Por las rutas y escenarios

Por las rutas y escenarios

La formación actual: Juanjo García Puente (guitarra), Javier Mulé (bajo), Eduado Goyri (batería), Luis “Pollo” Sáez (voz y guitarra), Ely Pistoni (coros), Fede Jaume (guitarra) y Walter Chávez (guitarra).

 

La Naranja, señera agrupación santafesina, cumplió este año tres décadas en la música, por los que fueron reconocidos por la Legislatura provincial y celebrarán el 8 de noviembre en ATE Casa España. Aquí un recorrido por esa vida artística, de la mano de Luis “Pollo” Sáez, su líder y fundador.

TEXTOS. IGNACIO ANDRÉS AMARILLO. FOTOS. Archivo La Naranja

“Hay gente que me dice ‘yo te vi en tal lado’ y no me acuerdo: hemos tocado tanto...”. El que habla es Luis Sáez, el “Pollo” para amigos y ajenos. El alma de La Naranja, agrupación que festeja 30 años de andanzas en la música. “Tocamos muchísimo, desde el ‘84 que nacimos hasta el ‘98, diría. En el ‘95 salió el primer disco, editado por Barca en toda Latinoamérica. Era tocar dos veces por fin de semana“.

- Era la formación con Gastón Iungman, Silvina Visuara...

- Sí, estuvo Silvina Bosch, después Trinidad García Cocco...

- Paula Daira...

- Sí, hubo 85 músicos en la banda. La formación del ‘95, fue la del disco editado en el país; nos llamaban de todos lados.

- Fueron de los primeros que editaron a nivel nacional.

- En ese sello había editado Psycho, también.

- Y Carneviva en Del Cielito. Ya salir en formato CD era importante...

- Y en todo el país, que salgan en las revistas nacionales, comentarios en otros países. Era grosso (risas).

LA PREHISTORIA

- ¿Cómo fue largar la banda?

- Yo venía de tocar en una banda que fue importante, Agnus. Fue la segunda banda a nivel nacional que editó un disco en forma independiente: lo grabamos en Buenos Aires gracias a Lito Vitale y toda la troupe de MIA (Músicos Independientes Argentinos), ellos nos motivaron a grabar. En cuatro canales, imaginate (risas). Viajábamos todos los fines de semana los 11 a Buenos Aires, nos quedábamos viernes, sábado y el domingo nos pegábamos la vuelta: una cosa de locos.

Y ese disco hoy está considerado de colección. Si buscás Agnus, “Pinturas y expresiones”, vas a ver comentarios de todo el mundo, de Japón....

- Estamos hablando del año...

- ...‘80. Nos compraron los derechos para Japón y toda Europa, se compra por Internet en una edición de lujo. Hace poco vino una gente de Francia, me compraron unos vinilos que me quedaban, y los pagaron... Ellos decía que allá era oro, los coleccionistas se mueren.

- ¿Qué pasó con esa banda?

- Éramos muchos músicos, con proyectos diferentes. Lo que no pasó después con La Naranja, que era un proyecto más personal. Habiendo vivido lo que duran las bandas, dije “bueno, esto es lo que quiero hacer y lo mantengo”.

- ¿Cómo era la consigna? Con la explosión democrática había algo de festivo...

- El rock de los ‘80 fue el mejor, esa movida no se repitió. La democracia, todo eso era muy fuerte, había mucha ebullición y mucha ideología atrás.

Cuando vos tomás la música como un proyecto de vida, es algo inevitable: podés hacer otras cosas, dejar de tocar un tiempo, pero siempre volvés. Todos los músicos de ese tiempo están volviendo a tocar. Si no, es como que te morís.

EL ORIGEN

- ¿Cuál fue la primera formación de La Naranja?

- Ricardo Rojas Molina en batería, con quien surgió la idea; Bobby Nuñez Souza en bajo, Mario Calderón en guitarra y Monchi Mussin en saxo. Con ellos debutamos en el Anfiteatro del Parque Sur, 31 de marzo del ‘84 (a la banda original se le agregó el Turco Mufarrege en percusión, Laura Leal en coros y en seguida a Bobby lo reemplazó Rubén Tucci; a Ricardo después lo reemplazó Lucio Venturini).

- Veranito... La banda entonces empezó en el ‘83.

- Sí. En el ‘84 largamos con el nombre de La Naranja, que tiene una explicación. Estábamos con Ricardo en Playa Norte, pensando el nombre de la banda que estábamos formando, tomando sol. Y viene una mina con una bikini anaranjada que rompía la tierra. Nos miramos y le digo: “¿La Naranja no te gusta?” Teníamos un listado.

En esa semana me voy al festival de rock de La Falda, y lo conozco a Miguel Abuelo a través de una periodista de Tucumán que conocí en el lobby del hotel. Me dice: “Le tengo que hacer una entrevista a Miguel Abuelo; ¿me acompañás? Nos vamos al hotel Sans Souci y me pongo a hablar con Miguel, le digo que soy músico, “toco en una banda”. “¿Y cómo se llama?”. “La Naranja”. Me mira y dice: “Che, buen nombre ese”. Y así fue como quedó.

BANDA ESCUELA

- Hubo por lo menos 15 años a full.

- Nunca dejamos de tocar, pero después tocamos más espaciado. Aparte las generaciones de músicos que van llegando te van copando, nosotros éramos viejos, y está bueno que sea así. Pero por suerte en nuestras formaciones incorporamos músicos de las generaciones nuevas: tocó el Fede Teiler cuando empezaba. Te van dando aire fresco.

- Javier Visuara y Eduardo Goyri se fueron quedando.

- Ellos fueron quedando. Cada uno tiene un proceso interior muy particular. Lo importante es que cuando uno entre a la banda sepa sacar el jugo, que crezca y si se tiene que ir a formar su propia historia está buenísimo que así sea.

- No hace tanto estaba Fabián Rosa tocando teclados, y ahora Javier está de nuevo.

- Siempre les digo, la banda está abierta. Estamos preparando los 30 años, el 8 de noviembre en ATE Casa España. Ahí va a haber nuevos, viejos, intermedios.

- Va a ser como los aniversarios de las escuelas, con todos los ex alumnos...

- Tal cual. Y aún hoy, Carlitos Fernández: lo llamo y viene a grabar con nosotros, pone coros y congas. Vamos a llamar a otra gente que ha tocado y que va a participar en un tema. Tocó Roberto Jaume en un rock and roll que estamos grabando: “Necesito un Hammond, vení y tocá” (risas).

- ¿Cómo se mantiene el espíritu cuando la vida te lleva a otros lados?

- Los músicos estamos siempre conectados con la música. Nunca viví de la música. Pero nunca me desprendí: siempre estoy comprando instrumentos, puse el estudio en mi casa, tengo un set de batería para que no tengan que llevar nada. Es como un vicio (risas).

- Te hace gastar plata.

- Uno la gana por otro lado y la invierte en la música. Pero el que es músico (hay algunos que se consideran pero los miro y...) está internalizado en la música. Siempre quiere tocar, o que lo inviten, o grabar.

RECORRIDOS

- ¿Qué pensaste durante el homenaje en la Legislatura por los 30 años?

- Estaba esperando para hablar y terminé con un rap: Jorge (Henn) terminó enloquecido (risas). Fue un reconocimiento de que hicimos algo importante para la ciudad. Lo valorable de ese momento, que fue lo que dije, fue marcar la cronología: nacimos con la democracia, hay una cuestión ideológica, y muy valorada porque los que fuimos músicos en los ‘70 (y nos metieron en cana y nos perseguían por el pelo largo, que éramos “drogadictos”) valoramos ese proceso posterior.

Por ahí los que no lo vivieron es otra película. Era un compromiso ser un músicos de rock; nosotros en Agnus teníamos letras contra el capitalismo, contra el imperialismo.

Y valoré el hecho de la continuidad: elegimos Santa Fe, y nos quedamos. Porque la idea de que el músico se quiere ir a Buenos Aires... Pero yo tengo amigos allá y cuando vienen dicen “ustedes acá están en la gloria”. Porque ellos pagan para tocar, viven de dar clases. Y por ahí acá nos quejamos.

Aparte los artistas pertenecen a sus lugares. Si los pueblos no tuvieran artistas, ¿qué sería la vida? Está bueno que nos debamos al lugar donde nos tocó nacer y crecer. Por eso está buena la valoración de los medios.

- Tal vez es hoy más fácil para una banda que arranca salir en el diario que allá lejos.

- No sé si es más fácil: es diferente. Hay otra apertura. Volviendo al tema, lo que ocurrió con Virgem es algo espectacular. Yo vi la ópera “Indio” con (Miguel) Bertolino que salía de un huevo en medio del Teatro Municipal. Y me emocioné. Ahora estoy esperando que la hagan de vuelta, porque no la pude ver este año.

BRASIL

- Hay un mito de que ustedes tocaron acá con Paralamas.

- No; acá tocamos con Raiz de Pedra, una banda de jazz rock que trajimos nosotros. Con Paralamas compartimos escenario en el Chateau Rock ‘86. También con Pappo, Virus, Soda Stereo. Raiz de Pedra también, fueron gracias a nosotros. Y ellos nos llevaron de gira a Brasil.

Una anécdota que me contó un periodista del “Zero Hora”: va Charly García a tocar a Porto Alegre y le dicen: “Acá de música argentina conocemos a Mercedes Sosa y La Naranja” (risas).

- ¿Cómo era en esos años (todos más jóvenes) para arrancar y salir de gira?

- Salíamos en una combi con los músicos y yo con mi Citroën 3CV a Porto Alegre y Florianópolis: descargábamos... Delirio, que hoy no lo hacés.

A nosotros ir a Brasil nos abrió un campo personal, valorar nuestra música y ponerla en cotejo con los brasileños: que nos escuchen, nos valoren y se copen, fue una de las cosas más importantes de la vida de La Naranja. Tocamos en la Unisinos (Universidad del Valle de Rio dos Sinos) en un festival que se llamaba SOS Natureza con los músicos más importantes del sur de Porto Alegre.

PRESENTE

- Están grabando. ¿El simple de “Atenti Pebeta” va a estar en el disco? ¿Cómo salió lo de adaptar un tango clásico?

- Sí. creo que todos los músicos terminan en el tango. Para el músico argentino es inevitable. A fines de los ‘80 estuve en Estados Unidos con Gary Burton, que era muy amigo de Piazolla. En ese momento tocaba con él. Me dice: “Eres argentino, quiero tocar un tango contigo”. “No, maestro, discúlpeme”. Y ahí me di cuenta de que nuestra marca afuera es el tango. Ahí me empecé a interesar y escucharlo, y cada vez me gusta más. Todos terminan grabando o versionando: al final del camino siempre te encuentra (risas). La idea es seguir haciéndolos.

- ¿En qué momento uno encuentra tiempo para hacer temas?

- No hay tiempo: por ahí te agarra manejando y te olvidás. Por eso llevo para anotar, pero las músicas se te olvidan: tenés que andar con el grabador. No es “me siento y voy a hacer el mejor tema de mi vida”. Mentira: no sale nada, o sale una cagada (risas).

Cada uno tiene su forma: algunos ponen la letra o la música primero. Para mí es indistinto: sale una y estás años para ponerle la otra. O por ahí todo junto.

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La histórica formación de 1994, en una toma de la sesión la que saldría la portada de “Y ya lo ve”: Sebastián Fernández (bajo), Pepe Díaz (percusión), Sáez (voz y guitarra), Eduado Goyri (batería), Silvina Visuara (coros), Javier Visuara (teclados), Silvina Bosch (coros) y Gastón Iungman (guitarra).

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Ana Suñé junto a Luis “Pollo” Sáez en el Chateau Rock ‘86.