editorial

  • La presidente dijo en 2012 que si la Argentina tuviera una inflación del 25% anual, “el país estallaría por los aires”.

Cristina Fernández tenía razón

A fines de septiembre de 2012, la presidente Cristina Fernández brindó una conferencia ante alumnos de la universidad estadounidense de Georgetown. Eran los tiempos en que el gobierno nacional mantenía clausurado su contacto con la prensa. Por entonces, la Argentina se había convertido en el país de preguntas prohibidas.

Por ese motivo, aquella presentación de la primera mandataria ante estudiantes norteamericanos concitó una atención inusitada. Y entonces llegó la primera pregunta incómoda: una alumna consultó a Cristina sobre los niveles de inflación que padecía la Argentina y que, por entonces, consultoras privadas calculaban en un 25 por ciento.

La respuesta de la presidente fue terminante: “Si la inflación fuera ésa que pretenden, de 25 ó 26 por ciento, el país estallaría por los aires”.

Dos años después, el gobierno argentino estima que la inflación en 2014 rondará el 25 por ciento, aunque cualquier argentino sabe que el índice general de precios reflejará una suba acumulada que podría llegar en diciembre al 40 por ciento.

Revisar los archivos resulta en este caso revelador. Cristina Fernández, la mandataria que en 2012 consideraba que el país no podría soportar una inflación del 25 por ciento sin volar por los aires, sigue gobernando la Argentina. Y a través de las políticas económicas de su gobierno, llevó al país a ese escenario que hace dos años consideraba insostenible.

A diferencia de otras crisis que sufriera la Argentina a lo largo de su historia, en este caso el derrumbe de la economía se viene profundizando de manera progresiva desde hace años. Quizá por ese motivo, la mayoría de los argentinos no parece haber tomado conciencia de que las variables económicas del país han estallado hace tiempo.

El país se acostumbró a convivir con niveles asfixiantes de inflación, con un cepo cambiario, con récords de emisión monetaria y de incremento del gasto público. Ese acostumbramiento es, quizá, tan preocupante como los problemas en sí mismos.

Pero eso no es todo. El empecinamiento del gobierno por negar la realidad es desconcertante y resulta difícil comprender por qué se siguen aplicando -o incluso profundizando- las mismas recetas que han llevado al país a la situación actual.

Durante el primer semestre de este año, el gasto público aumentó un 47 por ciento en comparación con el primer semestre de 2013. La inflación continuó incrementándose, incluso a pesar de una merma pronunciada en el consumo. El dólar paralelo sigue batiendo récords y arrastrando los precios internos a la suba.

La asistencia del Banco Central al sector público -a través de emisión monetaria- se triplicó en la primera mitad del año, totalizando más de 110.000 millones de pesos entre el segundo semestre de 2013 y los primeros seis meses de 2014. Esto representa el 35 por ciento de aumento sobre la base monetaria.

Cristina Fernández no se equivocó en septiembre de 2012, cuando frente a los alumnos de la Universidad de Georgetown vaticinó que “el país estallaría por los aires” con una inflación superior al 25 por ciento anual. El problema es que muchos argentinos no parecen conscientes de la gravedad de la situación y que el gobierno sigue empecinado en aplicar las mismas recetas que condujeron a este desastre.

Resulta difícil comprender por qué se siguen aplicando -o incluso profundizando- las mismas recetas que han llevado al país a la situación actual.