonces? -pregunta José.

—Que ustedes decidieron que la jurisdicción sea Estados Unidos y que el juez sea Griesa, y ahora como no les gusta lo que pasa o se engolosinaron con las encuestas y quieren jugar a ser soldados chavistas, deciden cambiar las reglas de juego, reglas que, repito, ustedes mismos establecieron.

—Nosotros vamos a defender nuestro interés, no el de los yanquis.

—Lo hubieran pensado antes -digo- cuando resolvieron que todo se arregla en Nueva York.

—Fue una respuesta táctica del momento responde José.

—Así son para todo -comenta Abel-, todo son respuestas tácticas, salir del paso y después hacer exactamente lo contrario de lo que escribieron y firmaron.

—Como dijo el general, la conducción es un arte.

—El arte de cagar al prójimo -completa Marcial.

—En este caso, si a alguien estamos perjudicando es a los fondos buitres -sentencia José.

—A los fondos buitres no los perjudican -digo-, nos perjudican a los argentinos, a todos los argentinos, porque dejan al país sin crédito, nos aíslan del mundo...

—Ése es el verso clásico de los gorilas -contesta José-. Hace años que nos vienen diciendo lo mismo y acá andamos...

—Como la mona andamos -exclama Marcial-. Inflación, recesión, desocupación, caída del poder adquisitivo de los salarios. Y no te cuento nada del campo, porque eso es una tragedia: están liquidando la ganadería y los frigoríficos, los tambos se están cerrando, todas las alternativas modernizadoras las han boicoteado...

—Y a eso sumale la corrupción escandalosa -agrega Abel-, estamos gobernados por ladrones que inventaron un “relato” para justificar su pulsión de enriquecerse a costa del patrimonio público.

—Yo observaría algo más -digo-. Dudo de que los bonistas, los del canje y los que no entraron al canje acepten esta propuesta.

—Si yo tuviera bonos, preferiría que el juez sea Griesa y no Oyarbide y que la plata me la pague un banco norteamericano y no Boudou -reflexiona Abel.

—Eso es lo que piensan los vendepatria.

—Eso es lo que piensa cualquier persona sensata, por lo que tengo mis serias dudas de que la propuesta de la Señora se vaya a cumplir -digo.

—Yo no tengo dudas, yo estoy seguro de que no se va a cumplir.

—Ladran Sancho -exclama José-. El país tiene algunos problemas, pero está mucho mejor que en 2001 y cuando nos vayamos va a estar mucho mejor...

—Va a estar mejor porque ustedes se van -dice Marcial.

—Pero peor que en los tiempos de Cavallo -corta Abel- que nunca fue santo de mi devoción, pero que al lado de ustedes es Gardel.

—Gardel para nosotros es el compañero Kicillof.

—No me hagás reír que tengo los labios paspados -responde Marcial-, a ese pibe yo no le daría para que administre la secretaría de recursos de un centro de estudiantes.

—Yo no soy tan duro -digo- me conformaría con que se quede en su cátedra, porque una cosa es ser un buen profesor y otra muy diferente es ser ministro de Economía.

—Ustedes en el fondo extrañan a Cavallo.

—En todo caso los que lo tendrían que extrañar son ustedes -dice Abel-, porque durante diez años, Cavallo fue el ministro de los peronistas, es decir del gobierno que el señor Kirchner calificó como el más brillante en toda la historia de la Patagonia.

—Pero, como dice nuestro amigo José, ésas son cosas tácticas que implementa un conductor genial -observa Marcial.

—Para nosotros, Cavallo y Kicillof representan el día y la noche; Menem lo puso de ministro de Economía y después lo pusieron ustedes, los radicales.

—Te recuerdo -digo- que la propuesta para ser ministro de De la Rúa la hizo el compañero Chacho Álvarez, y si la memoria no me falla, el caballero sigue siendo un funcionario de las filas nacionales y populares.

—No comparto -concluye José.