Mesa de café

Más de lo mismo

Remo Erdosain

Marcial apoya el diario en la mesa, pone dos saquitos de azúcar en su taza de té y la revuelve con la cucharita. Mientras se entretiene con esos civilizados menesteres comenta como al pasar:

—¿Hasta cuándo el señor Boudou va a seguir siendo vicepresidente de la Nación?

—Si es por preguntar -acota Abel- yo quisiera saber hasta cuándo seguirá en libertad Lázaro Báez.

—Lázaro Baéz y sus socios -digo.

—¿Sus socios o sus socias? -pregunta Marcial.

—Madres gratis -agrego.

—A mí, todo esto me da mucha vergüenza como argentino -admite Abel.

—Hablando de vergüenza -dice José-, ¿qué me cuentan de la designación de Tinelli como personalidad destacada de la cultura? En la ciudad de Jorge Luis Borges, Astor Piazzolla y Alfredo Alcón, el señor Tinelli, sinónimo de vulgaridad, grosería y mal gusto, es designado como referente cultural gracias a las gestiones de los compañeros civilizados del PRO.

—Ustedes ahora están enojados con Tinelli -reprocha Abel- porque se pelearon por la cuestión del fútbol, porque yo no me olvido en los buenos tiempos vivieron una prolongada y amorosa luna de miel.

—Yo no me olvido -recuerda Marcial- que fue uno de los pocos extrapartidarios que participó de las ceremonias fúnebres de Néstor.

—Se unieron por plata y se pelearon por plata -digo.

—Yo creo que un gobierno debe tener otros criterios para hacer alianzas -dice Abel.

—Y yo creo que los políticos que se dicen opositores -retruca José- deberían tener otro criterio para dar premios culturales.

—Después de todo -dice Abel- no perdamos de vista que en los últimos veinticinco años, Tinelli fue el animador con más audiencia en el país.

—¿Y eso qué tiene que ver con la cultura? pregunta Marcial.

—Depende de lo que se entienda por cultura responde Abel.

—Esas disquisiciones con Tinelli no tienen lugar; relacionarlo a él con cultura es como relacionar a la Madre Teresa de Calcuta con Al Capone.

—Me parece que estás exagerando, como siempre.

—Yo creo -digo- que si por cultura se entiende a toda actividad hecha por los hombres, Tinelli puede ser un referente cultural, como también pueden serlo el Gaucho Hormiga Negra o el ciruja que duerme en el baldío de la vuelta de casa; pero si por cultura entendemos un proceso más complejo y refinado de elaboración, un acto creativo que contribuye a desarrollar el conocimiento o la belleza, Tinelli no tiene nada que ver con eso; es más, diría que es exactamente lo contrario.

—En este país, inficionado por el populismo -dice Marcial- los héroes son los cantores de cumbia, los boxeadores, los jugadores de fútbol y los animadores televisivos que transforman a un canal de televisión en la antesala de un burdel.

—Vivimos en un tiempo de degradada decadencia -digo- en tiempos no tan lejanos, los premios culturales o al ciudadano más ilustre se daban por cuentagotas y sus destinatarios eran personajes de muy buen nivel. Ahora, se reparten estos títulos como si fueran planes sociales. Como diría el refrán: a nadie se le niega un cigarrillo o la declaración de ciudadano ilustre

—Yo lo que quiero dejar en claro -advierte José- es que ahora no nos echen la culpa a nosotros; Tinelli, jefe de la cultura argentina es un invento del PRO y como para que el negocio sea redondo, el hombre devolvió los favores hablando mal de nosotros. O sea que golazo por partida doble: Tinelli referente cultural y jefe de la oposición. No nos privamos de nada, nos damos todos los gustos.

—No nos detengamos en las anécdotas -interrumpe Abel-, en este país con Lázaro Báez nos damos todos los gustos. Los ladrones y los corruptos al cuadro de honor.

—El tema no es Lázaro Báez que no es más que un empresario arribista y corrupto -comento- el tema son las relaciones de Lázaro Báez con Máximo y Cristina.

—Eso lo tienen que probar.

—Que lo prueben los jueces o los abogados -dice Marcial- yo ya tengo posición tomada al respecto; todo es tan evidente que no hace falta contratar a un investigador para saber lo que está a la vista de todos.

—¿Y la presunción de inocencia? -exclama José.

—Vale para los tribunales; en esta mesa de café, Lázaro Báez es socio de Máximo y de Cristina.

—Después de todo -dice Abel- Marcial no hace más que repetir lo que dijo el señor Echegaray.

—Fue algo raro lo de este señor -digo- porque primero desmintió cualquier relación societaria, pero en otra conferencia de prensa admitió la relación comercial

—Es que todo es tan evidente -insiste Marcial-, este señor Báez, por ejemplo, hace unos años vivía en una casa de un plan social y andaba en un auto atado con alambre. Ahora es uno de los hombres más ricos de la Argentina.

—Tengo entendido que él pagó el mausoleo de Néstor -recuerda Abel.

—Yo, en su lugar -dice Marcial-, le pagaría un monumento en cada ciudad de la Argentina. Era un seco y ahora es multimillonario.

—Son multimillonarios -destaco- Báez es el testaferro, pero creo que no queda ninguna duda para quién trabaja este buen hombre.

—Daría la impresión de que para Singer y los jueces de Uruguay y Nevada este tema está muy claro. —No sé por qué hay que creerle a un buitre despreciable como Singer.

—¿Qué querés, que le creamos a Oyarbide, o a la señora Gils Carbó, o a ese próspero patrón de prostíbulos que se llama Zaffaroni?

—Yo creo que estas malas noticias -dice Abel- son las que explican los problemas de salud de la Señora o los miedos de que la quieran matar en Estados Unidos.

—A nadie le gusta ir preso.

—No comparto -responde José.

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