DIÁLOGO CON FRANCO PETROSEMOLO

Arquitectura y arte sacro

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El milanés Petrosemolo estudió en la Escuela Superior del Castillo Sforzesco y se diplomó en el Liceo Artístico de Brera, concluyendo su formación artística en el notable estudio de restauración Altini-Grazioli.

Foto: ARCHIVO

 

Pintor, docente y escultor italiano, el Prof. Franco Petrosemolo visitó la ciudad para presentar en la UCSF las jornadas “El Arte y la Arquitectura en la mirada de Franco Petrosemolo”. Allí abordó temáticas como: “Bernini y Borromini, arquitectos de la Roma Barroca”, “Caravaggio y la Capilla Contarelli”, “Bruneleschi y la cúpula de Santa María del Fiore”, “Miguel Ángel escultor” y “El teatro en su evolución espacial”.

—¿Por qué decidió dejar Italia?

—Abandoné mi país porque se acabó el interés por todas las manifestaciones de arte. La burocracia crea muchísimos impedimentos, porque no está interesada en la cultura. ¡Parece absurdo, pero en la misma escuela se borró o drásticamente se redujo la enseñanza de la Historia del Arte, en un país con más de tres mil años de historia!

—¿Cómo ve la Argentina y Santa Fe en particular?

—La “curiosidad” es la característica fantástica que encontré en este país. Como el niño que crece animado por sus curiosidades, también esta Nación mueve cultura de una manera viva y dinámica, con la misma emoción. Santa Fe es un maravilloso descubrimiento, muy distinto a vivir en Buenos Aires. Es una ciudad dinámica y tranquila al mismo tiempo, alejada de la locura de las grandes metrópolis, pero no por eso menos activa en la inteligencia y la cultura de sus hombres y mujeres. Por lo menos, de los que me ha tocado tratar en tres breves períodos de mi permanencia acá.

—¿Por qué la elección del Renacimiento como período de la historia del arte?

—Creo que en la actualidad estamos viviendo en un momento de profunda crisis. El Renacimiento puso al hombre en el centro de la Historia y estoy fuertemente convencido de que es necesario retomar esta visión del mundo para hacer, como única salida, un Nuevo Renacimiento.

—¿Cuál es la relación -que aparece en estas Jornadas - entre pintura, escultura, arquitectura y teatro?

—Todas estas materias son diferentes formas de expresividad del ser humano. El lenguaje del arte es universal y transversal en el tiempo. Y la arquitectura es la forma, el contenedor de todas las emociones.

—¿Cómo se combinan la tarea del estudioso y docente de Historia del Arte con la del artista plástico, pintor y escultor, en su caso?

—Si compartimos el concepto de que el artista es un hombre que tiene un don de Dios, se puede fácilmente entender que la docencia no es sólo transmitir nociones históricas, sino ayudar a los estudiantes a sacar afuera aquéllo que ellos mismos tienen adentro, como la partera, y esto está bien claro en la mayéutica griega. Por esto estudiar, enseñar y practicar las artes plásticas son diferentes facetas de la misma medalla.

—¿Qué visión tiene del arte sacro? ¿Está vigente o es algo antiguo?

—Es importante aclarar que el Arte Sacro debe ser siempre figurativo. Recuerdo la fuerte polémica del obispo de Colonia (Alemania) S.E. Meisner, que criticaba un vitreaux abstracto presente en una nueva iglesia de su diócesis, diciendo que no estamos ni en una sinagoga ni en una mezquita (la figuración está prohibida en el mundo hebreo y musulmán) y terminaba su crítica diciendo: “Quien rechaza la Imagen, rechaza la Creación”. El arte es una necesidad del y para el alma, no es un negocio, y esto es mayormente válido para el Arte Sacro. Siempre los artistas intentaron poner, a través de sus obras, una relación entre los fieles y la trascendencia. Esta relación es una necesidad imprescindible para el hombre y al mismo tiempo para la Iglesia. La imagen transmite siempre y sólo a través de la belleza, que es el camino ideal para llegar al alma humana. Esto está también escrito en la Carta a los Artistas de Juan Pablo II que invitaba a los artistas a descubrir la belleza de la creación como la clave de redención. En la actualidad, en sintonía con el Papa Francisco, el arte no debería ser ni ostentoso ni excesivamente ornamental, no hablarle al hombre desde arriba sino desde su dimensión, de la misma manera que a su tiempo intentó Caravaggio, transfiriendo lo Divino a un plano más humano y más popular. Creo que el desafío de los arquitectos y de los artistas plásticos de hoy es cumplir esta tarea en una coordinación de intentos con una comunión de visión, desde el proyecto inicial, una afinidad cultural y emocional. Creo que estaría muy bueno formar a los jóvenes arquitectos con una nueva mirada histórica; el pasado no se puede olvidar pero debe ser un trampolín para el futuro, pero también una nueva mirada sobre las artes plásticas. Recién ahora en Milán, en la Accademia de Brera, existe una cátedra de Arte Sacro, pero no la hay en el Politécnico de Arquitectura.

ESTANISLAO GIMÉNEZ CORTE

El Renacimiento puso al hombre en el centro de la Historia y estoy fuertemente convencido de que es necesario retomar esta visión del mundo para hacer, como única salida, un Nuevo Renacimiento.