Latinoamericanos unidos por un mundo más integrado

Ismar Villavicencio y Luis Cuellar me recibieron en un gran salón del Colegio San Eugenio de Mazenod donde un curso completo escuchaba atentamente las reflexiones de una joven hondureña sobre el desarrollo del pensamiento crítico.

A solo días de partir, estos jóvenes latinoamericanos nos invitaron a compartir su experiencia en Santa Fe, donde no sólo ofrecieron charlas a adolescentes sino que también convivieron en casas de familias para conocer nuestra cultura desde adentro.

Aracaley Zúniga, Abraham Ramírez, Eduardo David, Luis Cuellar, Dorothy Zúniga, Ismar Villavicencio (todos de Honduras), Romeo Castañeda (de Guatemala), Marilyn Pérez (de Colombia) y Sandra Lima (de Brasil) representan a una organización civil sin fines de lucro e independiente de cualquier religión, gobierno o ideología política que trabaja para construir una sociedad más justa y fraterna a partir del cambio en las personas.

“‘Nada cambia el mundo si no cambio primero’ es el lema de nuestra organización”, explicó Ismar Villavicencio, referente que acompaña en Argentina al grupo de jóvenes. “Y desde ese lugar trabajamos lo que cada uno tiene para contribuir en la sociedad en la que vive a modo de servicio, destacamos el valor del compromiso y la entrega a la incorruptibilidad. En Latinoamérica hay demasiadas estructuras corruptas, contaminadas, y es fácil apuntar con el dedo al otro, al político o la autoridad corrupta. Sin embargo, cuando comenzamos a mirar nuestro día a día empezamos a notar que también hay pequeños actos de corrupción. Entonces se trata de empezar a cambiar desde adentro hacia afuera. No puedo estar criticando al otro cuando yo mismo me cuelo en un colectivo o en la cola para realizar un trámite o utilizo contactos para saltear procesos”.

Desde la organización se definen como una escuela de vida que forma a las personas en un liderazgo con objetivos mundiales, reafirmando los valores humanos. “En la actualidad se habla mucho de los grandes avances tecnológicos, científicos e industriales pero no son muchos los que luchan, proclaman y viven por la necesidad de que sea principalmente el ser humano quien avance en la búsqueda de un crecimiento moral y fortalecimiento espiritual”.

“El Movimiento está formado por jóvenes y adultos distribuidos por todo el mundo, principalmente en el continente latinoamericano y los jóvenes que participan en el ‘Programa del Centro de Formación Gente que Avanza’, con sede en Uruguay. Justamente, en el marco de esta formación en liderazgo, quienes están cursando viven la experiencia de salir a comunicar a sus pares, incursionamos por distintas ciudades uruguayas y de otros países latinoamericanos”, contó Ismar.

FORMACIÓN

Al Centro de Formación se acercan jóvenes de entre 19 y 30 años, que al igual que Luis Cuellar (22 años), tienen vocación de servir y deseos de ser protagonistas en sus diferentes ambientes sociales.

“Yo soy de Honduras y estudio Arquitectura. Cuando estaba finalizando mi tercer año de cursado empecé a sentir que faltaba algo en mi vida. Comencé a preguntarme: ¿qué voy a hacer cuando termine la universidad? ,¿es a través de la Arquitectura que voy a realizar mi misión?,¿cómo ayudo a los demás en mi comunidad? Es en ese punto de mi carrera cuando empecé a no encontrarle mucho sentido a ir a la universidad todo el día. Y me dije: ‘Creo que es momento de darme un espacio para reflexionar, buscar hacia adentro’. Conocía Gente que Avanza porque mi hermana había realizado la formación y aquí estoy”.

Este espacio de formación busca instruir líderes en servicio desarrollando capacidades y cualidades para la toma responsable de valores. Ampliar la mirada del mundo y sus necesidades así como aprender a trabajar en equipo siendo agente de cambio positivo son algunas de las tantas herramientas que contribuyen al cambio.

“Nos formamos durante 10 meses. Y en ese tiempo realizamos estas giras por distintas ciudades donde ponemos en práctica toda la teoría que recibimos. En esta segunda visita a la ciudad de Santa Fe trabajamos en el Colegio San Eugenio de Mazenod, el Antonia María Verna, la Universidad Católica de Santa Fe y el Colegio San Vicente de Paul. En las charlas hablamos de autoestima, proyectos de vida, la vocación, el sentido de la vida y las relaciones interpersonales. En esta oportunidad también hubo espacio para realizar talleres de animación socio-cultural, muestras de danzas latinoamericanas y tuvimos un encuentro con las Madres Sustitutas del Hospital Iturraspe para aprender sobre su trabajo y la labor que realizan”, destacó Luis.

Ismar Villavicencio nos contó que la receptividad que tienen entre los adolescentes es muy buena. “Gente que avanza busca llegar al corazón de las personas y cada uno de quienes estamos hoy acá compartimos no sólo la teoría o la filosofía que aprendimos sino también como yo estoy haciendo para vencer, por ejemplo, esta tentación corrupta a quedarme con el vuelto. Yo he mejorado áreas de mis relaciones personales a través del perdón, la reconciliación, la gratitud y el amor. Y cuando comenzás a compartir desde tu propia experiencia, tu propio trabajo interno, quienes te escuchan comienzan a identificarse. Entonces piensa, si el otro pudo yo también puedo”.

Y como dice Ismar, “el cambio comienza con uno”. Estos jóvenes nos invitan a que revisemos nuestros valores, que miremos los pequeños actos cotidianos y desde ese lugar contribuyamos al crecimiento de una sociedad más justa, fraterna y movida por el amor.

INICIOS

Al iniciarse la década del ‘70 y en respuesta al momento de violencia, apatía y escapismo que vivía la juventud se realizó un congreso en Uruguay en el que participaron muchos jóvenes y adultos de diversas nacionalidades, con el propósito de asumir una postura diferente ante estos problemas.

Así nace el Movimiento Latinoamericano ¡Viva la Gente!, que desde enero de 1998 pasó a autodenominarse Movimiento Latinoamericano Gente que Avanza (en Internet: www.gentequeavanza.org).