El comienzo de las vacaciones

El comienzo de las vacaciones

Las vacaciones y la licencia por vacaciones (no son lo mismo) comienzan cuando comienzan pero arrancan realmente en una determinada fecha indeterminada: ahora, que sorprendo al Luifa enterrado o zambullido en la pantalla de su compu, donde de refilón observo también una playa con palmeras, una hamaca paraguaya y, si me apuran y yo no veo (tan) mal, al Luifa mismo tirado en ella...

TEXTOS. NÉSTOR FENOGLIO ([email protected]). DIBUJO. LUIS DLUGOSZEWSKI ([email protected]).

 

El Luifa es un tipo serio, un buen laburante, un empleado responsable, pero una cosa no quita la otra: ahora añora, empieza a añorar, quiere, desea, implora (hay otros que cantimploran...), intuye, sopesa, mastica vacaciones.

Es decir que las vacaciones comienzan en realidad cuando determinada e indeterminadamente por esta fecha empezás a espiar destinos posibles o imposibles para tus vacaciones, las que comenzaron ahora en tu cabeza y las consumarán y consumirán cuando te tomes la licencia...

Este proceso, que algunos definen como prevacacacional, pero que yo entreveo como el comienzo mismo de las vacaciones (¿pensar en algo no es ya poseerlo?) tiene algunos presupuestos básicos (por ejemplo tu devastado presupuesto) que se reiteran: el deseo, la consulta por internet, el llamadito para preguntar condiciones, la investigación, el datero, el conocedor, el que la tiene clara...

Así, con todos estos elementos uno va armando en su local cabecita loca la idea de las vacaciones, para llevar a tu cabecita y alrededores a otro lado y recibir por fin el merecido descanso en paz. Si suena mortuorio, lo siento: estamos a esta altura, muertos, literalmente. Necesitamos vacaciones.

Tenés entonces en el laburo esos tipos y tipas que, entre trámite y trámite, entre formulario y atención, entre respuesta y llamado telefónico, entre cotización y proveedores, se hacen un tiempito para espiar tal playa recóndita del Caribe (que te recóndita, por las dudas); una excursión a la montaña, un crucero que se te cruza por tu ya cruzada cabeza...

Y empezás a darle al profe Gugl: un mar lleva a otro, una montaña a la próxima y así van pasando paisajes y minutos y vos te vas acercando o alejando a tus vacaciones.

En algún momento, cuando ya amasaste una idea (pedir dos a esta altura del año, es de una extrema crueldad), te procurás coronarla con más y mejores datos: rutas posibles, ofertas de vuelos que tras combinar con Alaska o la base Marambio, terminan en algún momento justo justo donde vos querés ir, y por dos mangos...

Aparece aquí también el datero, el que tiene una posta posta, el poseedor de un teléfono del cuñado de un primo de un sobrino del vecino de un dueño de cabañas en Timbuctú. Ese tipo es capaz de hacerte rumbear las vacaciones hacia un sitio específico o de garcártelas para siempre. ¿Cómo vas a ir ahí en enero? ¿No sabés que hay marea roja, algas, erupciones volcánicas, tormentas espantosas? Tenés que ir en realidad a tal otro lado. Y luego viene el certificado de calidad: yo fui el año pasado.

Te llenás de dudas, volvés a clickear aquí y allá, preguntás (y lo bien que hacés) si los trescientos metros del mar de allá son los mismos trescientos metros que los nuestros; o si la vista prometida fue antes o después de que construyeran los veintitrés edificios nuevos que te hacen ver finalmente los calzones colgados de dos sesentonas polenta que alquilaron enfrente...

No importa: el Luifa y la mayoría de los luifas de la mayoría de los trabajos comenzaron ya a mirar destinos posibles para sus vacaciones, que es como llenarse las papilas gustativas de saliva pensando en la comida que pedirás luego.

Las vacaciones ya comenzaron, entonces, en un mecanismo sin detención posible que se asemeja a la preparación de las valijas y que debe ser cotejado, modelado y modulado por los otros decisores de la familia, los que tienen capacidad de impugnación, ratificación, rectificación, resignación...

Y nos vamos yendo. Me pasaron el dato de una cabaña espectacular en el cerro Montoto, para disfrutar de un agreste y natural entorno, donde el contacto pleno con la naturaleza y los hermosos atardeceres nos contactan con el descanso soñado. Lo que traducido significa que vos sos el único gil que va a estar ahí por esos días y que no hay nada interesante a la redonda o a la cuadrada. Que la cascada de la imagen está seca (desde 1.967). Y que las chicas en bikinis son las vecinas sesentonas que cuelgan sus calzones en el balcón de enfrente.