El ex ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación pasó por Santa Fe

Bossert: “No es conveniente tirar abajo todo un Código”

Sin abrir juicios sobre el nuevo texto, lamentó la pérdida de la doctrina elaborada durante más de 150 años. Más que el número de miembros que debe tener la Corte, le preocupa la lista de conjueces sin acuerdos del Senado.

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Gabriel Real, actual secretario general del PDP de Santa Fe, acompañó a Bossert en Rosario, Santa Fe y Rafaela.

Foto: Guillermo Di Salvatore.

 

Mario Cáffaro

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Miércoles por la mañana, elevada sensación térmica en Santa Fe, en el comedor del Hotel Río Grande, Gustavo Bossert termina el desayuno con los dirigentes del Partido Demócrata Progresista, Gabriel Real y Pablo Cardinale, asombrado por las imágenes que la televisión refleja de zonas de ciudad de Buenos Aires anegadas por la lluvia de la madrugada. Se asegura que su familia no haya sido afectada, advierte sobre los efectos del cambio climático, pero también se detiene a relatar anécdotas sobre debates en la Argentina que hoy parecen olvidados -como sobre la ley de divorcio- pero que lo tuvieron como hombre de consulta en el Congreso. Producto del Pacto de Olivos integró la Corte Suprema de Justicia entre marzo de 1994 y 2002 aclarando que conformó “la minoría razonable” cuando se le recuerda que existía una mayoría automática y de esa etapa mantiene aún hoy una fuerte relación de respeto y amistad con Carlos Fayt. Antes había integrado la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil. Es autor de innumerables obras jurídicas sobre Derecho de Familia: adopción y legitimación adoptiva; concubinato, régimen legal de filiación y patria potestad, régimen jurídico de los alimentos, unión extramatrimonial y matrimonio homosexual, entre otros. Coautor, con Eduardo Zannoni, de los anteproyectos de las leyes 23.264 de filiación y patria potestad compartida y la 23.515 de divorcio vincular.

—En el 2016, entrará en vigencia un nuevo Código Civil y Comercial.

—Todavía no me ocupé porque pensé que no salía.

—¿Lo considera un avance?

—No lo quiero criticar porque los tres juristas que intervinieron (Ricardo Lorenzetti, Aída Kemelmajer de Carlucci y Elena Highton de Nolasco) son tres juristas impecables; pero sancionando el nuevo Código se pierde algo valiosísimo. En lugar de adecuar parcialmente lo que se necesita modificar; borrar y tirar el Código y poner en su reemplazo otro se pierde la doctrina elaborada día a día, a través de años y años, por los jueces en sus sentencias y los autores en sus obras. Todo eso desaparece y deberá empezar a construirse toda una nueva doctrina interpretativa. Una cosa es la ley escrita y cuando se va a aplicar los juristas dicen otra cosa, toda esa discusión y decantación de ideas en lo que llamamos la interpretación de la ley, desaparece. Se arranca de cero en la interpretación. Por eso en Europa Occidental, la mayoría de los países, salvo Italia y Portugal, no han hecho nuevos códigos, sino que han ido adecuando las instituciones, pero no tirar todo abajo. Elogio el trabajo de las tres personas, pero lo más conveniente no es tirar un Código vigente y hacer otro en su reemplazo. Lo más conveniente es adecuar, sin perjuicio de cambiar radicalmente instituciones, como ocurrió con el divorcio en la Argentina.

—En estas tres charlas por el centenario del PDP, habló de igualdad de género, ¿por qué eligió esta temática?

—Muestro la línea divisoria en la historia de la humanidad sobre el tema de la igualdad de género y cómo a lo largo de los milenios la mujer fue considerada absolutamente inferior que el marido en derechos y capacidad de tomar decisiones. Arranco desde Confucio, altas autoridades religiosas con expresiones brutales, grandes escritores, filósofos, Napoleón, hasta llegar al siglo XX con la Primera Guerra Mundial que produce una cierta morigeración de esto. ¿Sabe por qué? Porque murió muchísima gente en los campos de batalla y entonces las mujeres debieron ir a las fábricas y se convirtieron en elemento vital y se les empezó a reconocer la posibilidad de administrar sus bienes que no podían hacerlo hasta entonces. No obstante la mujer siguió siendo un ser inferior con actos aberrantes. ¿Cuándo cambia todo esto en Occidente? Con la finalización de la Segunda Guerra Mundial. Fue tan brutal la muerte de millones de personas en el mundo, la brutal persecución a los judíos que empezó la nueva etapa, llegaron las declaraciones universales por los Derechos Humanos. En 1946, Francia y Uruguay son los primeros países del mundo -cada uno por su lado- que emiten una declaración de igualdad de los derechos del hombre y de la mujer. En 1948, la Declaración de los Derechos Humanos y empiezan los avances mayores.

—Por su experiencia en la Corte, ¿hay un número ideal de ministros?

—No le puedo decir, viví una experiencia con una Corte dividida, pero con relación educada y cordial. No hay fórmula mágica. En la Argentina funcionó bien con cinco miembros; nosotros éramos nueve y sacábamos miles de expedientes y había diferencias en temas claves.

Pero hay algo que me preocupa. La Constitución dice que para ser juez de la Corte Suprema de Justicia se necesita el acuerdo de “os tercios de los senadores presentes” Ahora se ha sacado una lista de conjueces sin intervención del Senado, pero como conjueces actúan como jueces la Corte, de manera que les es extensible la necesidad del acuerdo. Sin embargo, el gobierno tiene poder de decisión en esto y ha decidido de esta manera. La Corte hoy tiene cinco miembros, pero Eugenio Zaffaroni renunció a partir de enero. Quedan cuatro, si empatan debe ir un conjuez de una lista elaborada por el gobierno sin acuerdo del Senado y es quien decide ante el empate.

 
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Rosarino y demoprogresista

Bossert se fue a vivir en 1968 a Buenos Aires invitado por el jurista Santiago Fassi para trabajar sobre varios temas del Derecho. Sigue viviendo en Buenos Aires pero aclara que adora y se siente rosarino. Su presencia en Santa Fe formó parte de las actividades por el centenario del Partido Demócrata Progresista y en esta capital disertó en el aula Vélez Sarsfield de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales sobre ‘Igualdad de género y la condición humana’, temas sobre los que también expuso en Rosario y en Rafaela.

Su actividad partidaria la desarrolló entre 1956 y 1964 y todavía recuerda que en 1956, el PDP había organizado un concurso de oratoria y él lo ganó y desde entonces lo pusieron a abrir todos los actos partidarios. La primera campaña fue para convencionales constituyentes en el ‘57 y luego para la fórmula para gobernador que encabezaba Antelo. “Hacía cinco discursos por día, en diferentes pueblos y en el último, era asado y vino” recuerda jocosamente.

El dato

Menemismo

Bossert ocupó un cargo en la Corte Suprema de Justicia durante gran parte del menemismo donde se habló de “mayoría automática” y él prefiere hablar de “mayoría automática y minorías razonando, no había compromiso con nadie. Yo hice política hasta el ‘64. Cuando me ofrecieron el cargo en la Corte como producto del Pacto de Olivos no tenía idea de qué me iban a proponer; me invitaron porque era neutral, y dejé en claro que iba en tal situación”. Después cuenta dos anécdotas donde le marcó límites a intentos de presionarlo aunque se cuidó de hacer nombres propios, como buen caballero que es.