Al noreste de la ciudad
Al noreste de la ciudad
Guadalupe Oeste, el barrio que doblegó a las quintas
Transporte público. La Línea 10 es, junto con la 16, la que permite llegar a la jurisdicción y/o salir de ella.
Guadalupe Oeste está emplazado al noreste de la ciudad. Se llama así porque de los cuatro Guadalupe que existen —este, oeste, central y noreste— es justamente el que está más al oeste. Sus barrios vecinos son: Villa María Selva al sur, Ledesco del Valle y Coronel Dorrego al norte, Central Guadalupe y Guadalupe Este al este, y Transporte y General Belgrano al oeste.
Tal como decía una publicación de El Litoral de 1989, “las ciudades crecen hacia arriba, ganándoles espacio a los ríos o rellenando cavas”. Y aclaraba: “Sin embargo, la forma más clásica de despliegue horizontal se materializa a expensas del campo”. Y tal fue el caso de Guadalupe Oeste, que se urbanizó forzando el retroceso de las quintas que décadas atrás predominaron en el noreste santafesino.
Las tierras de lo que hoy es el barrio pertenecieron originariamente a Pascual Echagüe. Años más tarde a ellas llegaron colonizadores alemanes y brasileños, que produjeron la “gran marejada gringa”. La intención de crecimiento como zona urbana no se hizo esperar y, si bien no hay una fecha precisa de cuándo se conformó, las tierras de Echagüe no tardaron en lotearse y se trazaron las calles.
Hoy el barrio está consolidado. Cuenta con todos los servicios en su mayor parte y es la seguridad la mayor preocupación de la gente. “El barrio no está exento de la realidad que tiene la ciudad en materia delictiva. Por suerte hace poco el gobierno implementó en Coronel Dorrego, más conocido como barrio Chaqueño, la Policía Táctica y desde entonces mermaron los robos y asaltos”, manifestó una vecina.
Por Paz, Pan y Trabajo
Devotos a San Cayetano
Creyentes. El párroco de la San Cayetano destacó el número de fieles oriundos del barrio que asiste los domingos a misa.
“Necesito bendecir mi casa”. Con esa frase una joven mujer explicó el porqué llevaba cuatro botellas de litro y medio llenas de agua bendita. Apenas se fue, otra mujer ocupó su lugar y también cargó las botellas que había llevado...
“Esta es una postal cotidiana”, cuenta el padre Omar Rohrmann, párroco de San Cayetano desde 2009. Y agrega: “Dentro de la devoción popular está la visita al Santo y llevarse agua bendita”.
Esta iglesia de la ciudad, emplazada en Padre Genesio 1644, es una de las más visitadas. Es que San Cayetano es el Santo de la Paz, el Pan y el Trabajo, y por lo tanto convoca a muchos santafesinos que concurren a él para pedir o agradecer. Aunque todos los días hay personas que lo visitan, es el 7 de agosto cuando la parroquia se ve repleta de fieles.
Sobre el barrio, el sucesor del recordado Padre Stoffel dice que es de gente sencilla, de clase media mayoritariamente. También hay familias muy humildes, a quienes se ayuda desde Cáritas.
“Guadalupe Oeste es una jurisdicción que puede tener mala fama. Pero es como expresa el dicho: hazte la fama y échate a dormir. Esta zona tiene porcentajes altos de hechos delictivos, por ejemplo. Pero en los últimos años yo noto que mermaron”, manifestó el sacerdote.
Desde lo religioso, el Padre Omar advierte que la gente del barrio es participativa de las misas dominicales. Destacó que cuando fallece alguien, sus familiares le hacen una misa y eso demuestra que “en Guadalupe Oeste hay una creencia en la vida eterna, un buscar consuelo y fortaleza en la palabra de Dios”.
Para saber
Un bromista
En 2006, Guadalupe Oeste no dormía por las noches debido a que “llovían piedras”. Los vecinos salían con casco a altas horas de la madrugada para ver de dónde provenían y no encontraban a nadie. Para muchos era un fenómeno paranormal. Consultados al respecto en esta oportunidad, los vecinos dijeron que “era un joven del barrio que tiraba las piedras desde una planta alta con un aparato especial que le permitía lanzarlas a una gran distancia y en diferentes direcciones”. “Confesó solo, cuando se fue a Buenos Aires. Dijo que lo hacía para divertirse”, contó una mujer.
Silvia Salcedo,
vecina.
Omar Rohrmann,
sacerdote.
Liliana Butto,
enfermera.