En el recuerdo

Aquel seminario dramático

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El elenco que interpretó la obra de Molière en el escenario del Teatro Municipal. Foto: Gentileza del autor de la nota

 

Antonio Camacho Gómez

Recuerdo que hacía poco tiempo que era crítico de arte del diario El Territorio, de Posadas, previo ingreso tras la prueba que significó mi comentario de la presentación de los primeros bailarines del teatro Colón porteño, entre ellos Esmeralda Agoglia, cuando llegaron a la tierra misionera las huestes teatrales de Carlos Thiel. Fue un reencuentro feliz -naturalmente tuve que juzgar su labor como lo hice años después con Nati Mistral, en este diario-, pues Teatro de Arte tuvo en Santa Fe un período de alto nivel. Como el de los 21, los frutos que dio Oscar Fessler y otros elencos. Pero, antes que ellos funcionó en esta capital el Seminario Dramático Municipal, que durante varios años -década del cincuenta- constituyó una avanzada en las lides escénicas citadinas.

Dependiente de la Secretaría de Cultura que entonces estaba a cargo del escritor Eduardo Raúl Storni, que tuvo un programa en la emisora LT 10 y produjo una obra titulada “Siempre comienza el amor”, en la que intervine en nuestro primer coliseo, fue un centro radiante de cultura visitado por importantes figuras del cine y el teatro nacionales, casos del francés Jorge Rigaud o la madre de Norma Aleandro. Dirigido por la versátil y abogada Nedda Costa Vici ingresé a sus filas -había incluso un conjunto infantil- en 1950 cuando -escribo de memoria- habían representado “Mirandolina”, de Carlos Goldoni.

Pronto me adapté a un medio sin divismos, sabiamente concertado, en el que coseché éxitos singulares, sobre todo en la obra “La escuela de las mujeres”, de Molière, en el que la crítica de El Litoral señaló que “tuvo un intérprete que sorprendió por su dominio escénico, su comprensión del personaje y el sentido del arte teatral”, entre otros elogiosos conceptos. Compartido por un público que llenó el teatro hasta el llamado paraíso. Escenario en el que el Seminario Dramático Municipal y con mi presencia montó piezas como “Las de Barranco”, de Emilio de Laferrére; “La grieta”, de León Pagano y Bengoa, y otras obras.

Apunto la gira que tanto dentro como fuera de la ciudad realizamos con “El bien más valioso”, de Mansilla, la que vieron los paranaenses en el teatro 3 de Febrero, en la cual tuve como compañeras a Duilia Ciuffo, de tan exitoso desempeño años más tarde en LT 10 y a una joven Martínez que viajó con los Catania a Costa Rica y después se fue a México. Y recordando a intérpretes cómo no apuntar los nombres de Carlos Pais, que se trasladó a Buenos Aires, hizo algunos papelitos en televisión y se distinguió como dramaturgo con un importante rol en la citada farsa de Molière; Anita Cancellieri, David Ojalvo, Luis Hernández, de La Plata; Sara Ales, Juan M. López Jordán -estuvo en Europa vinculado a una compañía-, Edmundo Basset y Yanco Durán. No puedo olvidar a Guillermo Helbling, asimismo dedicado al ballet, que se mudó a Capital Federal y lamento no citar a tantos colegas porque la lista sería demasiado extensa.

Esta sentida evocación pretende llenar el vacío dejado por cuantos escribieron sobre el teatro santafesino de los últimos sesenta años, con el olvido del elogioso desempeño de una institución oficial que durante largo tiempo puso a la escena de esta capital, con mucha actividad por el denominado teatro independiente, entre ellos, el bonaerense Fray Mocho, en cotas de excelencia que atrajo a masiva concurrencia.