editorial

  • Se suman los casos de automóviles atacados con intención de robo.

Peligro en los accesos a Santa Fe

Los ingresos al Gran Santa Fe se han convertido en fiel reflejo de la inseguridad que asuela a numerosos barrios de la ciudad. Tanto en la autopista a Rosario, como en la Circunvalación Oeste, se reiteran los ataques y asaltos contra automovilistas.

Las crónicas periodísticas de los últimos meses son un claro testimonio de este fenómeno. Durante la noche del último sábado, una docente de la escuela Lourdes regresaba a la ciudad desde Sauce Viejo por la autopista.

A la altura del kilómetro 141, se topó con adoquines que desconocidos habían colocado sobre el asfalto. El choque fue inevitable y, en el momento en que el auto detuvo su marcha, dos asaltantes se abalanzaron sobre el vehículo.

Desesperada, y en medio de la oscuridad, la docente sólo atinó a acelerar. Así evitó el robo y llegó a Santo Tomé, donde radicó la denuncia en la Comisaría 23. Allí, los policías le informaron que desde hace un par de meses se vienen reiterando situaciones similares en la zona.

El 2 de octubre pasado, la Agencia de Seguridad Vial de la provincia registró ocho casos con idénticas características en el acceso a la ciudad de Santa Fe a través de la autopista. Los hechos se sucedieron en jurisdicción de la Comisaría 28, ubicada en la intersección de las calles Perón e Iturraspe, frente al barrio de Barranquitas.

Pocos días después, las autoridades de la comisaría revelaron asombrosas falencias y una preocupante escasez de recursos.

Desde la Subsecretaría Provincial de Seguridad Pública se reconoció que la Comisaría 28 carecía de teléfono. Si bien es cierto que desde la puesta en funcionamiento del 911 los vecinos ya no tienen necesidad de llamar a las seccionales policiales, también es verdad que los policías necesitan del teléfono para comunicarse, por ejemplo, con los fiscales que investigan las causas en trámite.

El comisario a cargo de la seccional describió la situación con total crudeza: dijo que, en gran medida, el problema se agrava ante el crecimiento del asentamiento sobre la mano sur de la autopista y advirtió que existe una suerte de “vigilancia mutua” entre algunos delincuentes y los policías. “Si nos vamos 10 minutos hacen un desastre. Si pasan 25 autos, los golpean a todos. Y después se dice que la policía no hace nada”, señaló.

Los móviles policiales también suelen ser blanco de ataques en ese sector. En cambio, la situación sobre la mano norte, donde el Movimiento Los Sin Techo viene trabajando desde hace años, está más controlada.

A mediados de agosto de 2011, el mismísimo gobernador Antonio Bonfatti fue víctima de un intento de asalto en la Circunvalación Oeste, cuando el automóvil en el que viajaba chocó contra troncos y piedras que habían sido colocadas sobre la ruta para obligar a los vehículos a detener su marcha.

Hasta ahora no hubo que lamentar desenlaces fatales en Santa Fe. Sin embargo, la experiencia demuestra que se trata de un riesgo latente: en septiembre último, el empresario Juan Alberto Paladini murió en la circunvalación de Rosario en lo que en principio se supuso un accidente. Sin embargo, los peritajes de Gendarmería Nacional terminaron por corroborar que, antes del siniestro, el automóvil había sufrido dos impactos de piedras sobre el parabrisas.

Mientras no se incrementen los controles en los accesos a las grandes ciudades, este tipo de situaciones puede repetirse en cualquier momento.

Las autoridades de la comisaría revelaron asombrosas falencias y una preocupante escasez de recursos.