De tradición celta al “dulce o truco”

De tradición celta al “dulce o truco”

Halloween es una fiesta conocida internacionalmente a través de los medios gráficos, televisivos y por la industria cinematográfica. Pero sus orígenes se remontan a muchos años atrás, según recuerda la autora.

TEXTOS. ZUNILDA CERESOLE DE ESPINACO. ILUSTRACIÓN. LUCAS CEJAS.

 

Inmigrantes irlandeses llegaron a Norteamérica a mediados del siglo XVIII, trayendo un caudal notable de creencias, cultura y tradiciones; entre éstas últimas figuraba la noche de Samhain, festividad de mucha potencia espiritual para los celtas.

Ellos sólo distinguían dos estaciones: verano e invierno, etimológicamente Samhain significa “el final del verano”, es decir que anunciaba el comienzo de la estación fría donde los días se acortaban y las noches resultaban interminables. Era el momento del año en que se suponía que las almas de los difuntos regresaban a sus hogares de antaño, para calentarse en el fuego, buena acogida que les hacían sus parientes dejándoles comida fuera de sus casas.

No sólo las almas de los muertos revoloteaban invisibles sino que también los espíritus maléficos multiplicaban sus errabundeos dañinos, realizando hechizos y sembrando miedo. Por ello los druidas (sacerdotes celtas) ordenaban encender hoguera para ahuyentarlos.

Al principio los irlandeses encontraron oposición para festejar la noche de Samhain por parte de autoridades de arraigada tradición luterana. Pero en las postrimerías del siglo XIX, los Estados Unidos reciben otra gran oleada de inmigrantes de Irlanda y esta fiesta celta se practica sin censura tomando el nombre de Halloween.

Varió el modo de realizarla y los primitivos candiles que se hacían con nabos ahuecados se hicieron con calabazas, fruto de origen americano más amplio y fácil de esculpir para imitar una cara que da pavor.

Los niños se disfrazan y recorren el poblado, casa por casa, pidiendo dulces, resabio quizás de la vieja tradición de dejar comida a los muertos y de la costumbre que tenían los druidas de vestirse esa noche con pieles y pintarse el rostro o cubrirlo con máscaras horribles, para alejar a los espíritus dañinos y peligrosos que pululaban en las sombras durante esa noche mágica.

En la actualidad, Halloween es una fiesta conocida internacionalmente a través de los medios gráficos, televisivos y por la industria cinematográfica.

UN PERSONAJE, DOS LEYENDAS

Las siguientes dos historias coinciden en un mismo protagonista, transcurren en la fecha de Halloween y suman versiones al origen de uno de sus símbolos más conocidos: la calabaza iluminada.

- Un pacto con el diablo. Jack O’Larten era un irlandés huraño al que le gustaba pelear y embriagarse. El alcohol y las riñas eran permanentes en su diario vivir por lo cual nadie lo apreciaba.

Durante una lejana noche del 31 de octubre, noche profunda y velada de misterio en que, según la tradición celta, las almas en pena deambulan por la tierra y se escuchan voces sepulcrales que son lamentos, Jack tuvo la mala suerte de encontrarse con el mismísimo diablo en una taberna.

Ávido de alcohol le ofreció su alma como trueque por un último trago. El diablo se transformó en una moneda con la que el irlandés pagaría al tabernero. Pero como Jack era tacaño, en lugar de hacerlo la metió en su monedero, que tenía grabada una cruz, por lo tanto el diablo no pudo retornar a su forma original.

Astutamente, Jack le dijo que no lo dejaría escapar sin que le prometiera no reclamar su alma hasta diez años después.

El diablo, desesperado por su situación, aceptó la oferta, para poder escapar de su insólita prisión.

Transcurrió el tiempo y al cabo de diez años ambos se encontraron en un campo. El diablo muy satisfecho por lograr al fin llevarse el alma de Jack, estaba muy alegre. El irlandés pensaba y pensaba sobre la manera de poder escapar de un destino tan adverso.

De improviso se le ocurrió una idea, le dijo al maléfico que iría con él de muy buena gana. Pero antes quería pedirle como favor que le trajera una hermosa manzana roja que pendía de una rama muy alta de un árbol frutal de esta especie que estaba a dos pasos de ellos.

El diablo pensó que el alma ya estaba asegurada, aceptó y de un salto subió a la copa del manzano, instante en que aprovechó Jack para tallar con rapidez una cruz en el tronco. Fue imposible el descenso para el maligno. ¡Otra vez había sido engañado!

Entonces el astuto irlandés le hizo prometer que jamás le pediría su alma nuevamente. Borró el símbolo cristiano y su enemigo bajó y huyó de prisa.

Al cabo de unos años Jack murió, mas no pudo entrar al cielo pues a lo largo de su existencia había sido borracho, pendenciero y estafador. Tuvo entonces que dirigirse al infierno, pero no pudo ser recibido porque el diablo no había podido capturar su alma por la promesa que le había hecho. Entonces le ordenó que volviera a la tierra.

El camino de regreso estaba invadido por las tinieblas y un viento violento le impedía ver. Fue entonces cuando el diablo le arrojó un carbón encendido, para que se orientara en la oscuridad.

Jack lo colocó en una calabaza que llevaba, impidiendo así que se apagara con semejante ventarrón.

Todavía el irlandés sigue deambulando por la noche, intentando encontrar un lugar para descansar eternamente.

- Un farol de calabaza. Jack O’Larten era un hombre malvado, vivió toda su vida realizando tropelías; nada respetaba, nada le causaba temor. Su mayor felicidad era disfrutar del mal ajeno, tanto del que él mismo infería como del que se abatía sobre la pobre gente, llenándola de dolor y sufrimiento.

Su sola presencia infundía desazón, angustia y pánico, hasta tal punto que cuando lo encontraban por casualidad, tanto hombres como mujeres y niños, evitaban mirarlo y se alejaban prestamente de su lado, con el alma escarchada por el miedo y el corazón latiéndoles rápido al igual que el repicar de un tambor.

Nunca tuvo una sonrisa, un gesto amable, una palabra de consuelo para nadie, semejaba la materialización del mal.

Cuando murió fue al cielo y halló las puertas cerradas ya que se le prohibió la entrada.

Resignado, se dirigió al infierno y como era aún más malo que los mismos demonios, tampoco allí le dieron acogida.

Desde ese tiempo está condenado a vagar por el mundo buscando hallar una entrada que le permita acceder a alguno de esos dos sitios. Como única ayuda porta una calabaza ahuecada que semeja a la cara sonriente y macabra de una bruja y una vela adentro para iluminar los senderos donde transita.

Los niños se disfrazan y recorren el poblado pidiendo dulces, resabio de la vieja tradición de dejar comida a los muertos y de la costumbre que tenían los druidas de vestirse esa noche con pieles y pintarse el rostro o cubrirlo con máscaras horribles.

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RITOS

- En Irlanda, durante la noche de Samhain, se prenden hogueras en las que el vecindario arroja los trastos viejos acumulados en sus hogares.

- En Galicia, se considera de muy mal aguero barrer la cocina por si con el polvo va un “almiño”.

- Por tradición, en muchos hogares se comen castañas.

Dos historias coinciden en un mismo protagonista, transcurren en la fecha de Halloween y suman versiones al origen de uno de sus símbolos más conocidos: la calabaza iluminada.