Descubrir los secretos del té
Diego Morlachetti
El primer Tea Master Certificado de Sudamérica, Diego Morlachetti, rosarino, dirigió la primera cata de té en Paraná, organizado por Té Taragüí. Los participantes aprendieron las claves para la mejor preparación de la infusión, su historia, las características de las distintas variedades y los maridajes que destacan y potencian su sabor.
TEXTOS. MARIANA RIVERA. FOTO. GENTILEZA TARAGÜÍ.
ACERCARSE A LOS CONSUMIDORES. “La primera cata de té, de la mano de Té Taragüí, es un plan general que inició la empresa y tiene que ver con acercarse a los consumidores, ayudarlos a develar mitos y conocer cómo podemos ser mejores consumidores de la infusión. Insta a los asistentes a convertirse en catadores de té por un rato, que aprendan a reconocer algunas cuestiones desde el punto de vista organoléptico y, a partir de ahí, que puedan empezar a conocer, dependiendo de las características del té, para ver qué tipo de comidas es el más indicado y qué otra manera pueden oficiar con él para servirlo en el marco de una reunión social, doméstica. La empresa viene realizando este tipo de evento desde el año pasado en Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Rosario, Bahía Blanca, Mar del Plata, Tucumán y ahora fue el turno de Paraná”.
TRAYECTORIA Y CONVOCATORIA. “Soy director de la Escuela Argentina de Té, con sede en Rosario y Buenos Aires; soy maestro de té certificado, lo que quiere decir que cursé estudios académicos en Estados Unidos; adicionalmente soy embajador de té de la República Socialista Democrática de Sri Lanka para la Argentina, que es la única representatividad oficial que tiene ese país en el nuestro (ya que la embajada está en Brasil). A raíz de mi trayectoria, una empresa como Taragüí, hace aproximadamente tres años, se puso en contacto conmigo, después de evaluar y considerar a otras personas que se dedicaban a la difusión de lo que es el té. Consideraron que la seriedad, la trayectoria y el prestigio que en lo personal he ido acuñando en base al trabajo cuadraban con lo que ellos estaban buscando, para una persona que pudiera convertirse en su brand ambassador (embajador de marca) y encarar con ellos este plan de difusión. Fue un orgullo para mí y acepté, por supuesto. Durante un año diseñamos esta estructura de cata guiada durante una hora y media, que tiene mucho trabajo detrás porque somos muchas las personas (cerca de 50 ó 60) que trabajan desde distintos ámbitos de la empresa para realizar este evento sin cargo para personas de diferentes ciudades de la Argentina”.
DIBUJO DE HOJAS HIDRATADAS. “Nací en Rosario. Este gusto personal por el té se inició desde muy pequeño. Recuerdo que a los 4 ó 5 años esperaba todas las tardes que mi abuelo llegara de trabajar (casualmente, no estoy en un buen momento personal porque mi abuelo del que te voy a contar falleció, y fue una persona muy importante para mí), alrededor de las 6 de la tarde, y nos poníamos a conversar y charlar mientras él se preparaba el té. Yo me ponía un banquito al lado de la mesada de su cocina y él, sobre ella, preparaba el té, con su pava, su taza, su lata negra con letras doradas. Ponía el té arriba de un colador, al que le agregaba agua caliente. Recuerdo que quedaban las hojas flotando en ese colador, que luego retiraba. Además de preguntarme cómo me había ido en el día jugábamos a ver las formas que dibujaban las hojas hidratadas. Luego recuerdo que, cuando tendría unos 10 años, mi abuela reunía los sábados a todos mis hermanos y nuestros primos a tomar el té y charlar. Era un momento de nietos y abuelos, esa costumbre me marcó mucho. Por eso, he tratado de trabajar que el té tiene un importantísimo componente social; más allá de lo que pasa dentro de una taza, el valor fundamental que veo es lo que pasa por fuera, alrededor de la taza”.
VAN PASANDO LAS TETERAS. “Cuando uno se encuentra a tomar el té no es un encuentro corto en tiempo, cinco, diez o quince minutos; dura una hora o una hora y media. El té, quizás por tener un paladar no demasiado intenso, lo podés comer con scons, tostadas, tortas, sandwiches, o lo que fuere permite el hecho de ir moviéndolo y no saturarte o no darte una sensación demasiado vacía en la boca como para concluir la reunión. Podés ir bebiendo el té de una manera pausada, lenta, recurrente, y van pasando las teteras, las tazas, los minutos, las horas. Esto le pasa a la gente: cuando uno charla con los consumidores, la gente queda encantada. Lo recibí así, vivencialmente, como una tradición de mi familia, y le ha pasado a mucha gente, que lo sigue cultivando. Además, en tiempos actuales como los que vivimos en el mundo en general, donde estamos en contacto virtual pero nos falta el contacto físico, son muy importantes estos momentos en vivo y directo, los que verdaderamente fortalecen un buen vínculo. Siempre cuento que el té tiene que ver con esto de compartir con el otro”.
UN VÍNCULO, UNA EXCUSA. “Mi experiencia diaria hoy ya no es solamente de placer; es un placer que tiene también aristas laborales, ya que doy clases, hago capacitaciones para empresas, coordino eventos como los de Taragüí. Y me siento feliz porque me gusta el contacto con la gente, a partir de lo que puede ser una excusa como es el té. En este punto coincidimos con la empresa: queremos dejar un mensaje, que tiene que ver con acordarnos de mantener buenos vínculos, valorizar los momentos en los que podemos hablar en vivo y en directo. Una mesa de té congrega a eso. Todos en nuestras casas siempre tenemos alguna persona que tiene el hábito del té y cada vez se va extendiendo más. Esto nos pone muy contentos porque si el té puede servir para esto está sirviendo para mucho”.