Medio siglo después, el sueño de Martin Luther King continúa

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una placa recuerda el sitio en el que se pronunció el histórco discurso.

El discurso pronunciado el 28 de agosto de 1963 delante del monumento a Abraham Lincoln en Washington DC tiene renovada vigencia. Sin embargo, queda mucho por hacer en materia de derechos civiles.

TEXTO. GABRIEL OTAZO. FOTOS. ARCHIVO EL LITORAL.

 

“Yo tengo un sueño” ( “I Have a Dream”) es el nombre de uno de los mejores discursos de la historia del siglo XX pronunciado por el reverendo Martin Luther King Jr. el 28 de agosto de 1963 desde las escalinatas del Lincoln Memorial, durante la Marcha en Washington que convocó a más de 200 mil personas bajo el pedido de trabajo y libertad.

Esta marcha no sólo representó la unión de muchas organizaciones y movimientos sociales desiguales, con objetivos y funciones diferentes, sino que significó un momento histórico y clave para los Movimientos por los Derechos Civiles en Estados Unidos en sus deseos de acabar con la segregación racial en todos los ámbitos públicos y privados, principalmente en las escuelas y hospitales; la protección de los manifestantes ante la represalías de la fuerza policial; la promulgación de una ley que combata la discriminación racial y, además, la creación de un programa de inversiones de obras públicas para generar empleo, salarios mínimos y un autogobierno para el Distrito de Columbia, con una mayoría de ciudadanos negros.

Este increíble evento no sólo contó con la participación de grandes personalidades del mundo de la política, sino que además incluyó actuaciones de diversos artistas musicales como Bob Dylan, Mahalia Jackson y Marian Anderson, para culminar con el flamante discurso de Luther King.

A pesar de los ríos de tinta que se han escrito acerca de lo asombroso que fue y sigue siendo el discurso de Luther King, nadie se hubiese imaginado que menos de 3 meses después, con el asesinato del presidente John F. Kennedy, la historia del país cambie con la introducción de nuevas reformas en materia de derechos civiles y políticos, y que su sucesor, Lyndon Johnson trabajó arduamente en el Congreso.

Por otro lado, también resulta interesante que el discurso “I have a dream” haya sido propuesto por una vieja colaboradora del pastor, la cantante de góspel, Mahalia Jackson. Y más allá de este dato, aunque estemos frente al discurso más maravilloso del mundo, sabemos que todo depende de las capacidades del orador.

Luther King supo combinar como nadie la estética emocional, los principios y valores para comunicar y movilizar a las personas, es decir que volvió a comunicar en el código de las emociones y los principios para contraponerse a los típicos discursos estándares donde predominan la razón y la economía individualista.

El éxito sustancial del discurso de Martin Luther King radicó en el predominio de la emoción sobre la razón y el interés colectivo sobre el individualismo, porque apeló (aunque implícitamente) a personajes icónicos como Thomas Jefferson y Abraham Lincoln, a textos importantes como la Biblia, la Declaración de Independencia, la Proclamación de Emancipación y la Constitución de los Estados Unidos, con el objetivo de conquistar el alma y la voluntad del público presente. Y vaya que lo hizo.

Thomas Jefferson declaró indigno poseer esclavos, Abraham Lincoln los liberó de sus cadenas y Martin Luther King les devolvió la fuerza y la esperanza, les dio un sueño por el cual creer.

EN TIEMPOS DE OBAMA

Sin embargo, a 5 décadas de esta marcha, la comunidad negra de los Estados Unidos recuerda que todavía quedan sedimentos del pasado racista. El sueño de Martin Luther King sigue más vivo que nunca y más allá de los avances en materia de derechos humanos, el racismo (que tal vez no sirva para denotar todas las hostilidades y opresiones del siglo XXI) sigue siendo moneda corriente no sólo en los Estados Unidos, sino en todo el mundo.

Muchos piensan que con la llegada de Obama a la Casa Blanca, el sueño de Luther King se cumplió el 20 de enero de 2009 y se reafirmó en 2013. Solo basta con ver los índices de violencia producto de la xenofobia o mejor dicho del “racismo global” que todavía predomina en este país tan avanzado para darse cuenta de que, mas allá de las comparaciones que se le pueda atribuir a los nuevos líderes mundiales, Obama nunca será Martin Luther King, Luther King jamás será Lincoln y Lincoln tampoco será Jefferson. Aunque a mi parecer, Obama jamás podrá entrar en la categoría de los referentes que lucharon por la paz, utilizando por ejemplo formas no violentas (recordemos a Gandhi o Mandela), o más aún a los antes mencionados que lucharon por la igualdad y la libertad de los pueblos. Aún siendo afroamericano, solo es una cristalización parcial y nebulosa del sueño Luther King.

Quizás habría que analizar cómo el presidente norteamericano ha entendido los principios de Lincoln y Luther King. Libros que siempre lo acompañaron en la toma de juramento, uno en 2009 y otro en 2013. Pero daría para un largo y extenso debate.

El siglo XXI esta vacío de discursos que tengan en su estructura la emoción necesaria y en su contenido, los principios y valores que vayan más allá de lo racional y lo individual. Los discursos sólo son planes carentes de significado épico para las masas y por lo tanto poco creíbles. Y esto se debe en gran parte a que el siglo XXI está vacío de líderes o mejor dicho, quedan muy pocos. Tal como decía el mismo Luther King: “Tu verdad aumentará en la medida que sepas escuchar la verdad de los otros”. Quizás se deba a que los políticos deban acercarse un poco más a la sociedad para entender la verdad.

Tal como sostiene Antoni Gutierrez-Rubi “I Have a dream es un discurso único. El discurso de un pacifista que ganó el Premio Nobel de la Paz y que murió asesinado por sus ideas, por sus palabras y por su color. Un discurso de paz, pero que no te pacifica, que te remueve, que te llama a la acción y te compromete. Un discurso clave para el siglo XX, que sigue vigente iluminando el siglo XXI. El sueño continúa”.

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Martin Luther King En Washington frente a 200 mil personas.