El árbol de la flor rubí

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“Flor del ceibo”, de Fernando Espino.

por Nidya Mondino de Forni

“Típicamente la leyenda es una narración tradicional corta de un solo episodio, altamente ecotipificada, realizada de modo conversacional que refleja una representación psicológica simbólica de la creencia popular y de las experiencias colectivas y que sirve de reafirmación de los valores comúnmente aceptados por el grupo a cuya tradición pertenece”. Se ubica en un tiempo y lugar que resultan familiares a los miembros de una comunidad, lo que aporta al relato cierta verosimilitud en su proceso de transmisión a través de la tradición oral. Experimenta a menudo supresiones, añadidos o modificaciones, surgiendo, de esta manera todo un abanico de variantes. Entre ellas encontramos la leyenda guaraní de “La flor de ceibo”. Obviamente no es una leyenda original de este pueblo que habitaba y habita extensas zonas de la Argentina, Brasil y Paraguay, puesto que, sin duda, el ceibo existía antes de la llegada de los españoles y debía tener su propio mito de origen.

En este caso se trata de la historia de una princesa, Anahí era su nombre, que se destacaba, no por su belleza, sino por la dulzura de su voz y su valentía. A la llegada de los españoles cambió las canciones de amor y de alegría, por encendidos cantos de guerra, alentando así a los guerreros al combate. En una de esas luchas, luego de matar a un soldado español, como bruja, es condenada a la hoguera. Atada a un árbol y al encenderse la leña apilada a su alrededor, en vez de gritar y aterrarse ante el fuego que la cercaba, la valiente princesa comenzó a cantar. Los soldados, aún sin poder entender la letra, también se sintieron conmovidos por el sonoro encanto de su voz. En tanto las llamas, en lugar de atrapar su cuerpo parecían bailar al compás del melodioso canto. Rodeando su cuerpo, y sin tocarlo siquiera, se elevaban hacia las ramas del árbol. En un momento, por extraña magia, una nube de humo cubrió la escena y cuando se disipó, Anahí ya no estaba ahí. El árbol, transformado se había cubierto de bellísimas flores rojas aterciopeladas. Había nacido la flor del ceibo. De allí en más, Anahí sería eterna en cada árbol de ceibo.

José Osvaldo Sosa Cordero (poeta, pianista, director, compositor correntino) es autor de la letra y música de la canción “Anahí” (Leyenda de la Flor del Ceibo). Obra destacadísima de su genio creativo, incorporada en un tiempo al repertorio escolar.

Recrea en ella una de sus tantas versiones.

“Anahí, las arpas dolientes hoy lloran arpegios/ que son para tí./ Anahí, ¿recuerdan acaso tu inmensa bravura/ reina guaraní?/ Anahí, indiecita fea de la voz tan dulce/ como el aguaí./ Anahí, Anahí/ tu raza no ha muerto, perduran sus fueros/ en la flor rubí./ Defendiendo altiva tu indómita tribu/ fuiste prisionera;/ condenada a muerte, ya estaba tu cuerpo/ envuelto en la hoguera,/ y en tanto las llamas lo estaban quemando/ en roja corola se fue transformando./ La noche piadosa cubrió tu dolor/ y el alba asombrada/ miró tu martirio hecho ceibo en flor./ Anahí, las arpas dolientes hoy lloran arpegios...”

En la Argentina, por decreto del 2 de diciembre de 1942 se declara “flor nacional” a la flor del ceibo.

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Flor del ceibo. Foto: José Gabriel Vittori.