editorial

  • Dilma Rousseff se impuso por una escasa diferencia de votos, por lo que gobernará sabiendo que casi la mitad de la población no la votó.

Las elecciones en Brasil y Uruguay

Brasil y Uruguay son países que tienen en común el hecho de pertenecer a una misma región y ser gobernados por partidos políticos de izquierda. Por supuesto, las diferencias existentes entre uno y otro son más visibles que las similitudes: Brasil es un país continente con más de ciento cincuenta millones de habitantes, mientras que Uruguay es el célebre “paisito” con apenas tres millones y medio de habitantes.

Ambos países han tenido elecciones el pasado domingo. En Brasil, Dilma Rousseff se impuso por una escasa diferencia de votos, lo que permite decir que deberá gobernar sabiendo que casi la mitad de la población no la votó. Ella misma percibió las dificultades que se avecinan y en su primer mensaje a la sociedad como flamante presidente electa prometió hacer un mejor gobierno. Sus palabras no hacen más que reflejar el reclamo de la sociedad en temas relacionados con el crecimiento económico, el control de la inflación y la escandalosa corrupción del régimen petista.

En Uruguay, los ciudadanos votaron en la primera vuelta y el candidato del Frente Amplio obtuvo una amplia diferencia de votos, diferencia que sin embargo no le alcanza para consagrarse presidente. A título informativo, corresponde decir que con las disposiciones constitucionales argentinas Tabaré Vázquez ya sería el nuevo mandatario hasta 2019. Pero en Uruguay, al no haber alcanzado la mayoría absoluta, deberá cumplir una segunda instancia a la que se proyecta como ganador, ya que es muy difícil que Luis Lacalle Pou -el candidato del Partido Blanco- pueda descontar la ventaja de más de quince puntos que le sacó Tabaré, aún cuando reciba el apoyo masivo del voto “colorado”.

A diferencia de Brasil, en Uruguay la corrupción no es un flagelo y hay que admitir que el gobierno de Mujica ha sabido aprovechar con inteligencia y realismo temas como el desarrollo de sus recursos naturales y la inserción del país en el mundo.

El ejemplo de la ganadería es un punto al que los argentinos deberíamos prestarle atención habida cuenta de nuestro espectacular retroceso en la materia. Asimismo, nos corresponde alguna reflexión acerca del virtual sabotaje que el actual gobierno argentino alentó contra uno de los emprendimientos estratégicos de Uruguay, como es el caso de las pasteras, fábricas que cierran una cadena de valor que se inicia con la implantación de árboles y el subsecuente aprovechamiento de los bosques.

Sin duda que hay asignaturas pendientes en materia de seguridad y pobreza, punto este ultimo significativo para un gobierno que no renuncia a su identidad de izquierda. Pero con sus luces y sus sombras queda claro que Uruguay no sólo dispone de un ejemplar sistema político tributario y de una impecable tradición republicana, sino que ha logrado sentar las bases para un desarrollo alternativo a las clásicas concepciones del llamado neoliberalismo y a los letales cantos de sirenas del populismo.

A modo de conclusión, podría decirse que los comicios celebrados han sido impecables y confirman la salud de la vida democrática de estos dos países. Con tradiciones políticas diferentes, en ambos casos las relaciones entre oficialismo y oposición han sido civilizadas, el debate entre los candidatos fue áspero pero se desarrolló en un nivel de intercambios que los argentinos desconocemos, y el Estado de derecho de uno y otro país dio a los ciudadanos las garantías necesarias para expresarse.

Los comicios celebrados fueron impecables y confirman la salud de la vida democrática de estos dos países.