llegan cartas

Acerca del presentismo docente

GRACIELA SAIZAR

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A la presidente Cristina, siendo absolutamente honesta quiero decirle que, si bien la voté, no estoy de acuerdo con algunos aspectos de su gestión. Básicamente en el tema seguridad y con algunas medidas económicas. Pero hace unos días leí sobre su decisión de que vuelva el presentismo docente, medida que comparto en absoluto. Hace más de veinte años que ejerzo la docencia y creo que me sobrarían los dedos de las manos para contar los días en que no asistí a mi trabajo. Afortunadamente mi salud me lo ha permitido y mis luchas salariales siempre han pasado por otro lado. Jamás en desmedro de los chicos.

A mi primera suplencia fui convocada para reemplazar a un docente que viajaba a Europa con la anuencia del equipo directivo, que en la escuela y en horario de clase, le había organizado una despedida como todos los años para esa época en que ‘‘problemas psiquiátricos indicaban una recuperación de tres meses de tratamiento que podía ser ambulatorio”, mediante la firma de un “profesional”.

A lo largo de toda mi carrera, he visto infinidad de situaciones como ésta. Suplentes de suplentes, situaciones injustas avaladas por un estatuto docente que muchas veces no entiendo. Sobre todo cuando me pongo en la piel de trabajadores de otros rubros que no gozan de beneficios, a veces, desmedidos. Sé que muchos docentes faltan por causas reales, muchos. Pero también sé que otros inventan motivos. Y lo más indignante es que, atrás de esas mentiras, hay médicos que firman de manera inescrupulosa, sin medir las consecuencias éticas de esta conducta inmoral.

Desde lo pedagógico, cuando una hora de cualquier asignatura no puede impartirse por ausencia del profesor, queda un espacio de tiempo denominado hora libre. Estos tiempos “muertos” generan diversos inconvenientes: pérdida de tiempo de clase, que tiene como consecuencia la discontinuidad en el desarrollo de los aprendizajes; conductas y actitudes que no contribuyen a crear el clima necesario, para la actividad de aquellos docentes que quedan a cargo de los alumnos, generalmente los preceptores ya que si bien desde lo teórico ésos son espacios de aprovechamiento pedagógico según el régimen académico en vigencia, desde la práctica, los alumnos rechazan esta medida y difícilmente acepten realizar actividad alguna, lo cual genera un problema adicional, el riesgo de sufrir accidentes, por el descontrol que se crea ante el ocio, pérdida en la imagen y credibilidad de la institución, ya que crean en los padres la idea de que esas horas libres son las responsables de los problemas de aprendizaje.

Cuando en alguna época se implementó esa medida, rápidamente el índice de inasistencia docente bajó de manera notable.

Sé que muchos colegas no están de acuerdo, ya que consideran esta medida un castigo para el enfermo. En respuesta a ese concepto, quiero decir que todo se puede mejorar. Podrían consensuarse cláusulas que equilibren tal medida.