En Iowa, EEUU

La alimentación tiene su premio

  • Estados Unidos apuesta a consolidarse como proveedor mundial de tecnología de alimentos. La entrega de este importante galardón sirvió como punto de encuentro para productores llegados de todo el mundo que consensuaron la necesidad de incrementar la productividad.
La alimentación tiene su premio

Premio en mano. Las autoraidades hacen entrega del galardón al Dr. Sanjaya Rajaram en el marco de una ceremonia impresionante.

Foto:Gentileza World Food Prize

 

Federico Aguer

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ENVIADO ESPECIAL

El “World Food Prize” o Premio Mundial de la Alimentación fue concebido por el Dr. Norman Borlaug, luego de recibir el Premio Nobel de la Paz en 1970. Desde 1986, el premio reconoce a los individuos que sobresalen con sus contribuciones vitales para mejorar la calidad, la cantidad y disponibilidad de alimentos en el mundo, y desde entonces, se ha reconocido a personalidades de países como Bangladesh, Bélgica, Brasil, China, Cuba, Dinamarca, Etiopía, Ghana, India, Israel, México, Sierra Leona, Suiza, Reino Unido, o los Estados Unidos. En 1990, el filántropo John Ruan decidió patrocinar el evento y establecer una fundación con sede en Des Moines, Iowa.

Además, el evento se transformó de a poco en un lugar para debatir temas ligados a la seguridad alimentaria y la necesidad de transmitir su filosofía a las generaciones futuras, a través de la educación de los jóvenes del mundo en materias ligadas al campo y la agricultura global.

Para dimensionar el tamaño del legado del Dr. Borlaug, basta con decir que este año, en conmemoración del centenario de su nacimiento, una estatua suya fue inaugurada en el Capitolio de Washington, junto a las de los padres fundadores del país.

Este año, el lema del evento fue: “El mayor desafío de la historia de la humanidad: ¿Cómo hacemos para alimentar a 9 billones de personas en 2050?”.

Para debatirlo, se convocó a líderes de todo el mundo, referentes de la política, la ciencia, los Organismos No Gubernamentales y, por supuesto, las empresas.

Durante tres días, gracias a la invitación de Crop Life International y CASAFE, Campolitoral fue testigo del debate sobre temas como la intensificación en los cultivos; la tecnología y el desafío sustentable; las claves en la nutrición, la salud del suelo y la fertilización; el rol de Africa en el futuro; el agua y la agricultura; las próxima frontera de la agricultura de precisión; estabilidad política; y las estrategias de ayuda a los pequeños agricultores en el mundo.

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El fundador y su precursor. Rajaram y Borlaug trabajando como a ellos más les gustaba: dentro de un lote de trigo.

Foto:Gentileza World Food Prize

Novedades

Los desafíos globales que encerró el evento este año estuvieron ligados a tópicos tales como “optimizar los rindes con la presión del agua, desafíos y disparidades nutricionales; el rol de la información tecnológica: los datos para incrementar la productividad; conservar el medioambiente; adaptarse a la volatilidad del clima y las necesidades de los consumidores para optimizar las vidas de los chacareros y otros integrantes de las cadenas de valor; intensificación sustentable para incrementar la productividad focalizados en el suelo y los fertilizantes; innovaciones en aseguramiento y agrofinanciación; y el rol de las futuras generaciones en la lucha contra el hambre, que incluya a los innovadores y líderes de pensamiento que ayuden a contribuir ideas, conceptos y logros detrás de esta meta. Esta edición también incluyó importantes novedades, tales como los “Diálogos Borlaug”, un simposio internacional que este año se focalizó en el desafío alimentario para 2050; el premio Borlaug a la investigación de campo al Dr. Braem Govaerts, Directo Asociado del Programa de Conservación Agrícola del Instituto de Mejoramiento de Maíz y mejoramiento de trigo de México; la octava edición de la cumbre contra el hambre, a cargo de Dennis Dimick, editor ejecutivo medioambiental de la National Geographic; galardones especiales a los referentes agrícolas de menos de 40 años procedentes de Liberia, Malawi, Ruanda y Sierra Leona, que ganaron U$S 150 mil cada uno; el 20º aniversario del Instituto del Desafío para los Jóvenes, el que ya cuenta con 1.500 alumnos de todo el mundo; y la presentación del premio “Elaine Szymoniak y John Cristal” a dos miembros de la Fundación Borlaug por sus investigaciones a través del mundo agrícola.

El sucesor

Este año, la entrega del premio mayor fue para el Dr. Sanjaya Rajaram, un investigador nacido en la India, pero que trabajó mano a mano con Borlaug y continuó con su trabajo, desarrollando nuevas variedades de trigo que optimizaron el trabajo de su mentor, incrementando un nuevo eslabón de esta revolución concretada en unas 200 millones de toneladas de trigo extra.

Continuando con el trabajo iniciado en México por Borlaug en el CIMMYT (Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo), Rajaram desarrolló junto con los agricultores más de 480 variedades de trigo para 51 países, las que fueron adoptadas rápidamente en los seis continentes.

Rajaram amplió los alcances del trabajo inicial, planteando una ingeniosa metodología de cruzamiento para plantas del resto del mundo, no sólo de México, desarrollando breeding o crianza de dos plantas, para las latitudes del norte y del sur en tiempo récord. Tuvo la enorme visión para saber ejercer una fuerte selección por cruzamiento, privilegiando las características buscadas, incrementando el rinde de un 20 a un 25 por ciento en cada una de ellas.

En más de 58 millones de hectáreas en todo el mundo, los trigos de alto rendimiento desarrollados por Rajaram presentaron altos rindes, resistencia a las enfermedades y al stress y gran adaptabilidad a distintas regiones del mundo. También desarrolló variedades resistentes a la roya (la enfermedad más difundida a nivel mundial) a través del concepto de slow rusting (oxidación lenta) utilizando una multiplicidad de genes que aminoraban el desarrollo de la enfermedad minimizando su impacto en el rinde y sin el peligro que el patógeno de la roya pueda volverse resistente.

Argentina y el trigo transgénico

En diálogo con Campolitoral, el premiado científico remarcó que desde los inicios, sus objetivos pasaron por resolver el problema de las enfermedades en trigo. “Luego del gran logro del Dr. Borlaug, faltaba mucho trabajo en este sentido y en el tema de la nutrición”, agregando que abordó a pleno el tema cuando lo nombraron encargado del programa de mejoramiento genético de trigo en 1973, en momentos en que las responsabilidades de Borlaug ya no le permitían trabajar tanto “a campo”.

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Emoción. Para la premiación, el Dr. Rajaram estuvo acompañado por su familia. Nació en India, trabajó toda su vida en México y su legado es mundial.

Foto:Campolitoral

“Muchos países quisieron imitar lo que se hacía en México, las hambrunas en India y Pakistán eran muy grandes, y la llegada de estas variedades fueron realmente revolucionarias. Tuve que estabilizar la producción y expandirlo por todas las regiones del país y del mundo. Empecé a trabajar con otras instituciones y logramos mucho, pero el mandato era mundial”, recuerda con múltiples acentos en el habla, que lo revelan como un ciudadano del mundo. El norte de África, Oriente, Sudamérica y el centro de Asia fueron el segundo paso. “Y teníamos que ir a trabajar con ellos, porque con compartir el germoplasma solo no bastaba”, agrega. Homologaron entonces los ambientes semejantes a los de México para llevarlos al mundo: Toluca o Chihuahua con sus lluvias o Zacatecas y sus sequías. “Mi prioridad inicial fue Argentina, Uruguay y parte de la región andina. Sudáfrica, Kenia, Etiopía llegaron luego”.

Rajaram recuerda que en Argentina el trigo era muy alto y había mucha tradición en el cultivo “pero no tenían la tecnología mexicana. Empezamos un programa de entrenamiento. 40 años atrás nos dimos cuenta que la tecnología sola no alcanzaba, había que entrenar a la gente y los agrónomos empezaron a salir al campo. Hoy el trigo está en todos lados, a través de muchos productos derivados”.

Problemas de fondo

También destacó que el hambre es un problema social, porque “podemos tener alimentos pero la gente no tiene empleo ni dinero para comprarlos. A veces no tiene educación o vive en lugares remotos con pocas oportunidades. Tenemos que confrontar esta realidad. Creo que el mundo va a producir alimento suficiente pero sólo si aplica buenas políticas. Cada país requiere su receta, pero la seguridad alimentaria es básica”, analizó.

También se manifestó estar a favor de las tecnologías transgénicas, porque ayudan a preservar el medio ambiente a través de una menor aplicación de productos fitosanitarios. “Se trata de un salto muy grande, como lo fue el descubrimiento de la genética, cuando 100 años atrás comenzó el mejoramiento genético. Mucha gente está en contra, pero creo que la modificación debe ser cuidadosa. Eso sí, si buscamos más nutrición no deberíamos incorporar otros genes. En América Latina estamos atrasados, porque no se invierte. Creo que Argentina y Brasil serán los primeros en adoptar trigo OGM antes que nadie, como cultivo de invierno en Siembra Directa”.

Finalmente, Rajaram de despidió destacando que “el suelo no es de nosotros, es de nuestros hijos. Debemos mantener la salud del suelo, porque pertenece a las futuras generaciones, y la tecnología debe llegar a los pequeños agricultores. Debemos fortalecer las asociaciones de pequeños agricultores; entiendo el problema porque viví en el campo y me da tristeza cuando un pequeño agricultor no puede aplicar alguna tecnología”.

 

El lugar donde todo nació

El Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo es el primer centro a nivel mundial dedicado a la investigación y desarrollo de variedades de maíz y trigo, y a la capacitación sobre los sistemas de producción de estos dos cultivos alimentarios básicos. Desde su sede en México y sus oficinas en países del mundo en desarrollo, el CIMMYT trabaja con una red mundial de colaboradores en pro de reducir la pobreza y el hambre incrementando de manera sustentable la productividad. Mantiene en custodia una de las más grandes y diversas colecciones de semilla de maíz y de trigo, y es mejor conocido como uno de los precursores de la Revolución Verde: la amplia adopción de variedades de cultivos alimentarios y prácticas agronómicas.

El dato

Argentina y el trigo

El trigo es un cereal originado en el Asia Central que es cultivado hoy en gran parte del mundo. Cumple un rol fundamental en la alimentación mundial, siendo una fuente primaria de calorías para 4500 millones de personas en más de 100 países. China e India son los mayores productores, y para sostener la demanda de 9600 millones en 2050, su producción deberá aumentar un 60 por ciento. ¿Qué hará Argentina al respecto?

 
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El lugar indicado. El Capitolio del Estado de Iowa representa a los 99 condados. Para esta ocasión se vistió de gala.

Foto:Campolitoral

La revolución verde

En 1944, el Dr. Norman Borlaug inició con la Fundación Rockefeller un programa de asistencia técnica en Mexico, donde se desempeñaba a cargo de un sistema de mejoramiento de trigo. Por los siguientes 16 años, trabajó en revertir los problemas del cultivo que limitaban los rindes en las distintas geografías de aquel país. Gracias a su trabajo, pudo desarrollar sucesivas generaciones de variedades de trigo que presentaban resistencia a enfermedades, adaptación a las condiciones del país, y que ampliamente excedían los rindes antes conocidos. Estas nuevas variedades optimizaron el manejo del cultivo en la producción mexicana en las décadas del 40 y 50, trasladándose luego a Asia y el resto de Latinoamérica (incluida la Argentina), esparciendo lo que hoy se conoce como la “Revolución Verde”, que permitió combatir la hambruna, la pobreza y la miseria alrededor del mundo, e hicieron que el Dr. Borlaug haya salvado más vidas que “ninguna persona en el mundo”. En EEUU es considerado un héroe nacional.