En homenaje a Agustín Zapata Gollán

19-ORIGINALZAPATAGOLLAN.jpg

“Carpincho”, xilografía de Agustín Zapata Gollán. El 4 de noviembre se inaugura una exposición en su homenaje en La Redonda, con la muestra de 150 obras que el autor de esta nota donó la provincia.

 

Roberto Favaretto Forner

Conocí a Agustín Zapata Gollán en la escuela primaria Juan de Garay Nº 19. Con motivo de un homenaje al fundador de Santa Fe, invitaron a un historiador para que hablara sobre la personalidad de quien diera nombre al mencionado establecimiento escolar. El invitado era una persona muy seria, parca, quien nos dio un poco de miedo a la mayoría de los alumnos por su carácter tan fuerte; sin embargo, me impresionó todo lo que sabía sobre Garay y, en especial, sobre la fundación de Santa Fe la Vieja. Con posterioridad, nuestra maestra nos informó que ese señor era quien había exhumado las ruinas de Santa Fe, en Cayastá.

Al terminar mi primario tuve que trabajar, ya que mi padre era un obrero con dificultades económicas, que le impedían pagarme los estudios secundarios. Conseguí trabajo en una marmolería funeraria, como obrero aprendiz, y luego iba a estudiar a la Escuela de Bellas Artes nocturna. Entre otros profesores pioneros de las artes plásticas del Litoral -Supisiche, Bardonek, Fernández Navarro, Planas Casas, López Claro y otros grandes maestros- en la cátedra de Historia del Arte tuve como docente a la persona que me había impactado en aquella conferencia en la escuela primaria.

En los años del primer profesorado que concreté, Zapata Gollán fue también el profesor por quien siempre tuve cierto temor, debido a su fuerte personalidad. Para entonces, él ya estaba a cargo de la cátedra de Derecho en la Universidad Nacional del Litoral y era director del Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales de Santa Fe.

Al finalizar la primera carrera del profesorado del Nivel Primario, fui incorporado como soldado aspirante en el ejército. Mi destino fue en Pontoneros de Grandes Ríos de Santo Tomé (Santa Fe).

Surgió entonces la posibilidad de concretar un Museo Histórico Didáctico, realizado en dioramas (perspectiva plana en vitrinas), en el que se debían documentar escenas históricas y edificios: Combate de San Lorenzo, Cabildo de Santa Fe y Buenos Aires, Casa de Tucumán, etc. Mi ex profesor se acordó y comentó a los oficiales que un egresado de la Escuela de Bellas Artes estaba bajo bandera y que podría ser la persona indicada para efectuar tal trabajo.

En la Dirección del Batallón se me informó que había sido designado en el Museo Etnográfico para realizar una tarea dentro de mi especialidad. Allí me esperaba mi ex profesor, el doctor Zapata Gollán, a quien fui conociendo mejor, y cada vez con mayor admiración de mi parte. Con mucho placer pude concretar la labor encomendada, y al finalizar, recibí una distinción especial del Ministerio de Guerra: Medalla de Oro y una Faja de Honor, por haber cumplido con el servicio a la Patria.

Mientras trabajaba en el museo como soldado, le comenté al Dr. Agustín Zapata Gollán que era mi deseo, al finalizar el Servicio Militar, conseguir un trabajo, ya que me habían despedido de la marmolería y necesitaba ayudar a mi padre, con problemas de salud. Luego de mi baja, Zapata Gollán me manifestó que quería conocer a mis padres. Fuimos con su chofer y a mitad de camino, a la altura del cementerio municipal, me manifestó que al mes siguiente el gobierno de la provincia me nombraría como personal técnico para restaurar el material exhumado en las Ruinas de Santa Fe la Vieja, material indígena y español. Fue muy grande mi satisfacción cuando al poco tiempo de estar trabajando pasé a ser jefe de Restauraciones del Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales de Santa Fe.

Sobre la mayoría del material que se exhibe en sus vitrinas (vasijas, campanas, pipas, calcos, medallas, monedas, etc.), tanto en el Museo Etnográfico como en el situado en Cayastá, asumí la responsabilidad de restaurarlo, clasificarlo, inventariarlo y ubicarlo en vitrinas.

Pasé casi treinta años al lado del maestro, compartiendo además de la actividad específica, su otra también creativa, ya que fue un gran dibujante y grabador, considerado como decano del grabado en Santa Fe. Con él aprendí mucho y me ayudó a presentarme en diferentes becas de perfeccionamiento: tres años en Buenos Aires como becario del Fondo Nacional de las Artes (formación artística, cultural y pedagógica), del Gobierno de Italia y el Fondo Nacional de las Artes del gobierno de Francia, de Bélgica, etc.

Los sábados por la tarde, luego de cerrar el Museo Etnográfico, donde me desempeñaba los fines de semana y feriados como jefe de Guías al público y contingentes que visitaban, asistíamos a la misa de la iglesia de los Milagros de los Padres Jesuitas y con posterioridad lo acompañaba a su casa, donde pasaba algunas horas en compañía también de su mujer, Dora Gaydou Monasterio.

En el museo cumplía horario de 13 a 19. Zapata Gollán, que vivía muy cerca, luego de almorzar me acompañaba al Taller del Museo. Allí hacía sus grabados y dibujos, donde compartíamos un mate cocido con galletitas. A veces nos visitaba José Pedroni, que venía de Esperanza todos los días, dado que era subsecretario de Cultura de la provincia, acompañado de sus amigos Magin Ferrer y Amador Alberto. En ocasiones tomábamos una pausa para caminar por el parque. Me hablaba mucho de su “Negrito”, el único hijo, que lamentablemente se ahogó en la pileta de natación de los Jesuitas.

Siempre admiré su abrigo clásico (London Fog) que había traído en uno de sus viajes y que usaba muy a menudo. Como me gustaba, me lo prestaba para ponérmelo cuando iba a comprar los bizcochos. En una ocasión me manifestó que le diría a su mujer Dora, que cuando él se muriese, me regalara el abrigo, gesto que le agradecí mucho. También yo le manifesté que cuando se fuera al cielo, le diría a su señora Dora, que se lo retribuiría con un busto en bronce para ser ubicado en las Ruinas de Santa Fe la Vieja, a la entrada. Al poco tiempo de fallecer, su mujer me regaló el abrigo y yo concreté el busto en bronce.

En la actualidad estoy en vías de dejarle a la ciudad mi casa-taller y biblioteca, con toda mi obra y la de otros artistas, y en especial los dibujos y grabados de Zapata Gollán que me donó en vida, siendo que sabía que era mi deseo hacer un centro cultural con salas de exposiciones en mi barrio.

Zapata Gollán fue mi segundo padre. Supo confesarme que aunque siempre recibía distinciones y reconocimientos, en lo íntimo no tenía quién le alcanzara un vaso de agua.

En sus últimos años, compartí un poco su vida cotidiana, desde cortarle el cabello a comprarle alguna ropa, cosas que hice con cariño y un gran aprecio muy especial.

Cuento con una muestra póstuma de dibujos y grabados, junto con un material didáctico y un video sobre la obra de Zapata Gollán, realizado por el Taller de Video de la Universidad Tecnológica de Santa Fe y que, con un carácter itinerante fue presentado en diferentes salas de la zona.

19-PINT.jpg

Retrato de Agustín Zapata Gollán, realizado por Sergio Sergi.