Within Temptation en el Teatro de Flores

La leyenda de la Reina del Hielo

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Todas las cámaras se centraron en la morocha, afable e intensa, con una afinación y capacidad pulmonar que nunca se ven opacadas.

Fotos: IAA

 

Ignacio Andrés Amarillo

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Dicen que la renovación es la clave de la vigencia, y a eso apostó Within Temptation con “Hydra”, su último disco, que presentó el miércoles en el porteño El Teatro de Flores. Sin abandonar su sabor característico, el grupo holandés apostó a un sonido de guitarras más actual y algunos teclados más electrónicos, todo para envolver la voz de Sharon Janny den Adel Westerholt, una de las goth queens más legendarias, de esas figuras que en los pósters aparece etérea y distante, como una “Reina del Hielo”.

Pero esa imagen se rompió en el concierto porteño: la morocha (que si uno se la cruza en la calle pasaría por argentina, y que este año cumplió los 40) es afable e intensa, saltarina, pulposa y movediza, con su movimiento de la “manzanita” flamenca. Con eso (y con una afinación y capacidad pulmonar que no se ven opacadas por ninguna sacudida) le alcanza para robarse las miradas y las cámaras, aunque todos sabían que es el engranaje final de la maquinaria que cabalga al ritmo de las guitarras de Ruud Jolie y Stefan Helleblad (que reemplaza en vivo al cofundador y marido de Sharon, Robert Westerholt), apoyadas en el bajo de Jeroen van Veen y la batería de Mike Coolen, y redondea su sonido con los teclados de Martijn Spierenburg.

Desde el paraíso

Tras las actuaciones de Opus Gaia, Escapist (con la ex cantante de Kapel Maister, Luciana Queirolo) y Boudika (de Villa Constitución, también soportes de Tarja Turunen en Rosario), finalmente se abrió el algo raído telón de El Teatro y salieron los músicos, Jolie encasquetado en un gorrito de lana y Coolen tras uno de esos corralitos acrílicos que los fotógrafos odian; luego Den Adel, de falda y corsé negros, saco blanco con levita (que rápidamente volaría gracias al calor) y guantelete plateado en el brazo izquierdo. Ahí mismo (tras una intro audiovisual con un dragón de arena) respondieron la incógnita: ¿cómo se versionarían los temas con invitados del último disco? El arranque fue con “Paradise (What about us?)”, la canción compartida con Tarja, quien salió grabada desde la pantalla del fondo, en una de las piezas más sinfónicas de “Hydra”.

Esa intensidad se continuó en “Faster”. “Let us Burn” (nueva, ganchera y “nü metalera”) e “In the middle of the night”. Ahí vino un quiebre con “Edge of the world”: aerial rock con teclados ambientales. Cientos de voces corearon el comienzo de la lírica “Jillian”, con sus matices, sus agudos vocales e imágenes de péndulos y encapuchados.

Ahí la gente cantó el primer “Olé, olé olé olé, Within, Within”, que Sharon más tarde modificaría cerrando con “Argentina”. Luego habló de una canción escrita diez años atrás sobre los derechos y la democracia, y que la cosa más importante que tenemos para aprender en la vida es sobre las diferencias: así presentó “Stand in my ground”, coreada como una sola voz.

Ahí apeló a las “chicas” de “la nueva generación”, e invitó a bailar a dos petisas de 22 y 18 años, un poco quietas: quizás haya sido la emoción de compartir “Summertime sadness” con su ídola. “And we run” lo tuvo al rapero Xzibit en la pantalla, en una de las más interesantes combinaciones de registros en “Hydra”, que a Amy Lee le hubiese venido bien que se le ocurra a ella.

Más que promesas

Y de ahí a la explosión que vendría con “The promise”, su larga intro orquestal y la energía que se hizo carne en los presentes; Sharon con capa y un antifaz que se le enredó en el pelo y con el que tuvo que luchar para sacárselo, sin perjuicio de una notable performance vocal con su sonido característico (más lírico en los agudos, más rockero en su rango más grave), combinada con el trabajo de las guitarras. El entusiasmo se renovó con “Dangerous”, con el apoyo del gordito Howard Jones (ex Killswitch Engage) desde la pantalla, otro de los temas nuevos, sumando al vestuario de la vocalista unos guantes largos con flecos.

“Angels” moderó las energías para desembocar en “Sinéad”, con Ruud empuñando la acústica, junto a los teclados, en el momento más sutil e íntimo del show. El metal volvería con la fuerza de “Hand of Sorrow”, con sus “bajadas de tensión” y vueltas a subir; con (luego de agradecer la pasión de los argentinos) “What Have You Done”, con la aparición de Keith Caputo (Life of Agony) en la pantalla, con su aspecto masculino (hoy ya vive como Mina Caputo): otro dúo nü metalero que Amy Lee mataría por haber hecho; y con la nueva “Silver Moonligth”, antes del primer cierre con la coreada “Mother Earth”: sonidos celtas con zodíacos y árboles verdes en las visuales.

Fundir el hielo

“Una más, y no jodemos más”, fue el cantito, pero había tres en la lista. “Ohh, soy de Within, es un sentimiento, no puedo parar”, y esas cosas que no se escuchan en Amsterdam. Después de volver y agradecer de nuevo al público y a la Argentina, Sharon celebró el cumpleaños del tour manager con torta y todo, haciendo que la gente le cante el “Feliz cumpleaños” (“que los cumpla el gordo...”) antes de entrarle al ritmo de la reciente “Covered by Roses”, anticipando “Ice Queen”, el hit que hizo conocido al grupo, con su melodía entradora: ahí hubo pogo intenso. El cierre fue con “Starway to the Skies”, acompañada por palmas.

Para el cierre quedó la foto del grupo con su audiencia argentina: el ritual estaba terminando, y había que retratar ese instante de comunicación a través de la música. “Espero que nos veamos pronto”, dijo la holandesa, y los que allí estaban le tomaron la palabra.

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Sharon den Adel escucha cómo el público corea las partes de Tarja Turunen (en la pantalla de fondo) en “Paradise (What about us?)”.