La orilla abandonada

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Leoncio Gianello (h), “Copete”.

Foto: Archivo El Litoral

 

Ana Marina Suárez Gianello

“En la costa, los pescadores extienden sus redes/ y nosotros, nuestros corazones sobre el mundo” (Fragmento de “Tierra Entera”).

Leoncio Gianello (h), o “Copete”, como lo llamábamos familiares y amigos, hubiera cumplido en este 2014, 80 años. Siempre en el recuerdo, rezamos por él y por el encuentro, releemos sus poesías maravillosas y lo extrañamos.

Muy joven sintió el llamado a un destino de papel y en compañía de Jorge Taverna, le leyó a su padre sus primeros poemas. Un poco más tarde, los dos amigos y un grupo de jóvenes escritores crearían “Generación”, sobre el que escribe Sara Zapata Valeije: “Los que estuvimos unidos a él en el grupo literario ‘Generación’ conocimos la madurez y ecuanimidad de su juicio, la generosidad y nobleza de sus actitudes y, sobre todo, la virtud de su exquisita amistad. (...) Creo que [su] madurez precoz tenía estrecha relación con la sabiduría de su padre poeta, con las conversaciones íntimas sobre el quehacer lírico, que afianzaban en el hijo la perspectiva decantada de la generación precedente”.

“Mendigo en la mansión” está dedicado a su padre: “De ahí que con este poema participado con la sangre y con Dios, escrito con el alma a cuestas, tu hermano menor, tu hijo devotísimo, penetra desnudo a la luz y la tiniebla, mendigo en la mansión de la palabra”. En la poesía entraba, con la ingenuidad de los poetas naturales, sin adjetivos desmesurados, sin metáforas complejas. Refiriéndose a su trabajo, comentaba en una carta a Julio C. Pedrazzoli que el poeta coloca las cosas que lo rodean en un plano más luminoso para “tratar de llevarlas en función de belleza al resto del mundo. En consecuencia por esa función de ‘nombrador’ de las cosas, no es posible el empleo de un lenguaje oscuro y alambicado (...). Y el lenguaje claro y sencillo no se logra con tanta facilidad como podría parecer, sino por el contrario trabajando sobre lo hecho, quitando accidentes y ramajes, mutilando el mismo fruto para tratar de recogerlo en esencias que, en definitiva, son lo perdurable”.

Su poesía empieza y termina en él, que se descubre poeta: “Madre: (...) Hay un hombre cara al viento que dice: ‘Conozco tu lengua’. Oigo su voz que me habla y va abriendo las puertas. Una paloma me nace. Una paloma me vuela” (1) pero también se extiende para cantar al hombre de su tiempo en poesías de crítica como “Carta a Pablo Neruda” o para celebrar la vida, que late mansa y buena para nosotros: “Domingo por la tarde. Horizonte hecho con papel de cometa. Tarde cansada. De tan cansada, quieta. Silencio. Murieron las sonrisas nuestras. Estás hecha de miel y azucena sobre una tarde de color violeta” (2).

Trabajaba como periodista en distintos medios y al mismo tiempo seguía su camino de versos. A los libros inéditos como Azúcar quemada, Los poemas del claro día y Mitad del Camino, se sumarían Tierra Entera, editado por Castellví en 1958; Amoroso Alimento, publicado por la Dirección General de Cultura en 1960 y La Remota Brasa, Premio José Pedroni del año 1973, publicado por sus amigos y familiares, en su memoria, en 1993. Siempre ha sido recordado con cariño entrañable, como en el poema “Plegaria de su hermana Susana”, o en los artículos escritos por los que no dejaron que su voz se apagara. En el prólogo a La Remota Brasa, escribe Taverna Irigoyen: “Y él fue un predestinado para el canto, para ese poema diario, compañero, que llamó ‘amoroso alimento’. (...) En este libro, Gianello asume en totalidad su oficio de revelador, de medium agudísimo de nuestras realidades y nuestros estados más profundos. Es también, sin saberlo, premonitoriamente, un adiós definitivo”.

“El Viaje” fue escrito en memoria de Victorino De Carolis, quien como Ulises el navegante ya ha partido. El mar es nuestro río y todo es sombra y “silencio en la barranca, torre del lino, catedral del río, raíces despeinadas. Ni demonio ni delirio convocan al canto sucesivo que lamenta la orilla abandonada”. Sí, queda la orilla abandonada sin la presencia del poeta. Leoncio Gianello (hijo) hubiera cumplido 80 años el 2 de noviembre; vayan estas líneas como homenaje al querido “Copete”, vivo en su poesía y en nuestro corazón.

(1) Fragmento de “Tierra Entera”.

(2) “Domingo a Juan Ramón Jiménez”.