Resultados positivos tras 10 años de trabajo

Río Cuarto, pionera en mejorar la actividad de cirujas y carreros

Es la primera ciudad del país que cambió los carros tirados por caballos por motocargas. Remarcan la importancia del trabajo en territorio y de hacer participar a los carreros en la definición de las políticas públicas.

Río Cuarto, pionera en mejorar la actividad de cirujas y carreros

Una cruda realidad. En Santa Fe, no hay una política para terminar con la tracción a sangre. Frecuentemente se ven niños arriba de los carros, juntando basura con sus padres.

Foto: Archivo El Litoral (Flavio Raina)

 

Agustina Mai

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En el 2004, la ciudad de Río Cuarto (Córdoba) decidió encarar el problema del cirujeo y la tracción a sangre y, tras una década de trabajo sostenido, está viendo los resultados. En ese momento, 400 familias juntaban basura, de las cuales 130 lo hacían en carros tirados por caballos, según el primer relevamiento oficial. “Esto generaba muchísimos problemas, por lo que decidimos poner en marcha el Programa Recuperadores Urbanos, cuyo eje está en los recuperadores como sujetos de derechos y en mejorar sus condiciones de trabajo”, relató Gonzalo Parodi, subsecretario de Desarrollo Social de Río Cuarto.

Para ello, plantearon dos líneas de acción: formar cooperativas de trabajo para ocuparse de los espacios verdes de la ciudad; y ordenar la recolección informal de basura para mejorar las condiciones en el tránsito y de salubridad. “Fuimos el primer municipio de la Argentina en cambiar la tracción a sangre por los zootropos (como llaman a los vehículos especialmente diseñados para reemplazar los carros)”, contó Parodi.

Pero para llegar a este punto, fueron necesarios seis años de trabajo en territorio, el compromiso del Estado local y la participación activa de los carreros y de las protectoras de animales. En ese periplo, los cirujas hicieron cursos de educación vial y de mecánica, sacaron el carné de conducir y contrataron un seguro para la motocarga. Los que no sabían leer participaron de talleres de alfabetización.

Tanto esfuerzo está dando sus frutos. “Hoy, es un programa exitoso y tenemos una larga lista de espera: hay unas 50 familias interesadas en obtener la motocarga”, remarcó el funcionario.

Participación y cambio

El primer paso fue conocer la realidad de cada familia en su territorio, gracias a las trabajadoras sociales del municipio que se ganaron la confianza de los carreros. “Tuvimos que probarles que realmente queríamos cambiarles la vida y que esto no se trataba de sacarlos de circulación porque afeaban la ciudad o porque eran maltratadores”, señaló Parodi.

El municipio de Río Cuarto destinó parte de su presupuesto -y otro porcentaje proveniente de un fondo de multas de tránsito- para comprar las motocargas y, luego, financiárselas a los recolectores. “Son cuotas muy accesibles que se establecen de acuerdo con las posibilidades de cada familia. La idea es que tengan la noción de esfuerzo y de que van a tener algo propio”, detalló Parodi.

Ya adquirieron 30 motocargas, de las cuales 25 están en circulación y hay 5 en el municipio para reponer si alguna se descompone. Recién ahora, tras una década de trabajo, exigen como contrapartida la entrega del caballo. “Primero fue necesario que los recolectores comprobaran que con la motocarga podían realizar más viajes y en menos tiempo, y que el costo es similar al de mantener al animal”, indicó Parodi.

Cuando eso se logró, el municipio avanzó en la erradicación de los carros. El aliciente es que quien entregue el animal paga la mitad de la motocarga. Hasta ahora, 12 familias entregaron sus caballos, que pasan a manos de la ONG Basta de Tracción a Sangre (TAS) y descansan en algún campo. Algunas familias pueden quedarse con el equino, pero con el compromiso de que no vuelva a tirar de un carro. La ONG hace el seguimiento y si detecta que vuelve a trabajar, se lo retira.

Los funcionarios insisten en que para lograr un verdadero cambio de vida es necesario un trabajo permanente, de acompañamiento y seguimiento de otros problemas estructurales. “Detrás de cada familia hay muchas otras problemáticas, como adicciones, violencia, falta de escolarización o de acceso a la salud, sobre las que también tenemos que trabajar”, reconoció Parodi.

Parte del éxito del Programa Recuperadores Urbanos está garantizado por la participación directa de los carreros en las decisiones. “Nosotros, junto con los recolectores, hacemos evaluaciones cada tres meses para ver qué hay que mejorar”, indicó Cecilia Azocar, coordinadora del programa citado. Tras diez años de trabajo, los resultados positivos afianzan esta política y posibilitan su ampliación. “Gracias a que les va bien a los primeros zootroperos, hay otros interesados, que no solamente andan en carro con caballo, sino que también lo hacen con carritos de mano”, concluyó Azocar.

 
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Invitados. (De izq. a der.) Cecilia Azocar, coordinadora del Programa Recuperadores Urbanos; Gonzalo Parodi, subsecretario de Desarrollo Social de Río Cuarto, y la concejala Silvina Frana. Los funcionarios riocuartenses visitaron Santa Fe, invitados por la edil justicialista y la ONG Equus.

Foto: Guillermo Di Salvatore

El dato

Pedido de informe

En abril de este año, la concejala Silvina Frana presentó un pedido de informe al municipio para conocer la cantidad de carreros, los programas para mejorar la calidad de vida de los carreros y para disminuir la tracción a sangre, el presupuesto destinado, qué vehículos alternativos a los carros fueron entregados, el plazo estipulado para erradicar la tracción a sangre y los mecanismos de control para evitar el maltrato animal. Esta información nunca fue respondida. “La recuperación de residuos y la tracción a sangre siguen siendo un tema que, en Santa Fe, está lejos de resolverse. Por eso, venimos trabajando sobre la problemática y buscando experiencias exitosas que puedan adaptarse a nuestra ciudad”, aseguró Frana.