El arbolito

El arbolito

El lunes es la fecha estipulada para el armado del arbolito de Navidad, con lo cual toda la familia se moviliza y entra en un estado, parecido al éxtasis, que es vivido de diferentes modos según se tenga o no (y en las diferentes escalas a gradaciones en que ello suceda) creencia religiosa. Se viene el arbolito. Y el armado del arbolito: ¡ahhhhhhh!

TEXTOS. NÉSTOR FENOGLIO ([email protected]). DIBUJO. LUIS DLUGOSZEWSKI ([email protected]).

 

En el mismo puñado de años que van desde mi niñez a mi estado actual (indescriptible: más bien, ni pregunten), hemos reemplazado totalmente el armado del árbol artesanal, por otro totalmente tecnológico, prehecho, industrial, en serie... No es una crítica: no estoy seguro si es mejor o peor ahora, por cuanto en definitiva, se supone que, aunque sea taiwanés o chino, el espíritu navideño campea igual.

Antes, nos agenciábamos una buena rama de pino (y a nadie se le ocurría ningún daño ecológico) y hacíamos uno a uno los colgantes: paquetitos de regalos forrados con papeles de colores, piñas de pino pintadas, figuritas de papel o cartón, todo hecho en casa. Teníamos al final tan feliz cansancio, que lo que seguía de ahí en más era realmente una fiesta y un premio. Aparecieron después unos adornos toscos, de plástico y luego otros de delicados vidrios (que se cuidaban más que a un bebé, guardados entre algodones para la navidad siguiente) que convivieron por un tiempo con los colgantes hechos a mano, de pronto descubiertos desnudos y toscos...

Por entonces, los árboles eran de tamaño generoso -cuando no un pino propio en el patio- y entonces se le agregaban focos comunes, con pintura de colores, como un primer elemental principio de efecto lumínico. Ahora tenés luces con gradaciones, distintos ritmos de intermitencia, música y capaz que hasta te hacen un huevo frito: hay que leer el manual, en mandarín o cantonés, nomás.

Había trabajo familiar en el armado del arbolito. Ahora hay trabajo en una remota fábrica (no averiguar demasiado sobre condiciones laborales) en alguna parte del mundo y vos tenés a disposición, hasta en los negocios de baratijas, un montón de arbolitos más o menos con formas de arbolitos, con adornos y luces ya incluidos: tenés que enchufar nomás, aunque después te quede la sensación de que te enchufaron el arbolito y que vos se lo enchufaste a tu familia, sin más trámite, ni esfuerzo.

También se organizan las dos o tres cosas anexas como los ramos o coronas de adviento para las puertas (te los chorean con prístino y automático espríritu navideño); y el pesebre, antes verdaderas artesanías en cerámica, madera, mármol o algún material noble con noble trabajo encima, a estas cositas de plástico estereotipadas que intentan recrear la forma en que más o menos, bueno, ya saben...

Quiero decir también que hay un tráfico interesante (apenas legal) entre lo oriental y lo occidental, y entre norte y sur, globalización mediante: el árbol nevado del norte recreado aquí, por ejemplo, en el tórrido litoral santafesino; el reno que viene de otros pagos, las comidas, todas híper calóricas y apropiadas para el frío incluyendo el pavo (no me refiero a vos, chiquito, ni hago tampoco aquí ninguna autocrítica), el arbolito o el pesebre católico pero made in oriente... ¡Hay un quilombo importante de íconos, símbolos y ritos y casi ningún principio de orden en la materia!

De alguna manera, la desregulación de casi todo (productos manfacturados, familia, religiones: todo en movimiento, en caos, a la deriva, a los patinazos y de joda en la joda general que es la naturaleza, la naturaleza-naturaleza y la naturaleza humana) afectó también al armado del arbolito, que hoy es apenas la compra o el “desempaque” (a esta altura del año, todo y todos están empacados) del arbolito.

Todo muy lindo, mis chiquitos: es hora de que deje de hablar pavadas y me aboque con mis hijas a lo que verdaderamente importa. Porque me están mirando con cara de preocupación o de reproche o ambas: quieren saber si, haragán de miércoles, usaremos exactamente el mismo arbolito del año pasado, hermoso y listo para instalar o si vamos a agregarle algo. A todas luces, me inclino (jodido cuando se inclina el árbol...) por la primera opción: yo les enchufo el árbol del año pasado y ellas que agreguen lo que quieran: una mini Kitty o el cerdoconejo de una banda coreana de moda.