Delicias diabólicas

1_img114.jpg
 

Por Nilda Somer

“El cocinero”, de Harry Kressing. Traducción de Laura Wittner. La Bestia Equilátera. Buenos Aires, 2014.

Un altísimo y flaco señor en bicicleta llega a un magnífico castillo en la cima de una montaña, al parecer inaccesible y deshabitado aunque perfectamente conservado y cuidado. Más allá hay un pueblo, y allí le informan de la historia del lugar, originalmente posesión de una familia que en la actualidad se encuentra dividida en dos clanes, la familia Hill y la familia Vale. Sólo un matrimonio entre estas dos familias permitirá en el futuro que recuperen al castillo sobre la montaña.

Conrad consigue, merced a la recomendación de los personajes más conspicuos de la capital, el puesto de cocinero en la mansión de los Hill. Pronto demuestra sus capacidades culinarias, sus habilidades para conseguir los mejores alimentos al mejor precio en el pueblo, y un don especial para lograr el ascendiente sobre la familia, desplazando al resto de la servidumbre al ostracismo, la enfermedad o la muerte.

Pronto no sólo la familia sino todo el pueblo sucumbirá al carisma y al poder (que no evita la crueldad) de este cocinero singular, cuyas exquisiteces tienen también poderes dignos de un mago o de un alquimista, logrando engordar a los flacos y enflaquecer a los gordos. Y despachar a quien se interponga ante sus altísimas ambiciones. Todo matizado por un despliegue lujoso y brillante de delicias gourmet.

La marcha de la anécdota aparece enseguida “cantada” para el lector ducho en literaturas sobre sirvientes y criadas que se adueñan de sus patrones, pero la novela de Kressing está lejos de agotarse en ese juego. Más bien la intriga se centra en los mecanismos con que el cocinero irá “empatronándose” de sus dueños y de sus fortunas. Como corresponde a todo cocinero de ley, algunos de sus ingredientes permanecerán en el misterio, como la pizca de sal o azúcar que todo gran chef se guarda como secreto, y que al actuar la receta siempre se cuida de echar en la olla cuando se distrae su aprendiz.

Hay una gran sabiduría narrativa en este autor misterioso (al punto de que la editorial que publica esta versión al castellano advierte que no ha dado en localizar a los propietarios de los derechos de esta novela). Henry Kressing es un seudónimo y han sido vanos los intentos por encontrar la verdadera identidad. Se llegó a saber nació en Nueva York en 1928 y estudió derecho en la Universidad de Pennsylvania. Cuando The Cook apareció (en 1968, o en 1965, divergen los informes) no se supo el nombre del autor. En las siguientes ediciones, ya firmaba el seudónimo, autor también de dos nouvelles publicadas juntas (Married Lives, 1974). En 1970, bajo el título de Something for Everyone (Corrupción de una familia fue el título en español), Harold Prince realizó una versión cinematográfica de esta novela.