Atroz crimen en barrio Scarafía

El horrendo final de Dolly

  • La víctima tenía 71 años. Recibió múltiples heridas de arma blanca en rostro, cuello y tórax. Murió en su domicilio de Padre Genesio al 5400.
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Tras violentar una puerta trasera el o los asesinos ingresaron al inmueble y sorprendieron a la dueña de casa. Fotos:El Litoral

 

Danilo Chiapello

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La sola observación de la casa que habitaba Hermelinda Ayala (71) le permite a uno descubrir qué clase de persona era.

Paredes prolijamente pintadas, excelente estado de las aberturas y el buen cuidado en general hablan a las claras de alguien que hace de la abnegación su modo de vida.

Pero la sobriedad y el buen gusto del inmueble van a contramano con los horrendos momentos que allí se desencadenaron anoche.

Hermelinda gozaba de un alto concepto entre los vecinos de barrio Scarafía, lugar donde vivía hace ya más de 40 años.

Generosa y trabajadora. A nadie sorprendía que Dolly (como la llamaban sus conocidos) tendiera una mano para que algún vecino de “bolsillo flaco”, llegue a comprar lo necesario para “parar la olla” .

Dolly llevaba una vida serena y ordenada. Pasados los años en que crió a sus cuatro hijas, ahora la mayor parte de su tiempo lo dedicada a un modesto almacén y kiosco que montó en su propio domicilio, en Padre Genesio al 5400.

Por la puerta de atrás

Lo último que se supo de Dolly es que ayer a la tarde, cerca de las 19, atendió a un vecino del barrio que fue por algunas mercaderías.

Y poco después, aproximadamente a las 20, otro vecino concurrió al negocio aunque pese a los reiterados llamados, jamás fue atendido.

En el medio de dichos trámites un ser diabólico irrumpió en el inmueble y desató una verdadera obra de locura y muerte.

No está claro aún si fue uno o varios los sujetos que entraron a la vivienda.

Lo que se sabe es que el intruso se ganó al interior de la finca, previo escalar una pequeña reja de un pasillo que lo depositó en un patio trasero. Una vez allí violentó una puerta lo que le permitió ingresar a la casa donde sorprendió a la mujer.

Lo que siguió fue un acto macabro.

Con una tijera

Dolly recibió gran cantidad de puntazos en la zona del rostro, cuello y tórax. Las lesiones fueron de tal gravedad que le ocasionaron la muerte prácticamente en el acto.

Según trascendió para consumar el ataque el agresor se valió de una tijera, elemento que fue abandonado en el lugar y luego secuestrado por los investigadores.

Fue una hija de Dolly quien descubrió el horrendo suceso cuando, minutos después de las 20, arribó al lugar junto a su esposo en plan de visita.

Un primer detalle llamó la atención de los visitantes. La puerta del pasillo estaba abierta. Y ni bien ingresaron a la casa, el espanto les hizo frente.

La dueña de casa yacía sin vida en su dormitorio. Estaba vestida, acostada en la cama, con las lesiones ya descriptas.

Sólo la moto

Los familiares apuntaron que lo único que faltaba en la casa era una motocicleta, propiedad de una de las hijas que vivía con Dolly.

El caso del crimen de la señora Ayala presenta muchos puntos de análisis.

En primer lugar el ensañamiento del matador. No sólo por la cantidad de puntazos que propinó, sino que además completó su faena, colocándole un trapo en la boca a la víctima.

Resulta llamativo también que del lugar solo se llevaron la moto Honda Wave, de color rojo, descartando otros elementos que podrían haber sumado a su botín.

Una billetera y un anillo de la víctima no fueron del interés de los asesinos, como así los pocos billetes que había en la caja registradora del negocio.

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El suceso provocó gran consternación en la barriada.