Los 80 años de Sofía y Brigitte

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Brigitte Bardot, un símbolo de belleza en las décadas del ‘50 y el ‘60.

Con apenas unos días de diferencia, dos íconos del cine internacional y de la belleza cumplen ocho décadas. El 20 de septiembre fue la celebración de Sofía Loren, y mañana será el turno Brigitte Bardot. Distintos orígenes, formas diferentes de encarar la carrera y la vida, pero la misma fascinación de un público que no las olvida.

 

TEXTO. ANA MARÍA ZANCADA.

¿Existe realmente la palabra ancianidad si hay que aplicarla a dos diosas de carne y hueso que fueron íconos de belleza en su momento? Si existe la belleza femenina, ellas la encarnaron en su momento. Sofía y Brigitte, diferentes, hermosas, perfectas, deseadas, envidiadas por todas las mujeres del orbe parecían vestales inmortales, inalcanzables íconos de la perfección, dueñas de una seducción envidiable, situadas en un pedestal ajeno a las debilidades y miserias de una vida ordinaria.

Pero cuando el público extasiado disfrutaba de unos primeros planos que resistían triunfantes cualquier lente, no pensaba que eran nada más que simples seres vivientes para los cuales el tiempo, inexorable, transcurriría con la misma velocidad que para el más ignorado de los mortales.

Este año Sofía Loren y Brigitte Bardot cumplen 80 años. Disfrutaron fama, fortuna y gloria. Pero sus historias han sido muy diferentes.

LA BELLA RAGAZZA NAPOLITANA

Sofía Villani Scicolone nació el 20 de setiembre de 1934 en la Clínica Regina Margherita de Roma en la sala de caridad para madres solteras. Romilda Villani, su madre, llevó adelante esa vergüenza con la entereza propia de una “mamma italiana”. Su lugar de origen, cercano a Nápoles, era Pozzuoli, un pueblito donde el embarazo “ilegítimo” no era bien visto. Pero el destino iría marcando el camino. Romilda tenía un notable parecido con Greta Garbo y fue elegida sobre trescientas postulantes para una película. Pero la negativa rotunda de la madre frustró una carrera sin siquiera comenzar. Sin embargo la semilla estaba echada. Lo que la madre no pudo conseguir sería en la hija.

A los 14 años, Sofía pasó de ser un patito feo desgarbado, a una bella adolescente de largas y perfectas piernas y un pecho opulento. Romilda, tal vez deseando que su hija lograse el sueño que ella no pudo concretar, anotó a la adolescente en un concurso de belleza y allí comenzó todo.

Entre una cosa y otra, madre e hija fueron seleccionadas como extras para el film “Quo Vadis”. Pero los sueños de Romilda iban más allá. Sofía recibió un billete de ferrocarril para viajar a Roma a tomar lecciones de actuación. Distaba mucho de tener un físico perfecto. Era demasiado alta, tenía las caderas muy anchas, la nariz muy larga, la boca muy grande. El marcado acento napolitano no ayudaba mucho y no tenía educación. Sólo sus enormes ojos de un color indefinido transmitían la fuerte personalidad, oculta todavía. De modo que el futuro sonaba incierto. Pero allí estaban los “fumetti”, algo así como nuestras antiguas fotonovelas. Allí encontró cabida la tímida e inexperta Sofía. Uno de los responsables cambió su apellido por Loren y allí se puede decir que comenzó la historia verdadera.

Casi sin pensarlo participó en el concurso de belleza para elegir a Miss Roma. No ganó pero ese fue el momento en que comenzó su nueva vida. Entre el jurado estaba un productor llamado Carlo Ponti que vió en ella a la estrella que podía llegar a ser, y no se equivocó.

Vittorio de Sica la convocó para “El oro de Nápoles”. Pero indudablemente Carlo Ponti fue su Pigmalión. Él se enamoró de ella. ¿Ella? Encontró en él la contención y apoyo que marcó su vida. Y fue creciendo como actriz. “Todo en la vida me costó mucho”, declaró alguna vez. Y así fue, en efecto. Ponti estaba casado cuando la conoció. Italia, en ese momento, no reconocía el divorcio. Pero el mundo era tan grande como el amor de ese hombre que la formó de la misma manera en que la amó. Ella supo ser fiel, salvo en una ocasión en que, trabajando con Gary Grant, conoció realmente el amor. Pero la razón fue más fuerte y Sofía siguió su camino.

Por otra parte, la obsesión por la maternidad la persiguió hasta que, luego de muchos sacrificios y tres embarazos fallidos, pudo concebir a su primer hijo, Carlo Jr. Sofía era ahora realmente feliz.

Sofía ya lo tenía todo. El segundo hijo Edoardo, que luego se dedicaría al cine, completó su felicidad. Supo conservar y valorar lo que la vida le brindó. Creció, maduró, perfeccionó su trabajo, siempre bajo la tutela de Ponti. Su extensa filmografía, más de setenta películas a lo largo de su carrera, no hizo más que confirmar que el instinto de Ponti no se equivocó al invertir en ella esperanza, dinero y amor. Ella fue fiel a ese hombre que la formó, la acompañó y la amó.

Próxima a cumplir sus 70 años fue convocada por Lina Wertmüller para rodar “La casa de los geranios”, en la costa amalfitana y en 2010 nuevamente cine, “Nine”, homenaje a Federico Fellini. Allí compartió cartel con Nicole Kidman. Y en mayo de este año se hizo presente, espléndida, del brazo de su hijo Edoardo. Elegante y seductora como siempre fue invitada de Honor en el Festival de Cannes donde se proyectó un documental sobre su película “Matrimonio a la italiana”, brillante actuación, dirigida entonces por Vittorio de Sica.

Enjoyada con diamantes y esmeraldas, luciendo un elegantísimo vestido que marcaba su todavía envidiable figura o enfundada en un conjunto rojo de remera y pantalón se mezcló sin inhibiciones entre los fotógrafos, regalando a todos su personalísima sonrisa. Era el símbolo de la mujer triunfadora y segura del camino transitado. Exultante, gozando de la vida, de la fama y el respeto que supo conseguir a fuerza de trabajo, disciplina e inteligencia. “La vida es bella y uno tiene que intentar hacer lo que te gusta”, fueron sus palabras entonces.

Cuando cumplió sus 80 años salió a la venta un libro autobiográfico “Ieri, oggi e domani” (“Ayer, hoy y mañana”), el nombre de la película que dirigió Vittorio de Sica, protagonizada por Sofía y que ganó el Oscar a la mejor película extranjera en 1965.

BRIGITTE BARDOT

Otra mujer que este mes de septiembre -precisamente, mañana- cumple 80 años es Brigitte Bardot, pero su historia es muy diferente, a pesar de que también tuvo que luchar en el exigente y frívolo mundo del espectáculo.

Nació en París el 28 de setiembre de 1934 en el seno de una familia de buena posición. Tuvo una educación muy estricta de acuerdo con la época. Estudió danza en el Conservatorio de la Opera Nacional de París donde comenzó a tener problemas al no aceptar las estrictas normas de disciplina. De figura perfecta y bello rostro comenzó a posar para revistas de moda como Elle o París Match, siempre bajo la atenta mirada de los padres. La madre tenía una casa de modas. Brigitte Bardot, con quince años, rostro de muñeca y figura perfecta, participó en un desfile y su imagen llamó la atención de un joven de 22 años, de origen ruso, llamado Roger Vladimir -más tarde Roger Vadim-, ayudante de dirección en ese momento, pero que supo de inmediato que esa niña tendría futuro frente a las cámaras. Al mismo tiempo que la relación profesional, nació el amor, con la negativa paterna, por supuesto.

Brigitte tuvo un berrinche, una depresión y luego consiguió la autorización para trabajar en cine y también para casarse. Vadim tenía seis años más que ella.

En 1956 hicieron “Y Dios creó a la mujer” y todo cambió para la joven rebelde que de pronto se convirtió en ícono de belleza. Su rostro, su cuerpo de muñeca, su expresión inocente, con un brillo de seducción intencional en sus ojos la convirtieron en la protagonista de todos los sueños, tanto de jóvenes como de no tan jóvenes.

“Y Dios creó a la mujer”, en 1956 lanzó a Brigitte al estrellato. Ella no estaba preparada para ello. Su figura dio la vuelta al mundo. A los 22 años ya había participado en doce películas. Fue una fuente de ingresos importantísima para Francia. Puso de moda la playa de Saint-Tropez en la Costa Azul. Desenfadada, su rostro aparentemente inocente incitaba a la lujuria de un público masculino que comenzó a adorarla.

Su vida comenzó a ser un desfile de amantes y esposos. Mientras, la crítica la destrozaba: mala actriz, mala cantante, mala dicción. Ella sufría la presión de tanta fama. Los paparazzi no la dejaban a sol ni a sombra. “Siento que ya no soy libre”, declaró alguna vez. Y luego vino su rechazo a la maternidad.

Su matrimonio con Vadim no duró demasiado. El corazón de B.B. se enamoró nuevamente, esta vez de Jacques Charrier, actor, buen mozo, con el que tuvo, contra su voluntad -según futuras declaraciones- a su único hijo Nicolás, en 1960. De su hijo no se hizo cargo jamás. En cierta ocasión declaró muy suelta que lo tuvo porque no encontró un médico que quisiera hacerle el aborto. Cuando éste fue grande perdió todo contacto con él.

Y el amor con Charrier también se fue con el viento. En el medio hubo un amorío pasajero con el cantante Sacha Distel.

El tercer marido en la vida de B.B. fue Günther Sachs, un play boy multimillonario, heredero de la fábrica de coches Opel. Se casaron en Las Vegas, con un increíble despliegue de prensa, fotógrafos y cámaras. Escenas glamorosas, besos y mimos a granel. B.B. atraía la atención del mundo entero. El mundo hablaba de ella. Para conquistarla, el enamorado hizo llover miles de rosas desde un helicóptero sobre la Mandrágora, la residencia que Brigitte había comprado en Saint-Tropez.

Pero el tiempo pasaba inexorable. La adolescente devenía en mujer. Sus declaraciones a la prensa comenzaron a mostrar a una persona consciente de ello: “La belleza puede seducir un tiempo pero es efímera... Creo que llega un momento en que dejamos de percibirla y somos más perceptivos a la inteligencia o la sensibilidad”.

A lo largo de su exitosa carrera protagonizó cuarenta y ocho películas de las cuales ella misma apenas rescata sólo cinco. Cansada de todo se retiró a su residencia de la Mandrágora y comenzó a invertir toda su fortuna en la defensa de los animales. Subastó sus joyas, incluso un enorme brillante, regalo de Sachs. Fueron famosas sus campañas en contra de la caza de focas en Groenlandia, el consumo de carne de caballo, la “danza del oso” en Bulgaria, las peleas de perro en Rusia, la caza de lobos en Hungría.

Una de sus campañas más publicitadas fue en 1977, con su presencia en Canadá para denunciar la cruel matanza de bebés de focas para utilización de sus pieles. En 2006, ya apoyándose en sus muletas volvió a su país, insistiendo en su prédica. Hizo antesala para entrevistar al Primer Ministro, pero no fue recibida. Un funcionario de segunda categoría le recibió el petitorio pero su mostró firme en la negativa. El mundo entero la seguía a través de la prensa. Ella, visiblemente molesta, casi gritó:”Sólo los idiotas renuncian a cambiar su modalidad”.

Hasta fines del año pasado se exhibían en librerías parisinas ejemplares del libro “B:B: en liberté”, editado por Eyrolles, una colección de retratos inéditos de la actriz, realizados en 1968 en Almería durante el rodaje del western “Shalakó”. Sin embargo su furia contra el mundo se desató nuevamente el año pasado también al amenazar con adoptar la ciudadanía rusa, como su compatriota Gerard Depardieu, si sacrificaban a dos elefantes enfermos. Genio y figura... Anteriormente había casi gritado: “Tengo más cojones que muchos hombres. Ya no quiero seducir para nada ni a nadie”.

* * *

Dos mitos, dos historias diferentes. Dos mujeres que a pesar de los años transcurridos, siguen atrayendo el interés de un público que las admiró en su momento de esplendor. Es difícil asegurar cuál de las dos eligió el mejor camino. Ambas fueron tocadas por la esquiva suerte que selecciona a sus protagonistas. En cierta medida cada una puso lo suyo para construir después, con coraje, inteligencia, voluntad y amor, su propia vida.

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SOFÍA LOREN

En coincidencia con sus 80 años, salió a la venta el libro autobiográfico “Ieri, oggi e domani” (“Ayer, hoy y mañana”), el nombre de la película que dirigió Vittorio de Sica, protagonizada por Sofía y que ganó el Oscar a la mejor película extranjera en 1965.

BRIGITTE BARDOT

Hasta fines del año pasado se exhibían en librerías parisinas ejemplares del libro “B:B: en liberté”, editado por Eyrolles, una colección de retratos inéditos de la actriz, realizados en 1968 en Almería durante el rodaje del western “Shalakó”.

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Sofía Loren, verdadera embajadora del cine italiano.

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B.B. fue una de las actrices francesas más importantes del siglo XX. Filmó más de 40 películas. Hoy vive retirada de los flashes, en su casa del Mediterráneo, y destina su tiempo a la defensa de los animales.

UNA DIVA EN PLENA VIGENCIA

En 1992 Sofía Loren estuvo en Mar del Plata. Allí se la vió como lo que es, una verdadera diva. “El pasado nunca es mejor que el presente”, declaró entonces. En 1994 hizo una breve aparición en el film de Robert Altman, “Prêt-a-Porter”, donde compartió cartel por última vez con su gran amigo Marcelo Mastroiani. Ese mismo año recibió el Globo de Oro. En 1997 la Orden de Caballero de la República de manos del presidente Oscar Luigi Scalfaro, lo que borraba los años en que fue perseguida por la fuga de divisas. Y a los 72 años fue estrella en los calendarios Pirelli.

En 2002 se la vió radiante junto a su hijo Edoardo, que iniciaba su carrera como director de cine, apoyándolo y demostrando ese amor desbordante de “mamma italiana”, orgullosa de lo que ha sabido construir a lo largo de los años.

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Sofía Loren junto a Carlo Ponti, el hombre que supo ver en aquella joven el talento que la convertiría en una figura del cine. Y en México, pocos días atrás, invitada por el magnate Carlos Slim.

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HONORES RECHAZADOS

En 1985, Brigitte Bardot rechazó la más preciada condecoración, La Legión de Honor. Enemistada con el mundo, sin embargo encontró un hombre que la entendiese y aún pudiese amarla: Bernard d’Ormale, de gran fortuna, dedicado a la política. Se casaron en una pequeña localidad noruega, cercana a Oslo, donde reside su hijo Nicolás. Eso fue en 1992. Sin embargo sigue manteniendo el interés del público cuarenta años después de haber abandonado el cine.

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La actriz Sofía Loren luego de recibir el Premio a Toda Una Carrera de manos de su hijo Edoardo Ponti.

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En 1973 Brigitte Bardot se retiró del espectáculo. Preside una fundación con su nombre, en defensa de los animales.