LES LUTHIERS

Pero más saben por viejos

Los míticos humoristas presentaron anoche en Santa Fe su nuevo espectáculo, “Viejos Hazmerreíres”. Repleto, el estadio de Unión los ovacionó de pie.

Pero más saben por viejos

Humor sutil que ofrece diferentes capas de lectura: Les Luthiers sigue convirtiendo cada encuentro con su público en una ceremonia. Foto: Manuel Fabatía

 

Natalia Pandolfo

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Todos saben con qué se van a encontrar, y sin embargo no saben. Los “Viejos Hazmerreíres”, su pulcritud, su humor logrado, sus guiños de siempre, su talento intacto, invitan una vez más y el público acude a la cita como quien vuelve siempre al mismo amor.

Una mesa, dos sillas y una promesa: el cartel de “Radio Tertulia”. Los cinco smokings se plantan a idéntica distancia uno del otro, observan el infinito, se inclinan reverentes: es la señal de la cruz de una ceremonia que se reedita cada vez que Carlos López Puccio, Jorge Maronna, Marcos Mundstock, Carlos Núñez Cortés y Daniel Rabinovich pisan un escenario.

Trenzados en el eje del viejo y glorioso programa radial que conducen los inefables Murena y Ramírez (Mundstock y Rabinovich), van pasando por el escenario números de principios de los ochenta que atraviesan indemnes los años e irrumpen casi milagrosamente, rescatados de la memoria colectiva y puestos en distintos contextos a funcionar: a hacer reír.

Las gracias

Con “Las Majas del Bergantín” (zarzuela náutica) se inicia el recorrido por los malos entendidos y por el infinito juego que habilitan las palabras y su (mal) uso. Las “Loas al cuarto de baño (obra sanitaria)” provoca la misma admiración que aquella primera vez que un loco propuso una tapa de inodoro o un bidet como instrumentos. El calephone, el lirodoro, el nomeolvídet y la desafinaducha protagonizan un momento sublime del show.

En “Así hablaba Sali Baba (verdades hindudables)” hay un doble juego entre el locutor porteño que opina sin pudor sobre cualquier tema que le tiren sobre la mesa y el “gurú de millones de yogadictos”: un desopilante diálogo sobre el ser, el todo y la nada -y el absurdo mapa de interacciones posibles.

Los personajes de la telenovela “Alma de corazón” -la cieguita Adelaida, la pérfida Ivonne, el grupo inglés que grabó la banda de sonido de la tira, London Inspection- suben al escenario de la mano de Murena y Ramírez. Están, más vivos que nunca, los chapoteos verbales de Rabinovich, el eterno reloj de Radio Tertulia que marcha hacia atrás y las zancadillas del lenguaje (“dentro de los narcos permitidos”, dice el político, en vez de los “marcos permitidos”, y el público resignifica el cuadro con un aplauso cerrado); y la alusión a la edad (cincuenta y veinte, asumirá Mundstock; jóvenes como nosotros, dirá Rabinovich -y la carcajada general será el cierre del sketch).

“Quién mató a Tom Mc Coffee” (música en serie), la “Receta postrera” (vals culinario), con las viejas Rosarito y Clarita en los cuerpos de Maronna y Núñez Cortés; “Amor a primera vista” (bossa libidinossa), “Dilema de amor” (cumbia epistemológica) y “Pepper Clemens Sent the Messenger, Nevertheless the Reverend Left the Herd” (ten step) completan el programa, de casi dos horas, que se pasea cómodo entre la cumbia, el jazz y la zarzuela, por mencionar algunos géneros. Llega sobre el cierre el nombre del maestro Mastropiero, y el rebaño conmovido viva a su pastor. Para el bis queda la psicodelia de Maronna y López Puccio con “Los jóvenes de hoy en día”, las luces encendidas, el aplauso eterno, las gracias.

Como en un perfecto mecanismo de relojería, cada mueca está ahí porque tiene que estar y cada palabra obedece a un sistema de pliegues de sentidos, dispuesto por los artistas con precisión quirúrgica. Esta vez, quizá, un poco más relajados en la interacción con el público, que regala aplausos en cada giro. A la salida rebota de boca en boca la palabra genios. La magia está intacta. Les Luthiers lo hizo de nuevo.