Preocupante situación

Jaqueado por los asaltos debió cerrar su negocio

  • Se trata de la panadería Santa Catalina, la que funcionaba en 4 de Enero e Irigoyen Freyre. En dos meses sufrió cuatro robos a mano armada.
Jaqueado por los asaltos debió cerrar su negocio

El cierre del comercio frustró abruptamente una serie de ilusiones y proyectos que estaban en marcha.

Foto: Mauricio Garín

 

Danilo Chiapello

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Era el año 2003 cuando Juan Manuel Díaz Castro (37) dejó su amada Colombia y se embarcó rumbo a nuestro país.

Arribó a nuestra ciudad con varias valijas donde además de prendas de vestir guardaba un cúmulo de ilusiones.

Tras algún tiempo donde se destacó como estudiante en la carrera de Arquitectura conoció a Andrea, una joven entrerriana que también cursaba en nuestro medio. La idea de formar una familia fue tomando cuerpo hasta que se hizo realidad.

Hace dos años Juan Manuel y Andrea decidieron probar suerte en el rubro panadería. Para ello abrieron un local de la franquicia Santa Catalina, en la zona sur de la ciudad, por calle 3 de Febrero, al lado de los Tribunales.

Pero hace poco, por cuestiones que tienen que ver con el alquiler, optaron por mudarse a la esquina de 4 de Enero e Irigoyen Freyre.

Ellos no lo sabían... pero fue el principio del fin.

“Me cansé”

“Al principio estábamos tranquilos pero después comenzamos a sufrir robos de manera reiterada”, dijo hoy Juan Manuel en diálogo con este diario.

“Durante agosto dos veces entraron tipos exhibiendo armas y nos asaltaron. Y al mes siguiente, en septiembre, nos robaron dos veces más”.

Lo peor es que la última vez amenazaron de muerte a mi esposa. Entonces dije basta.... cerramos. Me cansaron y bajo las persianas. Me harté de que cada 15 días mi mujer me llame desesperada para avisarme que la habían robado”, remarcó Juan Manuel.

“La cuestión económica duele, pero lo peor es el daño psicológico que perdura mucho tiempo”.

Por último Juan Manuel sostuvo que “ahora estoy tratando de recuperar la inversión que hice en su momento. Vender las heladeras y los muebles... pero no sé... es seguir perdiendo”, remató.

No sé hasta cuando

“La verdad es que la situación de inseguridad ya se está tornando desesperante”, dijo hoy Hernán Grimaldi, titular de la franquicia Santa Catalina.

“Antes el tema de los robos era de vez en cuando. Pero ahora son todos los días. No sé hasta cuándo vamos a poder resistir con todo esto”, agregó.

Consultado sobre la problemática, el empresario apuntó que “ya no sabemos qué medidas tenemos que tomar para poder trabajar. No le encontramos solución.

“Hace poco abrimos una sucursal en el complejo comercial ubicado antes de llegar a El Paso. Bueno, en una semana asaltaron a tres pibes que iban a comprar. A dos les sacaron los teléfonos celulares y al restante una motocicleta”.

Más adelante, el empresario comentó la preocupación que impera entre los empleados. “Ellos están mal y por supuesto que los entiendo. No se sabe quién será el próximo. Todo esto genera un mal clima de trabajo porque no se está pensando en la cuestión comercial, sino que todos hablamos del tema inseguridad. Creo que estamos en una situación límite. Estamos cansados”, sentenció Grimaldi.

Por último Grimaldi reveló que “anoche me violentaron dos puertas de la sucursal ubicada en San Jerónimo 1875 (esquina Corrientes).

Dijo además que en Balcarce y Las Heras hace dos meses abrió una sucursal la que ya sufrió dos asaltos a mano armada.

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"Cada vez se hace más difícil seguir trabajando en estas condiciones". dijo Hernán Grimaldi titular de la franquicia Santa Catalina.

El dato

En banda

Al menos tres sujetos concretaron ayer una osada acción delictiva en el supermercado El Túnel, de Avda. Peñaloza y Zeballos. En principio un delincuente fue el que ingresó al comercio, pero poco después otros dos se sumaron al robo. En cuestión de minutos, los rufianes se hicieron del dinero de las cajas para finalmente darse a la fuga a bordo de dos motocicletas.

La clave

En la Balear

Un delincuente solitario concretó un robo a mano armada en la panadería Balear, de Saavedra y Moreno. Fue en plena siesta, cuando un sujeto irrumpió en el local y sin más encañonó a la empleada. Bajo amenazas de muerte, la mujer fue despojada de la recaudación. Logrado su objetivo, el ladrón escapó con rumbo incierto.

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