editorial

  • Desde el prestigio que le confiere su trayectoria, la religiosa realizó afirmaciones cuanto menos temerarias, más aptas para el rédito político de algunos sectores que para el esclarecimiento del hecho.

Pelloni y el caso de los mellizos

El enigma de los mellizos desaparecidos en Casilda y los múltiples interrogantes que el hecho desata asumieron un nuevo cariz en los últimos días, a partir de las fuertes imputaciones disparadas por la hermana Martha Pelloni contra el gobierno santafesino.

La religiosa, que ganó público y justo reconocimiento por su actuación en Catamarca luego del asesinato de María Soledad Morales, coordina actualmente la red Infancia Robada. En declaraciones periodísticas, vinculó al médico Dante Binner -hermano del ex gobernador santafesino- con una red de tráfico de bebés e involucró en ella a la gestión socialista.

El caso, en tanto, es tan doloroso como plagado de situaciones confusas. Una mujer de condición humilde, Liliana Montenegro, acusó a dos hermanas empresarias y sus maridos de haberle robado los mellizos que alumbró en julio. Los imputados sostuvieron que habían pactado con ella la entrega de los bebés -para luego formalizar la adopción-, pero que la madre les informó que los niños habían nacido muertos. De hecho, eso es lo que Montenegro -que alega no poder recordar las circunstancias del parto- dijo haber creído en un primer momento, aunque cambió de idea cuando alguien le mostró fotos de los chicos, y poco después comenzó a recibir amenazas.

Esto desató una serie de dudas sobre los dichos de Montenegro, y fue necesario que se llevasen a cabo una serie de pericias para confirmar la maternidad y establecer la salud psíquica de la mujer. En tanto, no se sabe qué sucedió con los chicos.

La repercusión política del tema fue intensa e inmediata, por efecto ineludible de la mencionada vinculación parental. Aunque en los hechos Dante Binner no está imputado en la causa, niega conocer a Montenegro y ella misma, si bien desmiente los dichos de él, nunca lo acusó de nada. Las fiscales que intervienen en el caso debieron salir a aclarar que no sufrieron ningún tipo de presiones desde el poder, como sugirieron o directamente achacaron algunas voces. En la Legislatura, caja de resonancia propicia para este tipo de polémicas, un pedido de informes requiere saber sobre lo actuado desde el Estado en este caso, tanto en la asistencia a la madre como en la búsqueda de los mellizos desaparecidos.

En ese contexto de planteos, elucubraciones e incertezas, las acusaciones enfáticas y directas de la hermana Pelloni parecen, cuanto menos, apresuradas e imprudentes, y especialmente por ser volcadas en una etapa preelectoral. Por lo mismo, desde determinados espacios se las avaló y potenció más allá de lo que hubiese aconsejado una evaluación dotada de un mínimo criterio.

Pero entre los diversos actores de la causa, la reacción fue más razonable: reclamar que la religiosa aporte a la Justicia los elementos de prueba con que pueda contar, para propiciar el esclarecimiento del hecho, la desarticulación de las hipotéticas redes delictivas y, fundamentalmente, la aparición de los mellizos, que para muchos parece haberse convertido en un objetivo secundario ante el afán manifiesto de linchamiento político.

Ése sería indudablemente un aporte concreto para las víctimas del episodio y para la sociedad en su conjunto, más que el atropello de un raid mediático fundado en aseveraciones inducidas o temerarias, que -inocentemente o no- contribuyen a hacer el juego a determinados intereses y en modo alguno a la búsqueda de la verdad, el castigo de los culpables y la protección de los inocentes.

Entre los diversos actores de la causa la reacción fue reclamar que la monja aporte a la Justicia los elementos de prueba con que pueda contar, en lugar de limitarse a un raid mediático.