Asalto, persecución y una fuga increíble para salvar su vida

Historia de terror en el río Colastiné

  • Un joven que pescaba fue atacado por delincuentes. Huyó y fue perseguido. La víctima escapó a bordo de una canoa, con la que se lanzó al río sin remos y a la deriva. Finalmente fue rescatado por Prefectura.
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“De ahora en adelante voy a pensar dos veces antes de ir a pescar solo a algún lado”, dijo Alejandro. Foto: Danilo Chiapello

 

Danilo Chiapello

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Alejandro Arcando (28) es un esforzado trabajador que se gana la vida haciendo revestimientos en seco. “Soy durklero”, como el mismo se definió.

Sus días transcurren junto a su esposa y su pequeña hija, con las que vive en una modesta vivienda de barrio Alfonso.

Ante la falta de trabajo, Alejandro decidió ayer ocupar el día en una jornada de pesca. Claro que ignoraba que dicha opción por poco le cuesta la vida.

Acorralado

Lo que sigue es el relato directo de Alejandro:

* “Ayer me levanté temprano y dije: me voy a pescar. Después de preparar las cosas salí con mi moto hasta el lugar. Se entra a la altura del Makro y después son 5 kilómetros “de nada” por un sendero hasta que llegás al río Colastiné. Es un lindo lugar para pescar”, opinó.

* Yo había tirado las cañas y estaba comiendo unos sandwiches que me había llevado. De pronto veo que llegan dos vagos, de unos 20 años, y comenzaron a insultar a otros muchachos que estaban pescando. Yo los miré y seguí pescando, pero me di cuenta de que tenían una ‘tumbera’.

“Por ahí se me vienen los dos. Suben al puentecito y me encaran. Me preguntan de dónde era. Le contesto: de barrio Alfonso. Pero ya les adiviné la intención.

Yo conozco la maldad. Tengo la sabiduría de haber nacido en un barrio bravo. Entonces sé muy bien cuando alguien viene con malas intenciones. Luego me dicen: ‘¿Me das una caña para pescar?’, y le contesto: ‘¿cómo venís a un lugar así y no te traés nada? El vago me contesta: ‘Vos con esos berretines no vas a llegar lejos’. Y después agrega: ‘te voy a pegar un tiro’.

“Ahí me di cuenta de que estaba acorralado. Porque el puentecito entra hasta el medio del río. A los costados tenés agua, y en la punta estaban ellos. Así que no me podía escapar. Si me hacían tirar al agua me quedaba sin teléfono y sin posibilidad de nada”.

Enterrado en el barro

* “Los encaro y les digo ‘¿qué te pasa?’. Yo lo que quería era que no lleguen hasta la lona donde tenían la tumbera. Veo que se me vienen encima, entonces salgo corriendo pero me quedo enterrado en el barro, y pierdo una zapatilla. Mientras tanto les gritaba ‘cómo me venís a robar, no ves que estoy pescando. Sos un ‘rastrero’. Ahora voy a llamar a la policía. Y de hecho en medio de todo llamé al 911. También a mi padre y mi hermana. Yo sabía que la policía no podía llegar porque el camino es largo, son como 5 kilómetros de tierra. Se me vienen entre los árboles a querer pegarme. Ellos lo que querían era tenerme cerca porque tenían un solo disparo (por la tumbera)”.

Canoa salvadora

* “Me acerco a un rancho y pido ayuda a los gritos, pero no había nadie. Es increíble, pero cuando uno necesita no aparece nadie. Yo gritaba socorro, auxilio, golpeaba la puerta, pero nadie salía. Entonces veo que había dos canoas. Una estaba atada con cadena y la otra estaba agarrada con un gancho. No sé cómo hice pero logré sacar una. Entonces me tiré arriba de la canoa y dejé que la correntada me lleve. No tenía remos, ni nada. Sólo me ayudé con una tablita.

“Después veo un barco arenero. Les grité para que me ayuden..., le hacía señas, pero ellos no se daban cuenta de lo que pasaba. Además no me escuchaban por el ruido de los motores. Entonces se me ocurrió dibujar en el aire con las manos un SOS. Ahí se dieron cuenta y llamaron a la Prefectura. Después me enteré de que ellos me estaban buscando por el riacho Santa Fe, y yo estaba en el Colastiné.

“Cuando llegó el barco de la Prefectura con la tablita tuve que ir hasta el medio del río, porque ellos no se pueden acercar a la costa por el tamaño de su embarcación. Me subieron y les conté todo. Yo ya estaba descalzo (en la persecución perdí la otra zapatilla) y todo mojado”.

Sentir la muerte

Consultado sobre qué pensaba en la circunstancia, Alejandro explicó que “en esos momentos le pedía a Dios que me cuide a mí y a mi hija. Pienso que me salvé gracias a esa canoa. Nunca me vi tan cerca de la muerte. ¿Por qué me pasó esto?, no lo sé. Creo que están locos, sacados... No les importa nada.

“Por suerte logré salir del barro. Si yo me quedaba enterrado me mataban ahí nomás. Si era necesario me iba a tirar al río. Sé nadar y todo, pero no sé hasta dónde iba a aguantar.

“Es la primera vez en mi vida que me pasa algo así. Y la verdad es que se te cruza toda tu vida en un minuto. Mi familia, mi hija... todos. Así que mañana la voy a pensar dos veces antes de irme a pescar solo a algún lado”, culminó.

Historia de terror en el río Colastiné

El lugar. El muelle donde pescaba Alejandro sobre el río Colastiné.